lunes, 19 de abril de 2010

PARACELSO

En el año 1.493, en Einsielden (Suiza) nacía nuestro personaje de hoy, que pasó a la historia con el nombre de Paracelso, aunque su verdadero nombre era de dificultosa pronunciación: Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim. Su madre falleció siendo él muy joven y con su padre se instaló en el sur de Austria, sería en las minas de la zona donde el joven Paracelso se empezó a interesar por el estudio de los minerales y las piedras. Siguiendo los pasos de su padre, que era médico y alquimista, se doctoró en medicina en la universidad de Ferrara.

Pero desde el primer momento, Paracelso fue un personaje revolucionario para la medicina de su tiempo. No estaba de acuerdo con la docencia, y mucho menos con la praxis, de la medicina de la época; al respecto llegó a decir: “Tomé la resolución de aprender en el gran libro de la naturaleza de Dios…”. Y desde luego que lo hizo, puesto que viajó incansablemente con la intención de ampliar sus conocimientos con todo tipo de experiencias, no tenía problemas en aprender de un barbero o de un herrero, de un sabio o de un gitano nómada. Para él toda experiencia era única y especial.



Trabajó como cirujano, en una época en la que medicina y cirugía eran dos profesiones diferenciadas, Paracelso se enfurecía por esta idea, ya que los médicos despreciaban al cirujano que entonces se consideraba como un trabajo de más bajo nivel.

Recorrió Europa y también Arabia, Egipto… estos largos viajes también tenían como objeto el aprendizaje mágico. Le interesaba la Alquimia y también la Cábala. Se sabe que empleó imanes para tratar algunos tipos de enfermedades, siendo así el verdadero precursor del magnetismo animal que tuvo, mucho tiempo después, tanta repercusión en Europa gracias a los trabajos de Mesmer.

Llegó a ser profesor de la universidad de Basilea, aunque no duró mucho en el cargo. Su desprecio por las ideas obsoletas a su juicio de quienes eran considerados los santones de la medicina de su época, le llevaron a hacer una quema pública de las obras de Galeno y Avicena.

Sus ideas, que resultaron tremendamente excéntricas para sus coetáneos fueron criticadas pero también alabadas, por ejemplo decía que “si una persona previene la infección de una herida, esta se cura por sí misma”, algo inconcebible para ser dicho en el siglo XVI. También decía que: “la palabra (El Verbo) creaba todas las cosas”. Si hubiera que definir con un solo término a Paracelso, yo utilizaría la palabra: Precursor. Fue el primero en muchas cosas, y como siempre suele suceder con los que abren caminos e inician rutas, fue alabado y vilipendiado a partes iguales.

Algunas de sus aportaciones a la Medicina fue la utilización del láudano; sus estudios sobre la sífilis sirvieron para conocer mucho mejor la enfermedad puesto que escribió una descripción de la enfermedad que cambió su concepto e introdujo el tratamiento de dicho mal a base de la ingesta de reducidas cantidades de mercurio. Otra enfermedad que describió con bastante exactitud fue la silicosis y fue el primero que achacó esta enfermedad a la inhalación de los vapores que producen los metales. Fue también el primero en encontrar una relación de la ingesta de elevadas cantidades de plomo en el agua con las paperas. Estableció la relación entre padres enfermos de bocio con el nacimiento de hijos con cretinismo.

Sin duda fue el auténtico precursor de la homeopatía y estaba convencido de que “lo parejo cura lo parejo”. Creía firmemente que el médico debía tratar al paciente con un tratamiento concreto según la correlación existente entre el macrocosmos y el microcosmos. A esto llegaría el médico por medio de la observación del paciente y de la naturaleza.

Paracelso, siempre fiel a sus ideas, aplicaba sus principios filosóficos a la curación de sus pacientes: Para él la fe era imprescindible para conseguir la curación. Estaba convencido de que el hombre tenía una triple composición: física, astral y espiritual. El hombre era un pedazo del universo (microcosmos-macrocosmos) y en él estaban presentes todas las fuerzas que funcionan en el universo. Por esto basaba su trabajo en cuatro pilares imprescindibles: La filosofía, la astronomía, la virtud y la alquimia. Sencillamente creía que si Dios había creado la enfermedad, también había creado su cura y el alquimista debía encontrar esta última.

Se le atribuye a Paracelso la relación de los cuatro elementos con los cuatro reinos elementales: Tierra-Gnomos, Agua-Ninfas, Aire-Sílfides y Fuego-Salamandras. También a él se le atribuye el término Espagiria que es la producción de medicamentos a partir de plantas utilizando la alquimia para tal fin.

Fueron varios los intentos que hizo Paracelso a lo largo de su vida por establecerse de forma permanente en algún lugar, especialmente en Salzburgo y también Estrasburgo, pero tanto su espíritu inquieto, como la hostilidad que generaba a su alrededor por múltiples motivos, lo hicieron imposible. Sería precisamente en Salzburgo donde moriría en el año 1.541. De su muerte no se sabe gran cosa, hay rumores de asesinato, incluso hay quien dice que era una mujer… en fin, difícil saber qué es verdad y qué no.

Como autor se mostró bastante activo, evidentemente sus obras se centraban en la medicina y en el concepto peculiar del hombre y la vida que él tenía. Aquí encontraréis algunas de las obras que podemos encontrar en Internet de Paracelso:


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