Dos de los muchos enigmas históricos aún por resolver son las causas de la muerte y la ubicación de la tumba de Atila “el azote de Dios”. Quien durante años mantuvo en jaque a un Imperio Romano dividido y ya agonizante, murió de forma repentina la noche de su boda con la joven princesa Ildico, y con él desapareció el temido imperio de los hunos. A día de hoy sigue sin saberse las causas de su muerte y cuál fue el destino de sus restos. Existen varias hipótesis, pero no hay ningún indicio, ninguna prueba documental medianamente creíble, ni de una cosa ni de la otra.
Atila nació en la región de Panonia (actualmente perteneciente a Hungría y Austria) se cree que en torno al año 395 d. C. Provenía de un pueblo de origen desconocido, se cree que formado por varias tribus nómadas que quizás venían de Asia Central, tal vez Mongolia, que fueron unificadas por el rey Rugila o Rua allá por el año 430. Los hunos eran principalmente guerreros, se expandían por medio de la conquista, no eran dados a los asentamientos permanentes y son cientos de historias, algunas de ellas difíciles de creer otras no tanto, las que se cuentan sobre sus sanguinarias costumbres.