miércoles, 3 de octubre de 2012

LOS CICLOS I


Todo en el Universo se encuentra en constante movimiento, aunque nos pueda parecer que el caos rodea la existencia, no es así, cada cosa está en su lugar, las Leyes Naturales rigen y ordenan la vida. Otra cosa es que seamos capaces de sentirlo y de entenderlo. Todo lo manifestado está sometido a una serie de ciclos (algo que vemos magistralmente representado por la carta de la Rueda de la Fortuna) y, como no podía ser de otro modo, el ser humano también tiene sus propios ciclos, unos más cortos y otros más largos.

No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para descubrir algunos de estos ciclos. Por ejemplo, la Naturaleza cumple de forma inexorable sus propios ciclos, uno de ellos es denominado por el hombre ciclo estacional. Se trata de un ciclo compuesto por cuatro fases llamadas estaciones que se repiten de forma constante y por el mismo orden una y otra vez: primavera, verano, otoño e invierno; cada una con sus características básicas y distintivas siguiendo escrupulosamente el orden de la línea vital: germinación, nacimiento, desarrollo, reproducción, apogeo, recogida de frutos, decadencia y muerte.


Tomando el ejemplo de una planta para reflejar el ciclo estacional se puede observar que en el invierno la planta en apariencia ha muerto, pero bajo la fría tierra, empieza a desarrollarse el germen de una nueva planta, en primavera la planta “nacerá” a la superficie y comenzará el proceso de reproducción entre las estaciones de primavera y verano, coincidiendo con su período de máximo esplendor que es la floración. Será en el otoño cuando la planta, tras dar sus frutos, poco a poco, vaya decayendo hasta morir (aparentemente) en invierno, para volver a comenzar el ciclo nuevamente.

Como puede verse, los hitos de la planta no se corresponden exactamente con una única estación, sino que se entremezclan, del mismo modo, veremos que los ciclos humanos no son milimétricamente exactos, el final de un ciclo se funde con el comienzo del siguiente, por lo que es difícil delimitar dónde termina uno y empieza el otro. Recordemos que la vida no es cuadriculada, sino flexible y hay casos en los que algunos ciclos pueden alargarse o acortarse, pero siempre la línea básica cíclica se cumplirá.

Otro ciclo conocido y estudiado por el hombre es el anual, que abarca el período que tarda la tierra en describir una órbita completa alrededor del sol. También cercano a nosotros es el ciclo que conocemos como día, que se rige por el movimiento rotacional de la tierra sobre su propio eje. Un ejemplo más de un ciclo fácil de seguir es el de las fases lunares. Como puede observarse, son ciclos que se repiten incesantemente, siempre siguiendo las mismas pautas y los mismos tiempos.

Existen ciclos más grandes y que no son de fácil comprensión para el ser humano, como es el caso del ciclo que rige el nacimiento, desarrollo y muerte de una estrella, de una galaxia o de un planeta como por ejemplo el nuestro. Estos ya son ciclos que sobrepasan, a día de hoy, el conocimiento humano, puesto que lo más que podemos permitirnos es hacer una aproximación hipotética de la duración y desarrollo de ciclos de esta envergadura. Por no hablar de los ciclos que regirían la existencia del alma, estos se basarían en la creencia de la persona, puesto que sólo se puede teorizar sobre la posibilidad de los ciclos de reencarnaciones si se cree en ellos.


Todos los ciclos, sean cortos, medios o largos, tienen características similares. Siguen un determinado proceso, por un orden concreto, como ya vimos en el ejemplo de la planta. Comienza con la germinación, prosigue con el nacimiento, después el desarrollo, la reproducción, la madurez, la recogida de frutos y por último la declinación que acaba derivando en la muerte, que a su vez deriva en una germinación que volverá a desembocar en un nacimiento, etc.

El mismo proceso atraviesa la consecución de un proyecto, la toma de decisiones, la creación de una idea,… Como ya vimos al repasar las Leyes Herméticas, todo está en movimiento, a un momento de acción, le sigue otro de inacción; conociendo las fases que componen cualquier ciclo, estaremos en disposición de detectar en qué momento concreto nos encontramos y de ese modo podremos acoplarnos al ciclo en vez de empeñarnos en luchar contra él; para ello, en las siguientes entradas repasaremos algunos de los ciclos que afectan especialmente al ser humano.

Os animo a observar a vuestro alrededor y descubrir más ciclos cercanos a vosotros. La vida es el laboratorio en el que experimentamos lo aprendido teóricamente, por eso es bueno tratar siempre de buscar las aplicaciones reales y los ejemplos prácticos en el día a día, no quedarse sólo en las palabras de un texto.


“Hay un momento para todo y un tiempo para cada acción bajo el cielo:
un tiempo para nacer, y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar, y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar, y un tiempo para curar;
un tiempo para destruir, y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar, y un tiempo para reír;
un tiempo para lamentarse, y un tiempo para danzar;
un tiempo para tirar piedras, y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazar, y un tiempo para abstenerse de abrazos;
un tiempo para buscar, y un tiempo para perder;
un tiempo para guardar, y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser;
un tiempo para callar, y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar, y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz.

(Eclesiastés 3, 1-15)


2 comentarios:

  1. Aprecio mucho esta entrada. Se corresponde con la búsqueda que inicié para tratar de comprender mi ciclo menstrual y, me encanta como lo expresaste con la palabra acoplarse. Una de mis metas como mujer es conseguir acoplarme a este ciclo, para poder fluir mi naturaleza femenina con más relajación y lucidez.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Hola Clarisa, me alegra saber que te sirve de utilidad. Esa es la idea de conocer los ciclos: aprender a nadar a favor de la corriente y no en contra

      saludos

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