martes, 17 de mayo de 2011

ROBERT FLUDD

Tal vez el nombre de Robert Fludd (o Robertus Fluctibus) no es demasiado conocido hoy en día. A pesar de ello, fue un auténtico humanista, un Rosacruz amante del conocimiento, con un gran deseo de saber y, lo que es más importante, de compartir todos aquellos descubrimientos que fue haciendo a lo largo de su vida de estudio y experiencias singulares; esa generosidad con las generaciones posteriores, ha hecho que le dedique hoy una entrada en el blog.

Además, la influencia de su pensamiento en el ocultismo occidental es notable. Robert Fludd nació el 17 de enero de 1,574, en Bearsted, en el condado de Kent (Inglaterra). Era hijo de Elisabeth Andros y Sir Thomas Fludd, un funcionario del gobierno de alto rango, que llegó a ser Tesorero de Guerra de la reina Isabel I quien, en agradecimiento por su lealtad y esfuerzo, le otorgó el título de caballero.


Estudió en Oxford, donde se graduó en el año 1.598. Su educación se complementó con un largo viaje por el continente europeo, como solían hacer los jóvenes pertenecientes a las familias acomodadas de la época. Durante seis años, entre 1.598 y 1.604, Fludd recorrió España, Francia, Italia y Alemania, estudiando medicina, química y sobre todo, materias menos ortodoxas, como Cábala, Geomancia, Alquimia y si hubo algo que marcó profundamente su vida fue entrar en contacto con la obra de Paracelso.

Otro hecho de importancia capital para Fludd fue la relación que estableció en Alemania con miembros de la Orden Rosacruz, entre ellos se encontraba un ilustre médico, que influyó en él de manera notable, Michael Maier (quien tendrá en su día una entrada, por supuesto). Tras su periplo europeo, Fludd regresó a Inglaterra, donde obtendría su doctorado en Medicina, en 1.605, en la Universidad de Oxford.

A partir de ese momento, una vez instalado como médico en Londres, es cuando empezó a escribir y a desarrollar sus atrevidas ideas para la época. No fue un médico al uso, desde luego. A lo largo de su vida, tendría que enfrentarse en numerosas ocasiones a las críticas y ataques de sus colegas de profesión, puesto que sus métodos de diagnóstico y tratamiento de las enfermedades eran muy poco ortodoxos. La influencia de las enseñanzas de Paracelso se hacía sentir en el joven Fludd.

Si para diagnosticar enfermedades utilizaba, entre otros métodos la Astrología, para la curación del enfermo, recurría al magnetismo, la curación a distancia, la Magia simpática... Siempre se mantuvo fiel a sus principios espirituales y no tenía ningún reparo en aplicarlos de forma combinada con la medicina más convencional.

La base angular de la filosofía de Fludd es la existencia de un principio universal, Dios, del que todo ha emanado y hacia el que todo ha de regresar. Esta creencia en una entidad superior creadora de todo lo existente es un elemento común en la inmensa mayoría de los ocultistas de la época y partiendo de ese origen, se desarrolla todo el grueso de su ideología.

También creía Fludd en la existencia de un microcosmos y un macrocosmos que tienen una perfecta correlación; por lo tanto, existía en el ser humano una parte espiritual unida de forma permanente a la parte física y ambas interactuaban constantemente, por lo que Fludd creía en el concepto de la sanación holística, que abarcase todos los niveles del ser, si realmente se quería conseguir la curación completa del enfermo.

Fludd fue uno de los pioneros en teorizar sobre la circulación de la sangre, pero sus teorías no tuvieron mucho éxito porque estaban se basaban en conceptos herméticos, que tenían una clara influencia del pensamiento de Paracelso, algo inadmisible para la comunidad científica de la época.

Se cree que entre los años 1.614 y 1.620 se produjo el ingreso de Fludd en la Rosacruz inglesa por intermediación de Michael Maier. Fludd trabajó por la Orden con encomiable entusiasmo y tuvo que enfrentarse, literariamente hablando, a Andreas Libavius, un médico alemán que sentía un odio enfermizo por la Rosacruz. Fludd, en defensa de sus ideas, escribió en 1.616 “Apologia Commendiaria Fraternitatem de Rosea Cruce Suspicionis et Infamiae Maculis Aspersam Veritatis quasi Fluctibus abluens et abstergens” y un año más tarde publicaría otra encendida defensa de la Orden Rosacruz: “Tractatus Apolegeticus integritatem Societatis de Rosea Cruce defendens”. Pero Fludd, no solo tuvo beligerantes detractores, también tuvo amigos notables como Johannes Kepler con el que mantuvo una relación epistolar bastante fluida, en la que intercambiaban conocimientos e ideas, a cual más atrevida.

Sin duda alguna, su obra fundamental es: “Utriusque Cosmi, Maioris scilicet et Minoris, metaphysica, physica, atque technica”, 1617 - 1621), se trata de un compendio casi enciclopédico que se divide en dos partes diferenciadas: las obras de Dios que comprenden la creación de todo lo existente así como, por decirlo de algún modo, su mantenimiento y las obras del hombre que abarcarían todas las artes y las ciencias. No solo este libro es importante por su contenido teórico, también destacan sus grabados que, en cierto modo, todo el ocultismo posterior asumió como propios.

En esta obra aparece el famosísimo grabado de la creación del mundo. Para Fludd, Dios es el principio de la luz, fuera del cual, sólo puede existir la nada, que se representa, por contraposición con las tinieblas. De una nube que representa la primera persona de la divinidad, el Padre, sale el Verbo, que es el término FIAT, la voluntad o palabra creadora, la segunda persona. De la combinación de estos dos principios creadores, surge la paloma, la tercera persona de la divinidad, el Espíritu Santo, que dando la vuelta al cosmos, delimita el terreno de la Luz, trazando una clara separación entre esta y las tinieblas.

Fludd no se casó, ni tuvo hijos, realmente su vida estaba tan llena con su trabajo, sus estudios, publicaciones y experimentos, que no echó en falta la creación de una familia. Escribió una ingente cantidad de obras que abarcaban amplios ámbitos del saber, desde lo esotérico hasta la música o la filosofía: “Tratado de Geomancia” , “Tratado de Astrología”, “Filosofía Mosaica”, “Claves de la Filosofía y la Alquimia Fludiana”, “Medicina Universal”, etc. Falleció en Londres, el año 1.637.

Este enlace es para verdaderos entusiastas de Fludd, ocupa mucho y además está en latín:

4 comentarios:

  1. Robert Fludd no era un Rosacruz, pero intento, como muchos otros famosos, contactar a la secreta (quizás ficticia) orden. Hay evidencia de primera mano que de que él nunca obtuvo respuesta a su busqueda de membrecia o contacto con la orden.

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    1. Hola Yehuda Rosenberg, agradezco tu comentario.
      Este tema es muy controvertido, ya que hay mucha gente que piensa que si perteneció a la Orden y otra mucha que no. Mi fuente es la propia Orden Rosacruz, otra cosa sería valorar si realmente la legítima autenticidad de dicha Orden
      Saludos

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    2. O sí... Hola Proberto, como hace ya tiempo dije a otra persona, hay gente que dice que sí y hay gente que dice que no, no hay consenso en este asunto. Yo me baso en los archivos documentados de la propia Orden Rosacruz, a la que pertenecí durante unos cuantos años. Y vuelvo a insistir, la documentación existe, ahora bien, se podría cuestionar la legitimidad de dicha Orden.
      Recibe un saludo y gracias por participar

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