Como ya sabéis, me gusta de tanto en tanto introducir algún tema para reflexionar sobre lo que es el Tarot y los usos que se pueden dar al mismo. Las personas que simplemente ven el Tarot como una herramienta adivinatoria en la que todo es matemático, previsible y cuadriculado, por desgracia muchas aún, pueden cómodamente saltarse esta entrada pues no van a encontrar nada de su interés en ella; pero quien piense que el Tarot es mucho más que eso, espero que halle en este texto materia para pensar.
Pienso que el Tarot no tiene límites, sólo los que marque la persona que hace uso de él. Una de las cuestiones que siempre me ha inquietado es precisamente esa ausencia de límites, especialmente cuando queda abierta la posibilidad de entrar en la mente y la intimidad de quien no ha dado permiso para ello. Para que quede clara la intención de esta entrada, quiero hacer hincapié en la última frase: “quien no ha dado permiso”. Este matiz es el que marca la diferencia.