viernes, 11 de marzo de 2011

FALLEN

El enfrentamiento entre las fuerzas del Bien y del Mal es un tema muy recurrente en el cine, ya que se puede enfocar desde cientos de ángulos, algunos francamente interesantes. A veces esa lucha se produce entre dos seres de capacidades similares, como pueden ser un Ángel y un Demonio, pero otras veces, las fuerzas están descompensadas y una de las dos, casi siempre la maligna, es muy superior a la benéfica, que suele estar representada por un simple mortal que, en la mayoría de los casos no entiende nada de lo que está pasando y sabe que la desigual contienda le queda grande, pero aún así, presenta batalla, más que por convicción, porque no le queda otra salida.



Este último caso es el que da argumento a la película que hoy quiero comentar. Se trata de “Fallen” dirigida por Gregory Hoblit en 1.998. Un hombre normal y común tiene que enfrentarse sólo a una fuerza maligna.

El peligroso asesino serie, Edgar Reese (Elias Koteas), ha sido detenido por el detective Jon Hobbes (Denzel Washington). El caso ha tenido gran repercusión en los medios, así que la alarma cunde de nuevo cuando, al poco tiempo, otro asesino en serie parece estar reproduciendo los crímenes de Reese. De nuevo Hobbes se hará cargo del caso junto con su compañero Jonsey (John Goodman). Sin embargo estos nuevos asesinatos se salen de lo normal.

De hecho, no hay un único asesino, sino distintas personas que van siendo poseídas por un demonio milenario llamado Azazel. Éste trató de poseer a Hobbes a través de Reese, pero no lo consiguió, así que ahora sus asesinatos tienen un objetivo primordial: que todos los indicios señalen como culpable al detective. Su superior, Stanton (Donald Sutherland) confía cada vez menos en él y Hobbes, intentando encontrar una explicación a lo que está pasando, tendrá que rescatar del olvido el misterioso suicido de un policía, Robert Milano, ocurrido 30 años atrás.

Será Gretta (Embeth Davidtz), única hija de Milano, quien le ponga sobre la pista de la verdadera causa de los asesinatos, conectándolos con los que en su día tuvo que investigar su padre y que le llevaron a su deshonrosa muerte.


Para quienes estamos acostumbrados a ver películas plagadas de escenas de carnicería y casquería, resulta sorprendente ver “Fallen”, no se recurre a efectos especiales, ni a la sangre corriendo a raudales. Tampoco se recrea en imágenes de posesiones tremebundas, como es el caso de “El Exorcista”; de hecho Azazel es un demonio “saltarín”, puesto que va dando saltitos de un cuerpo a otro a través del contacto físico.

La idea es un tanto escalofriante, pues realmente cualquier persona puede ser un asesino mientras albergue en su interior a Azazel. Como curiosidad, hay que reconocerle un excelente gusto musical, su canción característica es la versión que a mediados de los 60 los Rolling Stones hicieron del tema de Norman Meade, “Time is on my side”.

Otra de las cosas que me parece muy lograda es la recreación del ambiente; el modo en el que va cambiando al tiempo que evoluciona el estado anímico del protagonista, Hobbes; yendo de la claridad y los colores alegres, a lo sombrío y oscuro. Me parece que este y otros, son detalles inteligentes que, muy sutilmente, van condicionando el ánimo del espectador sin que éste se dé cuenta.

Si soy sincera, reconozco que si los actores no fueran los que son, mi crítica sería un poco menos benevolente. Diría, por ejemplo, que la forma de pasar el demonio de un cuerpo a otro es un tanto absurda, parece más bien el juego de “tú la llevas”. También podría decir que la película en algunos momentos se hace un tanto lenta, vamos, que habría dado más de un tijeretazo reduciendo tiempos y escenas que sobran.

Pero da la casualidad que está protagonizada por Denzel Washington, un actor que me gusta tanto que he llegado a tragarme auténticos tostones, al menos para mí, sólo por que aparecía él, léase, por ejemplo “El libro de Eli” o “La mujer del predicador” (versión libre de “La mujer del obispo” que interpretaran en su día Cary Grant, Loretta Young y David Niven, imposible resistir la comparación).



Después aparece John Goodman, un actor que me cae estupendamente bien y del que soy auténtica fan, nadie luce como él los michelines con tanta soltura, se agradece su intervención en cualquier película, puesto que demuestra que para ser buen actor no se necesita se eternamente joven ni tener perfectamente definidos los abdominales; una mueca de John Goodman (descriptivo apellido) vale más que la gesticulación espasmódica de algunos actores muy de moda, cuyos nombres me reservaré.

Y por último, el gran Donald Sutherland, un actor de rostro indescriptible que hace creíble cualquier película por absurda que pueda ser; como bueno es adorable, como malo es de lo peor, quien haya visto “El ojo de la aguja” sabrá lo que digo. Y cuando tiene que ser divertido lo es, y mucho, es memorable la escena de “Doce del patíbulo” en la que pasa revista a una tropa fingiendo ser un alto mando. Mi hermano Daniel siempre dice que John Wayne se bastaba él sólo para levantar una película (no hace falta que diga que es el fan numero uno de Wayne), bueno, pues lo mismo pienso yo de Sutherland, él hace creíble lo más inverosímil, divertido lo más aburrido y encantador el mayor de los horrores. Y espero que algún día explique el secreto de su impresionante cabellera, cada año que pasa se espesa más, curioso.




Y ahora, sepamos algo más de otro de los protagonistas: Azazel, ya que no es un demonio inventado ex profeso para la película, muy al contrario, tiene una biografía muy extensa y prolijamente documentada. En el “Diccionario Infernal” de Collin de Plancy, mi vademécum particular demonológico, se nos describe a Azazel de la siguiente forma:

“Demonio de segundo orden, guardia del macho cabrío. En la fiesta de la expiación que los judíos celebraban el décimo día de su séptimo mes, que corresponde a nuestro septiembre, se llevaban al gran sacerdote dos machos cabríos que se sacaban a la suerte; el uno para el Señor y el otro para Azazel. Aquel a quien tocaba la suerte de ser para el Señor, era inmolado, y su sangre servía para la expiación. El gran sacerdote ponía en seguida sus dos manos sobre la cabeza del otro, confesaba sus pecados y los del pueblo cargando con ellos el animal, a quien conducían entonces al desierto, poniéndolo en libertad. El pueblo después de haber dejado al macho cabrío de Azazel, llamado también el emisario, el cuidado y peso de sus iniquidades, se volvía con la conciencia limpia.
Según Milton, Azazel es el primer portaestandarte de los ejércitos infernales y también se llamaba así el demonio de quien se servía el hereje March para sus prestigios”.

Efectivamente, Azazel es un demonio de origen hebreo, es el chivo expiatorio y la ceremonia que nos refiere Collin de Plancy, es la que aparece en el Levítico (capítulo 16). En el libro de Enoch (apócrifo), encontramos varios pasajes en los que aparece Azazel. Aquí es un Ángel que enseñó a los hombres la fabricación de las armas y a las mujeres la de los cosméticos:

“Y Azazel enseñó a los hombres a fabricar las espadas y los machetes, el escudo y la coraza del pecho, y él les mostró los metales, y el arte de trabajarlos, y los brazaletes y los aderezos y el arte de pintarse los ojos con antimonio y de embellecerse los párpados, y las más bellas y más preciosas piedras y todos los tintes de color, y la revolución del mundo.
Y la impiedad fue grande y general, ellos fornicaron, y ellos erraron, y todas sus voces fueron corrompidas”. (“Libro de Enoch”, capt. VIII).

Dios castigó a todos aquellos Ángeles que pervirtieron a los hombres con la condenación eterna, destacando especialmente a Azazel:

“El Señor dijo aún a Rafael: “Encadena a Azael, de pies y manos, y arrójalo en las tinieblas; y abre el desierto que está en Dudael, y lánzalo allí”.
“Lanza sobre él piedras ásperas y cortantes, cúbrelo de tinieblas, y que quede allí eternamente; cubre también su faz para que él no vea la luz.
Y en el gran día del juicio, que sea lanzado en el brasero. Después sana la tierra que los Ángeles han corrompido; y anuncia la curación de la tierra, a fin que ellos sanen su llaga, y que todos los hijos de los hombres no sean perdidos por todo el misterio que los guardianes han aprendido y enseñado a sus hijos.
Toda la tierra ha sido corrompida por la ciencia de la obra de Azazel; impútale, pues, todo pecado”. (“Libro de Enoch”, capt. X).

Podría seguir contando como los Ángeles caídos piden su intercesión a Enoch y lo que pasa después, pero sería muy largo, recomiendo la lectura del “Libro de Enoch”, corto, pero muy sustancioso.

Para ver la película:

2 comentarios:

  1. Me encantó la peli!!!! y me encantó Denzel!!!! Gracias por esta peli no la conocía y me ha gustado mucho XD
    Besitos. Ani

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  2. Hola Ani, celebro que te gustara la peli y alabo tu buen gusto con los actores jaja. Sigue atenta a esta sección y seguro que encuentras más cosas interesantes.

    Besos para tí también

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