Nos situamos en el día 29 de diciembre de 1-972. El vuelo 401 de Eastern Air Lines, un Lockheed L-1011-1 Tristar, había despegado del Aeropuerto John F. Kennedy, en Nueva York a las 21,20 horas. Se trataba de un vuelo comercial rutinario con destino al Aeropuerto Internacional de Miami. En el avión viajaban 176 personas: 163 pasajeros y 13 miembros de la tripulación. A los mandos del avión estaban un piloto experimentado, Robert (Bob) Loft, el primer oficial, Albert Stockstill y el ingeniero de vuelo Donald (Don) L. Repo.
Las condiciones climatológicas eran normales. No había tormentas ni temporales que pudiesen suponer un riesgo para la circulación aérea; así que el viaje transcurrió sin incidentes. Cerca de las 23,30 horas el avión se aproximaba al aeropuerto de destino, por lo que comenzaron las maniobras de aterrizaje. Fue entonces cuando se presentaron problemas con el tren de aterrizaje. El primer oficial comprobó que la luz verde que debía encenderse cuando el tren de aterrizaje bajaba, estaba apagada.
El piloto comunicó el incidente a la torre control desde donde dieron orden de abortar el aterrizaje y tomar rumbo hacia el oeste, la zona pantanosa de Florida, conocida como los Everglades, mientras se solucionaba el problema. Según todos los indicios, de forma accidental, el piloto automático fue desactivado. Nadie se dio cuenta de dicha circunstancia y el avión se precipitó sobre los pantanos sin que el personal de vuelo tuviese tiempo para reaccionar.
El recuento de víctimas mortales resultó escalofriante: 99 pasajeros y 5 tripulantes murieron en el acto o al poco del accidente, cifra a la que habría que añadir dos personas más que morirían después a consecuencia de las graves heridas sufridas en el choque. Las investigaciones posteriores descartaron cualquier pieza defectuosa o avería. La conclusión final fue que se cometió un fallo humano: el piloto habría ordenado al ingeniero de vuelo Don Repo averiguar dónde se encontraba la avería del tren de aterrizaje y pudieron suceder dos cosas, o bien Repo, al levantarse para bajar a investigar el fallo, habría desactivado accidentalmente el piloto automático o el propio piloto, al girarse hacia el ingeniero, lo habría desactivado con su brazo.
La autopsia que se realizó al piloto descubrió un dato desconocido hasta el momento, en su cabeza se apreciaba un tumor que no había sido diagnosticado. Se barajó la posibilidad de que el choque se hubiese producido por una momentánea visión borrosa de Loft a consecuencia del tumor. Pero tanto los datos que se extrajeron de la caja negra como el testimonio de los miembros de la tripulación que sobrevivieron al choque, descartaron esta hipótesis.
Hasta aquí los hechos sucedidos y constatados oficialmente. A partir de este momento llega la otra historia, la cara B del vuelo 401. Después del accidente, tanto pasajeros como varios miembros del personal de vuelo de la Eastern Air Lines, aseguraron haber presenciado la aparición de los fantasmas de Bob Loft y Don Repo, el primero fallecido durante el rescate y el segundo al ser trasladado al hospital.
Estos hechos llamaron poderosamente la atención del escritor John G. Fuller, quien realizó una investigación a fondo del accidente y recogió los testimonios de varios empleados de Eastern Air Lines quienes aseguraban haber visto a Loft y a Repo, este último parecía mostrarse más activo y comunicativo que su compañero. La información recogida fue publicada en el libro “El fantasma del vuelo 401” en 1.976.
Restos del vuelo 401 |
Existe una gran tradición, a nivel mundial, de objetos y lugares a los que se asocian supuestas apariciones espectrales. Es como si algunos fantasmas estuviesen inevitablemente ligados a ellos. Uno de los casos más conocidos es el de los fantasmas de un piloto y un ingeniero de vuelo que, a raíz de un accidente aéreo, empezaron a aparecerse en distintos aviones de la compañía para la que trabajaban en vida.
Como suele suceder en este tipo de historias, existe una versión real y documentada de los hechos y luego está la parte más misteriosa y prácticamente imposible de probar, puede que menos objetiva pero, qué duda cabe, mucho más entretenida. Así que empecemos por los datos fríos de lo que sucedió en el vuelo 401 para después recrearnos en lo que, aparentemente, vino después.
Nos situamos en el día 29 de diciembre de 1-972. El vuelo 401 de Eastern Air Lines, un Lockheed L-1011-1 Tristar, había despegado del Aeropuerto John F. Kennedy, en Nueva York a las 21,20 horas. Se trataba de un vuelo comercial rutinario con destino al Aeropuerto Internacional de Miami. En el avión viajaban 176 personas: 163 pasajeros y 13 miembros de la tripulación. A los mandos del avión estaban un piloto experimentado, Robert (Bob) Loft, el primer oficial, Albert Stockstill y el ingeniero de vuelo Donald (Don) L. Repo.
Las condiciones climatológicas eran normales. No había tormentas ni temporales que pudiesen suponer un riesgo para la circulación aérea; así que el viaje transcurrió sin incidentes. Cerca de las 23,30 horas el avión se aproximaba al aeropuerto de destino, por lo que comenzaron las maniobras de aterrizaje. Fue entonces cuando se presentaron problemas con el tren de aterrizaje. El primer oficial comprobó que la luz verde que debía encenderse cuando el tren de aterrizaje bajaba, estaba apagada.
El piloto comunicó el incidente a la torre control desde donde dieron orden de abortar el aterrizaje y tomar rumbo hacia el oeste, la zona pantanosa de Florida, conocida como los Everglades, mientras se solucionaba el problema. Según todos los indicios, de forma accidental, el piloto automático fue desactivado. Nadie se dio cuenta de dicha circunstancia y el avión se precipitó sobre los pantanos sin que el personal de vuelo tuviese tiempo para reaccionar.
El recuento de víctimas mortales resultó escalofriante: 99 pasajeros y 5 tripulantes murieron en el acto o al poco del accidente, cifra a la que habría que añadir dos personas más que morirían después a consecuencia de las graves heridas sufridas en el choque. Las investigaciones posteriores descartaron cualquier pieza defectuosa o avería. La conclusión final fue que se cometió un fallo humano: el piloto habría ordenado al ingeniero de vuelo Don Repo averiguar dónde se encontraba la avería del tren de aterrizaje y pudieron suceder dos cosas, o bien Repo, al levantarse para bajar a investigar el fallo, habría desactivado accidentalmente el piloto automático o el propio piloto, al girarse hacia el ingeniero, lo habría desactivado con su brazo.
La autopsia que se realizó al piloto descubrió un dato desconocido hasta el momento, en su cabeza se apreciaba un tumor que no había sido diagnosticado. Se barajó la posibilidad de que el choque se hubiese producido por una momentánea visión borrosa de Loft a consecuencia del tumor. Pero tanto los datos que se extrajeron de la caja negra como el testimonio de los miembros de la tripulación que sobrevivieron al choque, descartaron esta hipótesis.
Hasta aquí los hechos sucedidos y constatados oficialmente. A partir de este momento llega la otra historia, la cara B del vuelo 401. Después del accidente, tanto pasajeros como varios miembros del personal de vuelo de la Eastern Air Lines, aseguraron haber presenciado la aparición de los fantasmas de Bob Loft y Don Repo, el primero fallecido durante el rescate y el segundo al ser trasladado al hospital.
Estos hechos llamaron poderosamente la atención del escritor John G. Fuller, quien realizó una investigación a fondo del accidente y recogió los testimonios de varios empleados de Eastern Air Lines quienes aseguraban haber visto a Loft y a Repo, este último parecía mostrarse más activo y comunicativo que su compañero. La información recogida fue publicada en el libro “El fantasma del vuelo 401” en 1.976.
Bob Loft y Don Repo |
Se dan varios ejemplos de apariciones de las que fueron testigos tanto pasajeros como personal de vuelo, algunos conocieron en vida a los fallecidos, otros no pero no dudaron en reconocerlos cuando les fueron mostradas sus fotos. En marzo de 1.973, las azafatas Denisse Woodfrud y Ginny Packard aseguraron ver a Don Repo en la cocina del avión que cubría el mismo trayecto que el 401. En otra ocasión, un capitán y dos asistentes de vuelo afirmaron haber recibido la visita de Loft en la cabina minutos después del despegue, para después, ante sus ojos, desvanecerse por completo.
Una pasajera del vuelo Nueva York Miami, Emily Parker, se acercó a una de las azafatas para pedir su ayuda. El misterioso caballero vestido con uniforme de la compañía que tenía como compañero de viaje mostraba un extraño semblante, ella pensaba que podía estar enfermo, pero cuando le había preguntado si necesitaba algo, el hombre había guardado un silencio absoluto, ignorándola por completo. Ambas mujeres se aproximaron al hombre y la azafata trató de entablar conversación con él pero, al igual que en el caso anterior, desapareció ante el pasmo de azafata y pasajera. Más tarde reconocieron sin titubear a Don Repo al ver una foto del ingeniero fallecido.
Uno de los ingenieros de la compañía informó a sus superiores que cuando realizaba la inspección rutinaria de uno de los aviones, se encontró con Repo quien le aseguró que no tenía que preocuparse puesto que él ya había hecho la inspección. También el capitán de un vuelo que hacía el recorrido entre San Juan de Puerto Rico y Newark informó que durante uno de los viajes, había tenido un encuentro con Repo quien le había dicho: “Nunca más habrá otro accidente de un L-1011, no lo permitiremos”.
Estos son unos pocos ejemplos de las 20 ocasiones en las que los fantasmas de Repo y Loft fueron vistos Según las investigaciones que llevó a cabo Fuller, las apariciones siempre se produjeron en aviones de la compañía Eastern Air Lines que llevaban piezas recuperadas del avión siniestrado. Gran parte de los testigos de las apariciones, mostraron su convencimiento de que los fantasmas velaban para que no ocurriera ningún incidente en el vuelo.
Entre el personal de la compañía circuló el rumor que los libros de vuelo en los que se que mencionaban las apariciones habían sido retirados, y que varios de los testigos de las apariciones habían sido amenazados con una visita del psiquiatra de la compañía. En cualquier caso, los testimonios de las fantasmales visitas fueron espaciándose hasta desaparecer. ¿Surtieron efecto las amenazas o simplemente los fantasmas, una vez cumplida su misión, decidieron no aparecerse más? ¿Quizás, a medida que se fueron retirando los aviones en los que se habían reutilizado piezas del vuelo 401, los fantasmas fueron perdiendo su nexo de unión con los vivos hasta desaparecer?
Como dato curioso, me gustaría destacar la forma tan diferente en la que las familias de los supuestos fantasmas afrontaron los rumores de las apariciones. Mientras que la familia de Loft demandó a Fuller, la de Repo colaboró gustosamente con él y accedió a participar en sesiones espiritistas para contactar con su fantasma, cosa que, según Fuller, se consiguió.
EL libro de Fuller se puede encontrar en:
Una pasajera del vuelo Nueva York Miami, Emily Parker, se acercó a una de las azafatas para pedir su ayuda. El misterioso caballero vestido con uniforme de la compañía que tenía como compañero de viaje mostraba un extraño semblante, ella pensaba que podía estar enfermo, pero cuando le había preguntado si necesitaba algo, el hombre había guardado un silencio absoluto, ignorándola por completo. Ambas mujeres se aproximaron al hombre y la azafata trató de entablar conversación con él pero, al igual que en el caso anterior, desapareció ante el pasmo de azafata y pasajera. Más tarde reconocieron sin titubear a Don Repo al ver una foto del ingeniero fallecido.
Uno de los ingenieros de la compañía informó a sus superiores que cuando realizaba la inspección rutinaria de uno de los aviones, se encontró con Repo quien le aseguró que no tenía que preocuparse puesto que él ya había hecho la inspección. También el capitán de un vuelo que hacía el recorrido entre San Juan de Puerto Rico y Newark informó que durante uno de los viajes, había tenido un encuentro con Repo quien le había dicho: “Nunca más habrá otro accidente de un L-1011, no lo permitiremos”.
Estos son unos pocos ejemplos de las 20 ocasiones en las que los fantasmas de Repo y Loft fueron vistos Según las investigaciones que llevó a cabo Fuller, las apariciones siempre se produjeron en aviones de la compañía Eastern Air Lines que llevaban piezas recuperadas del avión siniestrado. Gran parte de los testigos de las apariciones, mostraron su convencimiento de que los fantasmas velaban para que no ocurriera ningún incidente en el vuelo.
Entre el personal de la compañía circuló el rumor que los libros de vuelo en los que se que mencionaban las apariciones habían sido retirados, y que varios de los testigos de las apariciones habían sido amenazados con una visita del psiquiatra de la compañía. En cualquier caso, los testimonios de las fantasmales visitas fueron espaciándose hasta desaparecer. ¿Surtieron efecto las amenazas o simplemente los fantasmas, una vez cumplida su misión, decidieron no aparecerse más? ¿Quizás, a medida que se fueron retirando los aviones en los que se habían reutilizado piezas del vuelo 401, los fantasmas fueron perdiendo su nexo de unión con los vivos hasta desaparecer?
Como dato curioso, me gustaría destacar la forma tan diferente en la que las familias de los supuestos fantasmas afrontaron los rumores de las apariciones. Mientras que la familia de Loft demandó a Fuller, la de Repo colaboró gustosamente con él y accedió a participar en sesiones espiritistas para contactar con su fantasma, cosa que, según Fuller, se consiguió.
EL libro de Fuller se puede encontrar en:
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