jueves, 21 de julio de 2011

EL BROCHE DE PRENESTE

Wolfgang Helbirg
El siglo XIX constituye una época realmente apasionante. Además de ese entusiasmo ocultista, especialmente en los países llamados occidentales, también fue un buen siglo para la arqueología. Existía un intenso deseo de descubrir los orígenes y primeros pasos de la humanidad en la tierra; los hallazgos se sucedían, algunos eran menores pero otros constituyeron auténticos hitos en la historia del hombre sobre la tierra, como es el caso de las Cuevas de Altamira o las ruinas de Babilonia

Lógicamente, en aquellos años las herramientas de datación histórica eran muy pobres, lo que creaba muchos problemas a la hora de certificar la autenticidad de los objetos que se encontraban. Un dato que se tenía muy en cuenta a la hora de dar por bueno un hallazgo arqueológico era la credibilidad y el buen nombre de la persona que lo había encontrado. En el caso que hoy nos ocupa, el broche o fíbula de Preneste, el prestigio de su descubridor constituyó la única prueba de peso para demostrar su legitimidad.


Wolfgang Helbirg era un científico alemán especializado en arqueología romana. Su vida académica no era especialmente brillante, era uno más, de hecho, se rumoreaba que no era ajeno al tráfico ilegal de antigüedades. El incomprensible prestigio del que gozaba se debía más bien a su matrimonio con una princesa alemana, Nadina Schakowskoy. De la noche a la mañana, su nombre iba a ser conocido por un descubrimiento arqueológico impresionante. En 1.887, en la ciudad italiana de Preneste, que hoy se llama Palestrina, Helbirg, encontró un broche de oro sumamente antiguo, de unos 10,7 cm de largo.

En realidad, según todos los indicios, no lo encontró directamente él, sino que lo había comprado un año antes a una persona que aseguraba haberlo encontrado en un sepulcro conocido como la tumba Bernardini, descubierta a mediados de siglo. El hallazgo podría haberse considerado como uno más, sin gran trascendencia, pero se dieron dos coincidencias interesantes: por un lado, el broche contenía una inscripción en latín “Manios med fhe fhaked Numasioi”, que se traduciría como “Manio me hizo para Numerio”, por otro lado se dató, por sus características y por el hecho de hallarse en una tumba del siglo VII a. C, en la época etrusca. Ambos datos hicieron pensar que el broche era la inscripción más antigua escrita en latín encontrada hasta la fecha.

Se cree que un anticuario famoso de la época, Francesco Martinetti, compró el broche a Helbig. A principios del siglo XX, el broche acabó expuesto en el Museo Nacional de Prehistoria, Etnografía y Kircheriano del Colegio Romano. El descubrimiento fue tremendamente importante y Helbirg fue nombrado de forma casi automática director del Instituto Alemán en Roma. Desde aquel momento y hasta su muerte, gozó de gran prestigio y reconocimiento. Pocas voces se alzaron en contra de la veracidad del hallazgo.

Se cuenta que un profesor italiano, cuyo nombre no ha trascendido, acusó a Helbirg de haber amañado el broche; según se cuenta, el profesor fue castigado con el ostracismo más absoluto por haberse atrevido a dudar del insigne personaje. ¿Falso o cierto? Si conociéramos el nombre de esta persona, tal vez la historia sería más creíble, aunque… nunca se sabe.

El broche fue expuesto durante años en el museo del Colegio Romano hasta que en el año 1.980 se publicó un libro que desempolvó la polémica. La profesora italiana Margarita Guarducci publicó: “La cosidetta fibula presnestina: antiquari, eruditi e falsari nella Roma dell’Ottocento”. En él condensaba las conclusiones de sus estudios sobre el broche de Preneste: era una falsificación. El dedo acusador de Guarducci apuntaba directamente a dos culpables: Martinetti y el mismísimo Helbirg. Según sus conclusiones, el primero habría proporcionado el broche (recordemos que era un anticuario) y el segundo se habría encargado de la inscripción.

El siguiente paso era muy simple, un hombre de ciencia, de gran prestigio, dice que ha encontrado el broche en una tumba etrusca y ¿quién va a dudar de su palabra? El escándalo fue monumental. Poco después, el científico y profesor de la Universidad de Roma, Edilberto Formigli, tras estudiar la estructura física del broche, llegó a la conclusión de que este era auténtico, pero nada dijo de la inscripción. De este modo la opinión científica se dividió en dos posturas antagónicas por el tema lingüístico y es que, si bien se daba por sentado que el broche era realmente una antigüedad etrusca, la autenticidad de la inscripción era otro cantar.

Broche de Preneste


Así estaban las cosas hasta que el día 5 de junio de este mismo año, en el periódico italiano “La Repúbblica” se publicaba un artículo sobre los estudios que la Universidad de Roma de forma conjunta con el CNR (Consejo Nacional de Investigaciones) habían llevado a cabo sobre el broche y su inscripción. Daniela Ferro, del CNR y, de nuevo, el profesor Edilberto Formigli, de la Universidad de Roma, han sido los encargados de dichos estudios y su veredicto es sorprendente: son auténticos, ambos, broche e inscripción.

Me vais a permitir introducir la traducción de parte del artículo del periódico hecha por Guillermo Caso de los Cobos, que aparece en su página:

"El estudio de una reliquia", dice Daniela Ferro, del Ismn-CNR, "requiere la elección de métodos de análisis no destructivos y no invasivos. El uso de la microscopía electrónica de barrido, acompañada con microsondas electrónicas de rayos X de dispersión de energía, permite observaciones de alta resolución de la superficie y, al mismo tiempo, adquirir datos sobre la composición química de sus elementos. En particular, la fíbula ha sido estudiada con un instrumento equipado con una cámara que le permite moverse ampliamente sobre el objeto e investigar todas sus partes sin dañarlo.

El equipamiento científico ha permitido establecer la metodología y composición en la misma antigüedad que la datación previamente asignada al broche, a pesar de los intentos de limpieza y abrasión de los últimos siglos. De hecho, a pesar de que con el oro aún no se han encontrado métodos de datación, ahora sabemos que algunas técnicas de orfebrería habían alcanzado un alto grado con los etruscos y existen numerosos estudios hoy en día que describen sus características.

Es un artefacto de alta joyería, hecha en la parte del soporte con una lámina de alto contenido en oro, un material dúctil para ser grabado con la punta de una aguja", añade la investigadora. "La inscripción se realizó de la misma manera. También han sido identificadas las reparaciones llevadas a cabo antiguamente, como la presencia de un pan de oro para ocultar una pequeña fractura, mientras que el uso de amalgama de oro para fortalecer la parte móvil de la lengüeta (es decir, la punta ndr) podría ser reciente. Es poco probable que un falsificador operase en la particularidad de su procesamiento y usara aleaciones de oro en un período donde el conocimiento de los procedimientos de orfebrería etrusca no eran particularmente conocidos en detalle, por lo que no podría haberlos conocido salvo con sofisticadas herramientas tecnológicas disponibles sólo hoy en día".

Como veis, estas son noticias más recientes, habrá que seguir el caso, para saber si se cierra definitivamente o un nuevo estudio contradice los resultados de este último. Un último apunte. He estado rastreando la pista de los dos protagonistas de esta historia. Helbirg vivió una vida acomodada y de honor hasta su muerte en 1.915, en cambio Martinetti murió en 1.895 dejando a su familia en herencia una gran cantidad de deudas. Se cuenta que en su casa fueron apareciendo, enterrados en el suelo y emparedados en sus muros, objetos arqueológicos de todo tipo y valor.

Os dejo un enlace al artículo original aparecido en “La Repubblica”:

http://roma.repubblica.it/cronaca/2011/06/05/news/fibula_prenestina-17255384/?rss

2 comentarios:

  1. le deseo muchas felicidades en el día de su onomástica, que Dios la bendiga y protega por todo el bien que hace, por su paciencia, dedicación y por su preocupacion por las personas. mi famiia y yo rezamos por usted y le deseamos todo las bendiciones

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  2. Muchas gracias, amiga. Te agradezco mucho tus buenos deseos.
    Un abrazo enorme y lleno de cariño para todos vosotros y sobre todo para tí... recuerda "partirse sí, doblarse no" ¡adelante!

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