Para empezar, he de hacer una aclaración ya que muchas personas consideran a Edgar Cayce como un profeta, al estilo de Nostradamus o Jeane Dixon, pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que son famosas sus profecías, a las que dedicaré la próxima entrada de El Baúl, Edgar Cayce fue conocido sobre todo por la información que proporcionó sobre las antiguas civilizaciones en estado de trance, así como por su diagnósticos y tratamientos de enfermedades y por sus recomendaciones sobre temas variados como reencarnación, bienestar espiritual, alimentación y salud, etc.
Edgard Cayce era conocido como el profeta durmiente, porque realizaba sus lecturas psíquicas en estado de trance mientras estaba tumbado como si durmiese una siesta. Nació en una granja cercana a la localidad de Hopkinsville (Kentucky – U.S.A.) el 18 de marzo de 1.877. Es muy difícil desligar la biografía, estrictamente hablando, de la leyenda que se ha tejido en torno a su figura, pues se entremezclan los datos de una manera impresionante. En cualquier caso, pocos psíquicos han estado rodeados de una aureola casi sobrenatural como Edgar Cayce.
Se sabe que se crió dentro de una familia más bien humilde. Según algunas fuentes, el desencadenante de sus impresionantes facultades pudo ser el impacto que produjo en él ser testigo de la muerte de su abuelo paterno en un accidente ecuestre cuando tenía tan solo cuatro años. Hay quien cuenta que el espíritu de su abuelo se fue a unir al nutrido grupo de “amigos invisibles” que frecuentaban al niño Edgar. Otras fuentes desmienten rotundamente cualquier contacto frecuente de Edgar con espíritus de fallecidos.
Se cuenta que Cayce tenía la facultad de memorizar sus textos escolares durmiendo sobre ellos. En la asociación creada por el propio Edgar Cayce, A.R.E., relatan que el origen de esta curiosa forma de estudio comenzó a raíz de una visita angelical que recibió cuando tenía unos trece años. Según esta organización, a Cayce se le apareció un ángel que le preguntó cuál era su mayor deseo, sin dudarlo contestó que asistir a los demás, en especial a los niños enfermos. Hay que aclarar que se trataba de un niño con profundas convicciones religiosas y durante toda su vida fue un ávido lector y estudioso de la Biblia. Durante tres años esta curiosa técnica de estudios acompañaría su vida escolar, pero a los 16 años tuvo que abandonar la escuela para ayudar económicamente a su familia.
Cayce trabajó un tiempo en la granja de su abuela paterna, hasta que ésta falleció. Después fue encadenando varios empleos en distintas librerías hasta que encontró un trabajo como vendedor de seguros. El año 1.900 marcó un antes y un después en la vida de Cayce. Por causas que no están demasiado claras, sufrió una afonía que parecía incurable. Probó determinados remedios pero ninguno parecía servir para que recuperase la voz, lo que hizo que tuviera que abandonar la venta de seguros. Afortunadamente fue contratado por un fotógrafo de Hopkinsville como ayudante en su estudio.
Meses después, Cayce acudió a un hipnotizador para recobrar la voz, pero los resultados fueron desalentadores. Si bien bajo hipnosis podía hablar sin problemas, una vez que salía del trance, la afonía volvía. Pero Cayce no se rindió y accedió a ser hipnotizado por un conocido, Al Layne. Durante la sesión Cayce recuperó el habla y explicó a Layne cuáles eran las causas de su problema y cómo debía resolverse. El tratamiento prescrito en estado de trance fue un éxito y Cayce volvió a hablar sin problemas. >
Animado por Layne y por su novia, Gertrude, comenzó a hacer lecturas psíquicas de personas enfermas, tanto presentes como ausentes, siempre en estado hipnótico. Hay una gran curiosidad y es la dicotomía que se producía entre las dos facetas de la personalidad de Cayce, cuando entraba en trance era una persona totalmente culta e instruida con amplios conocimientos en distintas materias, no sólo en medicina, en cambio, el Edgar “normal” era un hombre bastante tranquilo, de escasa instrucción y sin demasiado interés por cultivarse intelectualmente.
Según el libro “El retorno de los brujos” de Pauwels y Bergier, Edgar Cayce no se sentía demasiado seguro de sus conocimientos psíquicos, al menos en sus comienzos, y cuando empezó a extenderse por la pequeña localidad su prodigioso “don” llegó a decir: “No voy a ponerme a curar a la gente porque hablo en sueños”.
Pero Cayce siguió haciendo sus lecturas en estado de trance. En 1.903 se casó con Gertrude y un año después abrió su propio estudio de fotografía, su verdadera pasión, con un socio en Bowling Green, cerca de su pueblo natal. Pero si bien sus diagnósticos eran increíblemente precisos y sus lecturas psíquicas asombraban a todo el mundo, en su vida personal Cayce sufrió verdaderas calamidades. Dos incendios fortuitos en su estudio en un corto intervalo de tiempo, acabaron por arruinarle.
Su segundo hijo, Milton Porter, enfermó al poco de nacer y Cayce no tuvo los suficientes reflejos como para hacer a tiempo una lectura para tratar de encontrar una cura, cuando ya estaba desahuciado por los médicos intentó por medio de trance salvar a su hijo pero ya era demasiado tarde, el bebé murió con dos meses. Este episodio fue algo que siempre Edgar se reprochó. Afortunadamente su esposa corrió mejor suerte que su hijo; cuando los médicos diagnosticaron una tuberculosis muy avanzada, Edgar logró en una de sus lecturas dar con el tratamiento adecuado y Gertrude se recuperó por completo.
Edgar y Gertrude |
Un artículo sobre sus facultades publicado en el New York Times en 1.910 desató más aún el interés por Cayce y las peticiones de consultas se acumulaban. Hay que decir a su favor que durante muchos años no cobró por sus servicios, sólo admitía aquellos donativos que algunos consultantes daban de forma voluntaria. Sólo empezó a cobrar, una cantidad mínima, cuando tuvo que dedicarse a tiempo total a las lecturas debido a la multitud de peticiones que recibía. Un dato a tener en cuenta.
A principio de la década de los veinte, los conocimientos psíquicos de Cayce parecieron ampliarse. Hasta ese momento sus lecturas psíquicas se restringían prácticamente a las enfermedades que le consultaban y los tratamientos más adecuados para las mismas, pero cada vez era más frecuente que en pleno trance, Cayce diese información muy precisa sobre temas de lo más variopinto. Por ejemplo explicaba de forma exhaustiva cómo eran la vida y costumbres en el Egipto de los Faraones, para luego hablar de la reencarnación y la transmigración de las almas o para dar consejos alimenticios o interpretar sueños. Era como si sus conocimientos globales fuesen aumentando en los más diversos campos.
Pero su gran interés era el tema de la salud, por lo que en 1.928 y con el apoyo de un rico inversor, consiguió materializar un sueño largamente acariciado por él, la creación en Virginia Beach (Virginia) de un hospital que cerró sus puertas por falta de fondos tres año después; eran épocas difíciles y Estados Unidos estaba sumido en la terrible crisis que, por cierto, Edgar había predicho años antes.
El mismo año que se cerró el hospital, 1.931, Edgar y Gertrude crearon la Association for Research and Enlightenment (A.R.E.) traducido como Asociación para la Investigación y la Iluminación Espiritual y que aún sigue activa. Hasta su fallecimiento, el 3 de enero de 1.945, Edgar no dejó de realizar sus lecturas psíquicas, de hecho son muchos los que piensan que la apoplejía que sufrió en 1.944 y que paralizó en gran medida su cuerpo hasta su fallecimiento, fue consecuencia directa del agotamiento producido por las innumerables consultas que atendía a diario. Gertrude falleció tres meses después.
Edgar Cayce nunca escribió un libro. Aunque existen varios libros que relatan su vida, y algunas de sus predicciones y lecturas.
La fiel secretaria de Edgar, Gladys Davis, recopiló todas las lecturas que hoy en día se conservan custodiadas en los archivos de la A.R.E. En la página de dicha asociación nos informan de la impresionante cantidad de lecturas que poseen:
“Las lecturas mismas, 14.306 existentes en la actualidad, han sido divididas en tres categorías principales:
- Las "lecturas de salud" o "lecturas físicas" (9.603), referentes a la salud y a la medicina.
- Las "lecturas de vida" (1.920), concernientes a la mente, el alma, la reencarnación y la astrología.
- Las "lecturas especiales" (956), que consisten en series de lecturas efectuadas por Cayce sobre una materia determinada, como Atlántida, Egipto, las cuestiones mundiales, el funcionamiento de la Asociación, los preceptos para el desarrollo espiritual, la curación por medio de la oración.
A ellas se agregan las "lecturas de negocios" (747), que tratan problemas financieros, industriales o comerciales; las "lecturas oníricas" (630), que reúnen todas las efectuadas sobre los sueños; y las "lecturas mentales-espirituales" (450), con consejos específicos de orden mental o espiritual”.
Hay muchas cuestiones sin resolver en torno a la figura de Edgar Cayce, pero para mí la principal sería el origen de la información tan variada que obtenía. ¿Accedía quizás a los Archivos Akásicos? ¿Viajaba en el tiempo? ¿Tenía poderes telepáticos? ¿Era una mezcla de todos estos y algunos “poderes paranormales” más? Os animo a investigar la vida y obra de Edgar Cayce y os dejo más abajo el enlace a la A.R.E. sobre la que quisiera hacer una pequeña advertencia: para quien desee afiliarse, debe tener en cuenta que tendrá como uno de los privilegios de afiliación el acceso a las lecturas de Cayce… ¡pero en inglés!
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