domingo, 9 de junio de 2019

EL ERMITAÑO SEGÚN JAIME HALES

Tarot Giotto
Podemos abarcar el estudio de los Arcanos del Tarot desde muchas perspectivas, en el caso de esta obra de Jaime Hales, “Yo soy mi Arcano” (Ed. Grijalbo), se nos propone una interesante inmersión en los Arcanos Mayores desde un punto de vista personal, no se trata de predicción, es una manera de bucear en nuestro interior y tratar de entendernos mejor. Para ello, por medio de un sencillo método de reducción numerológica, encontramos cuál es el Arcano que nos representa y cómo nos refleja, con nuestras luces y nuestras sombras. Pero antes de explicar esto, leamos qué nos dice James Hales sobre los Arcanos tal como los aborda en este libro:

“Los Arcanos Mayores son un sistema coherente. Cada carta del Tarot conecta con la más profunda sabiduría y abre un sendero hacia el conocimiento personal y, por lo tanto, al encuentro con una verdad trascendente. Es decir, cada carta podría bastar –en una perspectiva de crecimiento personal- para incursionar hacia los más recónditos secretos del alma. Es cierto que una carta no basta para una tirada exploratoria de la vida concreta, pero sí puede ser suficiente para iniciar una meditación individual y una posterior revisión interior que impulse el desarrollo de las potencialidades y de los mejores atributos de cada uno”.


Jaime Hales trabaja en este libro con el concepto del Arcano Personal, que sería el que nos corresponde al obtener nuestro número personal por medio de la reducción de nuestra fecha de nacimiento, igual que se hace en la Numerología. Este Arcano nos indicaría quiénes somos realmente y cuál es nuestra tarea de vida. También hay otro Arcano que sería el Implícito, que es el que nos dice cuáles son los recursos con los que contamos para enfrentarnos a esta existencia. Este Arcano Implícito resulta de reducir nuestro número personal cuando este es mayor de 9. Por ejemplo, en mi caso, mi Arcano Personal es el XVIII, la Luna, pues esa es la reducción de la sumatoria de mi fecha de nacimiento, entonces, mi Arcano Implícito es el Ermitaño, ya que 1+8 = 9. Evidentemente, aquellas personas cuyo Arcano Personal es 9 o inferior, no poseerá Arcano Implícito.

Esta explicación previa me parece interesante, porque así se entiende mejor el párrafo cuando se relaciona al Ermitaño con la Luna. Cuando leí por primera vez este libro, lógicamente, busqué lo referente a estas dos cartas en primer lugar, ya que son las que me representan, y me sorprendió bastante sentirme identificada en determinados pasajes, en otros no tanto. Pero también me gustó mucho su forma de mostrar al Ermitaño, una carta que muchas veces genera un poco de confusión a la hora de interpretarla en una lectura. Es por esta razón por la que hoy quiero compartir lo que nos cuenta el autor de esta obra sobre el Ermitaño y espero que ayude a arrojar algo más de luz (una expresión que viene muy al caso ) sobre su figura. Así que, sumerjámonos en esta breve pero intensa descripción y ojalá que después de leerla, veáis al Ermitaño con una mayor perspectiva.

“Es la carta que nos habla del contacto profundo con la sabiduría.
Cuando La Luna enfrenta sus dificultades, lo mejor es que se oriente hacia sí misma, que busque en su interior, que ponga atención a la sabiduría profunda.
Siempre es bueno ir a buscar momentos de silencio y de ese modo preguntarse por los límites, las dificultades, las intenciones, lo que verdaderamente queremos. O lo que no queremos. Lo que podemos asumir de nuestras tareas y lo que no queremos asumir.
El Ermitaño toca el tema del auto conocimiento. Creemos que nos conocemos porque sabemos si acaso nos gustan los tallarines o la carne, si queremos ir al cine o salir a bailar; pero en realidad ponemos tan poca atención a nuestros procesos que podríamos sorprendernos de nosotros mismos al adentrarnos en la esencia de lo que somos.

Tarot de la Metamorfosis
Conocerse a sí mismo es la propuesta de El Ermitaño.
Cuando se trata del Arcano Personal o cuando se trata del Arcano Implícito es igual: es necesario intentar avanzar en sí mismo, caminar hacia el interior con la certeza de que ello nos ofrecerá noticias nuevas, en la seguridad de que todo lo que está allí, nos pertenece.
Nosotros tenemos mucho más de lo que dejamos ver y tanto el inconsciente –con nuestras historias personales- como la sabiduría trascendente nos pueden guiar hacia las grandes respuestas.

Cuando inicio mis clases sobre esta carta en los cursos de Tarot, pregunto a mis alumnos si saben qué es un ermitaño. Las definiciones apuntan siempre a la idea del hombre solitario, callado, el que renuncia a la vida pública, el que se retira del mundo, el hombre que sabe estar solo. De cierta manera, eso es cierto. Sin embargo, no es suficiente para explicar la presencia de esta carta en el Tarot.
En el mundo contemporáneo, la soledad, más que un atributo o una circunstancia, parece ser una desgracia. Todo parece estar organizado para que nadie “se sienta solo”. La civilización actual está llena de estímulos, ruidos, aglomeraciones, de tal modo que las personas se perciban acompañadas y no “sufran” la soledad. Deambulamos repitiendo letanías, tocándonos, reproduciendo comportamientos, comprando, e incluso “creando” lo que está de moda.

Todo está bien hasta que una persona en la masa toma conciencia de su necesidad de diferenciación. Y de una profunda soledad real.
Retornamos a una situación parecida a la de la adolescencia, en un nivel más profundo. Se reclama individuación y distanciamiento. Recomiendo leer “Juan Salvador Gaviota” (Richard Bach), hermosa expresión literaria de este Ermitaño.
La diferencia entre cualquier solitario con El Ermitaño del Tarot es que este personaje está en busca de respuestas internas, de esas que brotan del ámbito de la sabiduría. Así es quien nace con esta carta y así es el recurso interno de quien está regido por La Luna.

El ser humano, imagen de Dios, tiene en el fondo de sí todas las respuestas que necesita. En su encierro aprende de sí mismo, pues se contacta con la potencia divina que reside en él.
Ahora bien, no todo silencio o desvinculación del mundo cotidiano es la actitud de nuestro Ermitaño. Por ejemplo, ya decíamos que quien se deprime también se encierra y no se contacta. El Ermitaño es capaz de contactarse donde la soledad tiene sentido, no como en la depresión. Cuando una Luna se va sintiendo llevada hacia la depresión, su Ermitaño le dará sentido y pondrá reversa en la marcha.
El Ermitaño no está deprimido: la soledad es una opción en cuanto estado previamente definido como transitorio y que tiene un objetivo claro. Avanzar en el conocimiento de sí mismo es una tarea que tiene dificultades, pero ofrece como premio inigualable el camino hacia la plenitud.

El Ermitaño ha aprendido y ahora sabe más de sí mismo y del mundo. No puede permanecer encerrado. Su obligación es salir al mundo para entregar lo que sabe. Este es un movimiento constante. No es preciso esperar saberlo todo para salir. De cierto modo nos recuerda a esos personajes de la antigua Bretaña, llamados “merlines”, que habiendo recibido la sabiduría de las sacerdotisas de la Gran Diosa, salían a recorrer los campos enseñando. Una vez al año, cuando estaba por terminar el invierno, regresaban para aprender más.
El Ermitaño reconoce que en su interior reside una enorme sabiduría, aunque no tenga clara conciencia de ello. Debe conectarse con esa sabiduría y aceptar que es su obligación entregarla. De a poco. Aprende y entrega, en oleadas sucesivas.

Tarot Robin Wood
La tarea de El Ermitaño es recuperar el camino perdido, es la humildad de aceptar que no tenemos conciencia de cuánto sabemos y volver a conectarnos con la sabiduría, pero no sólo ir a la profundidad, sino por sobre todo entregar lo que sabemos a los demás.
El Ermitaño del Tarot no es un sujeto que permanece oculto y aislado. Lo propio de él es que ha recogido en el interior algo de sabiduría y luego sale para compartirla. Ir a lo profundo, pero saber cómo y cuando detenerse, hasta dónde llegar, ser capaz de asumir lo aprendido y entregarlo. Si sólo aprende y no entrega, vendrán la angustia y los padecimientos propios de una depresión.
Todos tenemos una luz que entregar, pero las falsas humildades, el egoísmo, el sueño prolongado, nos privan de esta posibilidad de conectarnos hacia el interior y hacia el exterior como parte de un mismo movimiento.
La carta alude a la prudencia, a la cautela, a la discreción. Tales son características suyas, pero también denuncia lo que falta y es necesario hacer”.


Poco más se puede añadir, os pido que leáis con detenimiento, y las veces necesarias, este texto sobre el Ermitaño, pues contiene una información muy valiosa sobre esta carta.

6 comentarios:

  1. Muy bien explicada la carta del Ermitaño. Información muy detallada y valiosa

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    1. Hola, Bindi. Celebro que te haya interesado esta descripción del Ermitaño. Es un libro muy interesante y recomendable. Gracias por tu comentario. Saludos

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  2. Respuestas
    1. De acuerdo contigo, es una descripción maravillosa, como todas las del libro de Jaime Hales. Saludos y gracias a ti por tu visita y tu comentario.

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  3. Respuestas
    1. Gracias a ti por tu visita y tu comentario. Recomiendo totalmente el libro de James Hales "Yo soy mi Arcano". Saludos

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