sábado, 28 de agosto de 2010

JACOB BÖHME

Nuestro personaje de hoy es otro ilustre alemán. Nació en una minúscula aldea, Silesia, en la Alta Alsacia, en 1.575, en el seno de una humilde familia de labradores. Desde muy jovencito se vio obligado a trabajar en el campo para ayudar a su familia, así que sus estudios fueron mínimos. Ya en la adolescencia, entró a trabajar como aprendiz de zapatero. Más adelante se le conocería como el Zapatero Iluminado.

Rondaba aproximadamente la edad de veinte años cuando tuvo la visión divina que cambiaría por completo su existencia. Más tarde, él mismo expresaba este hecho maravilloso diciendo que “vio hacerse luz en su espíritu hasta la región íntima de la divinidad”. A partir de ese momento, según aseguraba, comenzó a acceder a planos de conciencia elevados en los que recibía instrucción y guía.



Muy pronto se instaló en el pueblo vecino de Görlitz, donde abrió su propio taller como maestro zapatero. Se casó muy joven con una muchacha de la localidad con la que tuvo cuatro hijos y, según parece, fue sumamente feliz. Afortunadamente nos encontramos con un ocultista en cuya vida personal no se suceden las tragedias familiares. En ese aspecto Jacob fue un satisfecho padre de familia.

Pero su vida matrimonial no impidió que sus visiones se sucedieran con cierta regularidad. Sus comunicaciones guiaron sus pasos al estudio de la Biblia y algunos tratados místicos de hombres ocultistas, como fue el caso de Paracelso, compendios sobre Alquimia causaron tanta impresión a Jacob, que decidió dedicarse al estudio y práctica de dicha ciencia, aunque en su versión más elevada y certera: la Alquimia Interior.

Aunque no hay grandes pruebas, varios biógrafos dan casi por segura la pertenencia de Jacob a la Orden Rosacruz de la época, "cuando el río suena..." Desde luego la influencia es bastante obvia y, a día de hoy, en la Orden Rosacruz se da por sentado que Jacob fue un miembro destacado de la misma. Lo que sí es seguro es que sus estudios místicos le impelieron a escribir todo aquello que iba aprendiendo y experimentando, necesitaba compartir conocimientos. Así que compaginó su trabajo material con la redacción de sus inquietudes místicas; sus esfuerzos se plasmaron en una primera publicación que recibió el título de “Aurora” (1.612).

La edición fue muy limitada y circuló exclusivamente por los círculos esotéricos de Görlitz. Pero no eran tiempos en los que se pudiera hablar libremente de temas espirituales y el pastor de la localidad, Richter, primera autoridad de la Iglesia Protestante, denunció a Jacob ante las autoridades. Desde el ayuntamiento de Görlitz le llegó la orden de abandonar este tipo de publicaciones por considerarlas cercanas a la herejía.

Pero, lejos de acobardarse, se dedicó a sus escritos con más ahínco si cabe. De hecho abandonó el oficio de zapatero para entrar en el negocio de la lana, con la idea de disfrutar de más tiempo libre para sus escritos y trabajos espirituales. Llama la atención su capacidad para escribir y el dominio del lenguaje, si se considera que era una persona de escasa formación y cultura. Bueno, tal vez sus “comunicaciones” sirvieran para suplir estas deficiencias. El caso es que, aparte de Aurora, es autor de algunas obras más como: “De signatura rerum” o “Mysterium Magnum”.

Todos tenemos una chinita en nuestro zapato, y el bueno de Jacob, más que china, tuvo una roca en el Pastor Richter. Nuestro amigo era de una humildad y una bonhomía encomiables, pero el Pastor no dejó de acosar a Jacob por sus escritos. Se dice que lo prohibido, automáticamente acrecienta su atractivo (recordemos lo que pasó en los Estados Unidos con la “Ley Seca”) y toda esa persecución, no hizo sino aumentar la fama de Jacob y el interés del público por sus escritos.

Pero la constancia suele acabar siendo recompensada; así que tanto y tanto insistió el Pastor Ritcher que, en 1.624, Jacob fue requerido por la Alta Corte Consistorial de la ciudad de Dresde. La acusación es fácil de adivinar: Herejía. Según se cuenta, su defensa fue tan sincera y apeló a valores espirituales tan elevados, que su declaración tuvo el efecto de acrecentar notablemente el número de fieles seguidores. Tristemente, en el viaje de vuelta a casa desde Dresde, Jacob falleció. No he logrado saber la causa de su muerte. Anecdóticamente, murió muy poco tiempo después que su “chinita en el zapato” el Pastor Ritcher.

La obra de Jacob ha pasado a la posteridad e ilustres personajes del esoterismo la tuvieron como referencia obligada. Nada más y nada menos que Louis Claude de Saint Martin, el fundador de la Orden Martinista, se declaró un convencido seguidor de Jacob y de su obra. Hasta tal punto que llegó a decir: “Es a Martines de Pasqually a quien debo mi entrada a las verdades superiores y es a Jacob de Böhme a quien debo los pasos más importantes que he dado en estas verdades”.

El fundamento básico de su pensamiento es muy sencillo: Para él, Dios es el principio creador de todas las cosas que, para expresar su existencia, necesita crear de forma activa, sus creaciones, de igual forma que salen de Él, imprescindiblemente tienen como misión y meta la reintegración con el Creador.

Leamos como Jacob se ve a sí mismo en su relación con Dios, en una conmnovedora frase de su obra “Confesiones”:

“Me maravilla que Dios pueda revelarse tan plenamente a un hombre tan simple y que además a ese precisamente le ordene escribirlo; sobre todo habiendo tantos hombres sabios, que lo harían mejor y más exactamente que yo, que soy tan poca cosa y un ser tan estúpido para el mundo”.

¿No resulta entrañable por su humildad y sencillez? Es consciente de sus limitaciones intelectuales, pero aún así no tiene sino palabras de agradecimiento por haber “sido elegido”. No lo puedo evitar, este hombre es una de mis “debilidades esotéricas”. Es muy difícil encontrar libros para descargar de Jacob, esto es lo que he encontrado:

2 comentarios:

  1. Me encantó y me conmovió su humildad.
    Gracias por enseñar de manera agradable tantas cosas interesantes. =)
    Besos y buena semana!

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  2. Hola, amiga

    Hay muchas personas a las que debemos mucho pero, con el tiempo, sus nombres han caído en el olvido. Así que me gusta mucho hablar de estos pioneros para que, quien no haya oído a hablar de ellos tenga la oportunidad de conocerlos y quien sepa de ellos, refresque la memoria.

    Muchos besos y gracias por tus comentarios siempre tan cariñosos

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