lunes, 29 de octubre de 2018

TAROT DE ALEISTER CROWLEY II

Siguiendo nuestro recorrido por el hipnótico Tarot de Crowley, llegamos al décimo Arcano, la Fortuna. Vemos una inmensa rueda coronada por la figura de la Esfinge portando una espada, por el lado izquierdo vemos ascendiendo a Hermanubis, el dios híbrido mezcla del Hermes griego y el Anubis egipcio; por el derecho desciende el dios primitivo Tifón que ya vimos en la carta anterior. Según nos dice Crowley en su obra “El libro de Thoth”, la Esfinge sería la representación de la Sal alquímica mientras que Hermanubis encarnaría el Mercurio y Tifón la Sal. A su alrededor observamos una serie de relámpagos que son una fuerza creativa al mismo tiempo que destructora.

Al llegar al Arcano número XI, nos encontramos con una sorpresa, la Fuerza ha sido sustituida por la Lujuria. Es una imagen realmente impactante. Vemos a una joven desnuda portando lo que podría ser el cáliz del Santo Grial, a lomos de un león de formidables proporciones y con la cabeza compuesta a su vez por múltiples cabezas. Parece que ella ha logrado dominar a la bestia. Es una carta que hay que observar con detenimiento, pues está cargada de símbolos. En la parte inferior se pueden apreciar, entre las patas del león, unas manos en actitud de oración y una cabeza. En la parte superior, se ven alrededor de esa energía luminosa que desprende el cáliz, múltiples tentáculos, o tal vez sean serpientes.


Esta figura femenina es la Mujer Escarlata (¿la prostituta de Babilonia?), leamos dos fragmentos del libro de Crowley “La visión y la voz”:
“Que mire a la copa donde está mezclada su sangre, pues el vino de la copa es la sangre de los santos. Glorifiquemos a la Mujer Escarlata, Babilonia, la Madre de Abominaciones que cabalga sobre la Bestia, pues ella ha derramado la sangre de los santos por todos los confines de la tierra y he aquí que la ha mezclado en su copa de prostitución”.
“¡Qué bella y deseable eres, oh Babilonia!, pues te has abandonado a todo lo que tiene vida, y tu debilidad ha subyugado a su fuerza. Pues en esa unión tú sí que entendiste. Por ello se te llama Entendimiento, ¡oh Babilonia, Señora de la Noche!”

El Arcano XII, el Colgado, es una figura masculina cuyo pie izquierdo pende de una Cruz Ansata con una serpiente enroscada. En sus manos y pie derecho vemos los clavos que nos recuerdan la Crucifixión del Maestro Jesús. Bajo su cabeza, el agua esconde otra serpiente enrollada de tal forma que parece una espiral, da la sensacion de encontrarse en un estado aletargado, o tal vez esté engañosamente quieta, preparada para actuar en cualquier momento. Es muy interesante constatar que Crowley no asociaba a esta carta con conceptos de redención o sacrificio, sino más bien con una idea de renovación, el morir para renacer.

La Muerte tiene una figura central impresionante, es un esqueleto portando una guadaña de grandes dimensiones que está bailando la danza de la muerte. Con los movimientos de su guadaña, va creando burbujas y dentro de ellas vemos figuras que a su vez danzan. La letra Hebrea asociada a este Arcano es Nun, el pez, que vemos junto con el símbolo representativo del signo de la clave, Escorpio, de nuevo la serpiente. En la parte superior de la carta se ve un águila. La parte inferior de la carta es la representación del proceso alquímico de la putrefacción, el paso imprescindible para el renacer que está representado por el esqueleto danzarín.

La siguiente carta sería la Templanza pero Crowley quiso rebautizarla como El Arte. Es una bellísima imagen que representa la consumación del Matrimonio Real de las figuras centrales del Arcano VI. La figura andrógina resultante, está mezclando en un caldero el fuego de una antorcha y el líquido de una copa. De esta mezcla surge un arco iris que se bifurca en dos al llegar al cuello, para caer por los hombros de la figura; y por el centro vemos dispararse una flecha. Además podemos comprobar que el león que en el Arcano VI era rojo, ahora es blanco, del mismo modo que el águila antes blanca ahora es roja, en un intercambio de colores equilibrado. Esta carta es la representación gráfica de la Gran Obra. En el fondo un inmenso círculo en el que aparece la leyenda del V.I.T.R.I.O.L.

El Arcano XV nos muestra a Pan con un ojo en la frente, recuerdo que Ayin (ojo), es la letra Hebrea que se relaciona con esta carta, ante el tronco de un inmenso árbol cuya copa no podemos ver, pues parece perderse en los cielos. Bajo sus raíces hay dos esferas en una de ellas vemos cuatro figuras humanas que parecen buscar una salida; la otra esfera contiene otras tres figuras también luchando por salir pero una figura con una cabeza que recuerda la de un chacal, lo impide. Me llama la atención especialmente el rostro apacible, yo diría que amable, del macho cabrío tan distante de las terribles interpretaciones de otros mazos.

La carta de la Torre es altamente apocalíptica. Un inmenso Ojo de Horus preside el cielo, a un lado la paloma con la rama de olivo, la serpiente al otro. En “El libro de Thoth”, Crowley nos remite a otra de sus obras, “El libro de la Ley” para explicar estas figuras en boca de la Diosa Nuith:
¡Invócame bajo las estrellas! Amor es la ley, amor bajo voluntad. Que ni los tontos equivoquen el amor; pues hay amor y amor. Hay el palomo y hay la serpiente. ¡Escoja usted bien! El, mi profeta ha escogido, conociendo la ley de la fortaleza y el gran misterio de la Casa de Dios”.
Terroríficas lenguas de fuego han derribado la construcción, de la que son arrojadas unas figuras negras, absolutamente geométricas, como si hubieran sido despojadas de cualquier forma humana.

El Arcano de la Estrella me parece una bellísima carta. Ante un inmenso cuerpo celeste, una figura femenina, la diosa Nuith, es representada en una torsión increíble, con la mano derecha elevada derramando el líquido de una copa dorada sobre su cabeza; por el contrario, con la mano izquierda vierte el líquido justo sobre el lugar en el que se unen la tierra y el agua. Podría pensarse que es la energía cósmica o universal, vertiéndose generosamente sobre la tierra. En el ángulo superior izquierdo brilla una estrella de siete puntas que es, según nos explica Crowley, la estrella de Babalon, de la que surgen rayos que van progresando en espirales.

En la Luna se puede encontrar una clara influencia egipcia. Vemos la luna de la parte superior de la carta reflejada en el estanque inferior. Sobre dos mínimos montículos se elevan dos torres negras y ante ellas dos figuras vigilan el camino, son un par de representaciones de Anubis, el temible dios que, entre otros cometidos, se encargaba de guiar a los fallecidos por el Más Allá iluminando su trayecto con la luna. A sus pies vemos unos chacales de tamaño bolsillo. Tras las torres, dos grandes montañas en las que se pierde el camino a recorrer. ¿Y qué es lo que cae de la luna superior? Pues nueve Yods que, según su autor: “nueve gotas de sangre impura en forma de Yod caen desde la Luna sobre el sendero” (“El libro de Thoth”).

La carta del Sol es alegre y luminosa. El Sol es una rosa que emite rayos que configuran la rueda zodiacal, viéndose en cada segmento la representación pictórica de cada uno de los signos zodiacales. En la parte baja vemos una montaña verde, es la fertilidad elevándose hacia lo alto, pero ¡cuidado! Una especie de cinturón de contención retiene su expansión. Y ante ese muro controlador, flotan gozosamente los gemelos, el par masculino-femenino, con unas curiosas alas que parecen de mariposa.

Y tras el Sol, una de las cartas que más me fascinan de este mazo, el Aeon, que se correspondería con el Juicio, el Arcano XX. Es una carta compleja pues está impregnada del cuerpo ideológico de Crowley. En la parte superior de la carta vemos a la estelar diosa Nuith, bajo ella la representación entronada de su complemento, Hadit. De la unión de estos dos personajes surge Heru-Ra-Ha un dios que tiene una doble vertiente: la externa Ra-Hoor-Khuit, y la interna Hoor-Pa-Kraat. En la parte inferior de la carta vemos tres figuras humanas dentro de sus respectivos Yods, son el equivalente a las personas emergiendo de sus sepulcros que aparecen en las representaciones tradicionales de la carta del Juicio.

Cerrando la serie de Arcanos Mayores, llegamos al Universo, en sustitución del Mundo. Encontramos, dentro de una rueda luminosa, a la figura danzarina que pisa la cabeza de la serpiente, celebrando la consecución de la Gran Obra; con sus manos manipula los rayos que emergen del Gran Ojo. Vemos en los ángulos de la carta los cuatro representantes de los elementos. En la parte inferior de la carta yo veía, en mi ignorancia, el esquema de una construcción, eso me parecía a mí; mi apreciación no era tan errada, aunque era bastante simplista, Crowley lo define como: “el plano esquemático de la construcción de la casa de la Materia. Muestra los noventa y dos elementos químicos conocidos, ordenados según su rango en la jerarquía” (“El libro de Thoth”).




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