Tarot Universal R. de Angelis |
Si
hay dos cartas que suelen causar inquietud, aún desconociéndolo todo sobre el
Tarot, son sin duda La Muerte y El Diablo. Sus imágenes son la representación
arquetípica de dos de los grandes miedos del ser humano: la Muerte y el Mal,
fuerzas de las que desconocemos casi todo, pero que han acompañado a la
humanidad desde sus orígenes.
La
imagen del Diablo en el Tarot es imponente. Representa al macho cabrío sobre un
pedestal cúbico al que están encadenadas dos figuras humanas, hombre y mujer.
Esta
escena nos lleva irremediablemente a recordar las figuras del jardín del Edén
representado en la carta de Los Enamorados en buena parte de mazos de Tarot. En
el fondo, la carta del Diablo se podría tomar como una especie de parodia del
Arcano VI, siendo sustituido el Ángel por el Diablo y degradando a Adán y Eva
del paraíso terrenal a la más absoluta negrura del infierno, encadenándolos a
su pedestal cúbico.
Y,
¿no es acaso parodia esta escena, de la carta de El Papa? Desde el signo de su
mano derecha, a la posición de superioridad física por encima de sus acólitos.
Es
más, hablando de parodias, ¿te recuerda vagamente la postura de este Diablo al
Mago? ¿Será que los poderes y el conocimiento que recibe y transmite el Mago,
reflejan aquí su contrapunto oscuro?
En
muchas barajas, el Diablo aparece portando una antorcha que apunta hacia el
suelo, como si nos dijera “Yo soy la falsa luz”. Y esa falsa luz es la que nos
hace creer que podemos vislumbrar la verdad en el mundo de la dualidad, de la
separación entre objeto y sujeto.
En
el fondo, el Diablo es una burla, un juego de sombras, en el que todo es
apariencia. Nos quiere hacer creer que lo que ven nuestros ojos físicos es la
única realidad.
Representa
las ilusiones que provocan las apariencias externas; y esta es precisamente una
de las aplicaciones que podemos encontrar en el trabajo meditativo con este
Arcano, aprender a desprendernos de las falsas creaciones mentales para ver las
cosas tal y como son.
Y
el Diablo te propone que lo hagas como un juego, te invita a que te tomes menos
en serio y aceptes la parte lúdica y divertida de las cosas.
En
el Arcano XV, la noción de Maya (Ilusión) está muy presente. Este concepto,
actualizado hoy en día con el término Mátrix o Matriz, es muy antiguo.
Creencias como la hinduista o la budista ya manejaban la idea que establecía
que el mundo físico, tal como lo conocemos y percibimos, es una gran ilusión,
una creación de nuestra propia mente y nuestras creencias más arraigadas. Según
esta idea, lo que vemos es real, mientras creamos que es real, es decir que
solo sería “real” aquello que observamos. Esto, hoy en día, está explicado por
la física cuántica. El investigador Dean Radin lo expone mejor que yo:
“La observación no sólo
perturba lo que hay que medir, lo produce. Nosotros obligamos al electrón a asumir una posición
definida. Nosotros mismos producimos los resultados de la medición”.
(“Psychophysical
interactions with a double-slit interference pattern” 2.013)
La ilusión es un velo invisible (el que vemos en la carta de la
Suma Sacerdotisa) que esconde la realidad, proyectándonos la visión irreal en
la que nos vemos inmersos. Cuando logramos descorrer ese velo, es cuando
realmente nos damos cuenta de que vivimos en la ilusión, en Maya, y que el
mayor impedimento para percibir la realidad es la identificación con el mundo
material, que a su vez, crea toda una serie de falsas necesidades producidas
por el ego.
Y
esas necesidades del ego son las que crean las limitaciones y adicciones que
están representadas en este Arcano por las dos figuras, masculina y femenina,
encadenadas al cubo del Diablo. Al igual que esos dos personajes, encontramos
que nuestro ser está encadenado a una serie patrones
de conducta que a su vez están basados en todo un cuerpo de creencias, que
aprendimos de nuestra familia, en la escuela, en el vecindario, en la sociedad
y cultura en la que crecimos. Mas a esto, hemos de añadir el condicionamiento
genético que se ha ido perpetuando de generación en generación.
Esos condicionamientos impuestos dirigen nuestra vida y nos dicen
cómo tenemos que vestir, lo que nos que nos tiene que gustar, que ideas tenemos
que tener, cómo nos tenemos que comportar, incluso, cómo debemos hablar, etc. Y
a esto, habría que añadir que el concepto del Mal como tal, es cambiante e
impreciso, puesto que lo que hace dos siglos era visto como malo, ahora está
normalizado y aceptado, según el pensamiento predominante, y lo que ahora vemos
como malo, probablemente, dentro de otros dos siglos, esté mayoritariamente
aceptado, y sea lo bueno, lo correcto. Desde esta perspectiva, el concepto del
Mal se diluye porque no es un principio inamovible, sino que va cambiando y
evolucionando según los patrones impuestos por la sociedad del momento.
Y precisamente, ese comportamiento gregario, teledirigido y
estacional (por lo cambiante en función de la moda y las corrientes de
pensamiento que predominen), es el que provoca la sensación de diferenciación
que rompe la unidad original (no dualidad) entre Dios (o el Ser Superior,
Energía Primaria o como lo quieras llamar) y la persona, entre lo que es real y
lo que es irreal, porque nos dice que hemos de separar lo que es bueno de lo
que es malo, lo correcto de lo incorrecto, lo aceptable de lo inaceptable…
Por tanto, esta dualidad, este concepto establecido y aceptado de
la separación, es lo que mantiene el alma cautiva de lo que se conoce como Samsara,
que es la eterna rueda cíclica de la reencarnación. En tanto continuemos
instalados en el concepto de la separación y creamos en el poder real del
Diablo en contraposición a Dios (o como quieras llamarlo), sin entender que no
es más que una creación humana auspiciada por nuestro propio ego, seguiremos
manteniendo y fortaleciendo esas cadenas que nos atan a lo material, a las
cosas.
En algunas barajas, la figura de el Diablo tiene grabadas la
leyenda: “Solve
et Coagula” disolver y coagular, o separar y unir, que sintetizan toda la Gran
Obra, y que nos hablan de la disolución y muerte del “Hombre Viejo” que debe
dar paso al nacimiento de un “Hombre Nuevo”. Nos dice que no se puede construir
algo nuevo si no derrumbas lo anterior
Gracias a “Solve et
Coagula” los opuestos son equilibrados y es posible acabar con el antagonismo
entre espíritu y materia.
Y aquí hay un escollo
a salvar que debemos tener en cuenta. Cuando empezamos a descorrer ese velo y
tomamos consciencia de ese mundo de apariencia y mentira en el que vivimos, es
muy frecuente que sintamos incomodidad, un extraño sentimiento de culpabilidad
por no hacer lo “correcto”, de transgredir lo establecido que puede llegar a
incomodarnos, y mucho. Aquí entra en juego la parte lúdica del Diablo, que se
ríe de todo y te invita a saltarte las normas sin ningún complejo, sin ninguna
culpa.
Tarot B.O.T.A. |
En su libro “Jung y
el Tarot”, Sally Nichols nos dice:
“Los sentimientos de
transgresión, culpa y castigo son inherentes a la búsqueda de la consciencia.
Cada vez que rompemos con la imagen preconcebida de cómo “deben” ser o se “deben”
hacer las cosas, nos sentimos culpables. Estos sentimientos se encarnan en el
inconsciente de forma tan profunda que acciones que no tienen consecuencia
moral despiertan con frecuencia sentimientos de culpa si estas acciones ofenden
la propiedad de ese inconsciente “padre interior”, criatura cuyos vestigios
pueden permanecer intactos a lo largo de toda una vida. De manera similar,
cualquier ruptura con las costumbres establecidas en el orden social, aunque no
tenga consecuencia alguna, puede ser experimentada como una ofensa contra la
totalidad y se ve acompañada a menudo por sentimientos de culpa. Si “todo el
mundo lo hace” uno puede hacer, decir o llevar las cosas más extrañas, incluso
realizar actos ilegales o criminales sin sentirse culpable”.
Leyendo este
interesante párrafo de Sally Nichols, cabe preguntarse ¿Realmente te sientes
culpable por salirte del rebaño, del pensamiento predominante? ¿Sientes que
encarnas al mal si no haces lo que dices los demás, no piensas lo que piensan
los demás, no sientes como sienten los demás? ¿Es malo salirse del rebaño y ser
realmente TÚ? ¿Te sentarás a esperar a que tus ídolos de Hollywood o de la
discográfica que sea o del partido político X te digan lo que tienes que
opinar, cómo tienes que actuar, sentir, pensar, hablar o ser? ¿O serás capaz
de, con un acto de valentía, atreverte a ser como realmente quieres ser?
Solo con meditar
estas cuestiones que te planteo, tienes entretenimiento para semanas.
En
resumen, meditar con el Arcano de el Diablo nos ayudará a empezar a ver a
través del velo de la apariencia. También nos servirá para romper las limitaciones
y las adicciones a determinadas cosas, comportamientos, personas y situaciones.
No es un efecto instantáneo, requiere tiempo y constancia, pero si desde el
primer momento tomas consciencia del engaño de la separación, el trabajo
posterior será más fluido. Se trata de derribar nuestros viejos conceptos
erróneos, para poder construir una personalidad más acorde y en armonía con los
principios universales.
El
Diablo se asocia con la letra hebrea Ayin que significa ojo. Para algunos la
asociación es con la letra Samekh.
En
Alquimia, se relaciona con la operación de Disolución y solidificación (Solve
et Coagula).
En
el Árbol de la Vida se sitúa en el sendero entre Tipheret y Hod.
La
relación astrológica es con el signo de Capricornio
Color:
Azul-violeta.
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