En lo alto de un pico nevado se eleva la figura del Ermitaño. Un oscuro fondo de un gris azulado domina la carta. Sus ropas son grises, un color neutro, porque representa la unión equilibrada de los dos polos: el positivo y el negativo. El gris es el color de la austeridad pero también de la sabiduría.
Si bien en barajas antiguas, como la de Visconti-Sforza o la de Carlos VI, el Ermitaño portaba en su mano un reloj de arena, puesto que era el Señor del Tiempo o el Señor de los Días, en la mayor parte de barajas que se conocen, lo que lleva en su mano es una lámpara, cuya iluminación toma la forma de una estrella de 6 puntas, símbolo de la sabiduría, pues une los dos triángulos de la realización: en el mundo espiritual y en el físico. Su otra mano sostiene un báculo, símbolo de poder pero también del contacto con la naturaleza y el mundo de la materia.