Alphonse Louis Constant, que pasaría a la historia del ocultismo con el sobrenombre de Eliphas Leví, nació en París el 8 de febrero de 1.810. Su familia no era precisamente adinerada, así que siendo muy jovencito, con tan solo 15 años, ingresó en el seminario de Saint-Nicolas du Chardonnet, que era una salida bastante airosa para aquellos que no podían permitirse económicamente una educación en aquella época.
Después pasó por otros seminarios, Issy y Saint-Suplice, siendo ordenado subdiácono en este último. Sería precisamente allí, desarrollando su labor como catequista, donde conocería a Adele Allenbach. El joven Alphonse se enamoró de ella perdidamente. En junio de 1.836, antes de ordenarse sacerdote, abandona el seminario para estar con su amada… craso error, Adele había desaparecido.
A la “traición” de Adele, se unió la trágica muerte de su madre. Se trataba de una señora enferma y mayor, cuya mayor ilusión era la carrera eclesial de su hijo. Cuando Alphonse dejó el seminario, su madre se suicidó inhalando los vapores tóxicos del carbón de una estufa. La depresión amenazó con hacer presa del joven Alphonse, pero sus amigos decidieron que un cambio de aires sería muy positivo para que recuperara la alegría perdida.
Así fue como Alphonse se dedicó a la vida bohemia durante un tiempo, acompañando a una compañía de actores ambulantes y coqueteando con grupos políticos un tanto radicales de la época. Lo más importante de este periodo de su vida fue el descubrimiento de su habilidad como dibujante.
Trabajó para varias revistas de la época, pero no abandonó sus inquietudes religiosas. De hecho ingresó en la abadía de Solesmes con la intención de tomar los hábitos y, precisamente allí, se dice que fue donde se desarrolló su afición desmedida por el ocultismo. La abadía contaba con una impresionante biblioteca en la que Alphonse encontró abundante literatura gnóstica a cuyo estudio se entregó con entusiasmo.
Pero las desavenencias con sus superiores lo llevaron a abandonar la abadía. Durante un tiempo malvivió trabajando como inspector en un colegio, hasta que, en 1.841, la publicación de una obra sumamente crítica con la jerarquía eclesiástica, “La Biblia de la Libertad”, hizo que pasara casi un año en la cárcel de Sainte-Pélagie. A pesar de las condiciones inhumanas del presidio, sus amigos no se olvidaron de él, proporcionándole comida y todas aquellas cosas que pudiera necesitar, haciendo así su estancia carcelaria, un poco más llevadera; Alphonse dedicó ese tiempo a la lectura.
Al recuperar la libertad, decidido a reconducir su vida, adoptó el apellido de su madre, Beaucourt. Se dedicó a la pintura y a realizar esporádicas incursiones en la política de una época tan convulsa, también fue padre y esposo, aunque las penalidades parecían cebarse insistentemente en Alphonse: la muerte de su pequeña hija Marie, con tan solo siete años, sumió a Alphonse en una melancolía de la que nunca logró recuperarse completamente.
Sería a mediados de siglo cuando Alphonse empezó a escribir sobre esoterismo e inició la que sería su principal obra: “Dogma y Ritual de la Alta Magia”. Por aquel entonces adoptó el pseudónimo por el que pasaría a la posteridad: Eliphas Leví (Zahed) que no es más que la traducción literal al hebreo de su propio nombre. En esa época, abandonado por su mujer, se volcó en sus escritos y en el esoterismo. Conoció a Bulwer-Lytton (autor de “Zanoni”) y entró en contacto con el mundo ocultista de la época, vía Rosacruz principalmente.
Así fue como Alphonse se dedicó a la vida bohemia durante un tiempo, acompañando a una compañía de actores ambulantes y coqueteando con grupos políticos un tanto radicales de la época. Lo más importante de este periodo de su vida fue el descubrimiento de su habilidad como dibujante.
Trabajó para varias revistas de la época, pero no abandonó sus inquietudes religiosas. De hecho ingresó en la abadía de Solesmes con la intención de tomar los hábitos y, precisamente allí, se dice que fue donde se desarrolló su afición desmedida por el ocultismo. La abadía contaba con una impresionante biblioteca en la que Alphonse encontró abundante literatura gnóstica a cuyo estudio se entregó con entusiasmo.
Pero las desavenencias con sus superiores lo llevaron a abandonar la abadía. Durante un tiempo malvivió trabajando como inspector en un colegio, hasta que, en 1.841, la publicación de una obra sumamente crítica con la jerarquía eclesiástica, “La Biblia de la Libertad”, hizo que pasara casi un año en la cárcel de Sainte-Pélagie. A pesar de las condiciones inhumanas del presidio, sus amigos no se olvidaron de él, proporcionándole comida y todas aquellas cosas que pudiera necesitar, haciendo así su estancia carcelaria, un poco más llevadera; Alphonse dedicó ese tiempo a la lectura.
Al recuperar la libertad, decidido a reconducir su vida, adoptó el apellido de su madre, Beaucourt. Se dedicó a la pintura y a realizar esporádicas incursiones en la política de una época tan convulsa, también fue padre y esposo, aunque las penalidades parecían cebarse insistentemente en Alphonse: la muerte de su pequeña hija Marie, con tan solo siete años, sumió a Alphonse en una melancolía de la que nunca logró recuperarse completamente.
Sería a mediados de siglo cuando Alphonse empezó a escribir sobre esoterismo e inició la que sería su principal obra: “Dogma y Ritual de la Alta Magia”. Por aquel entonces adoptó el pseudónimo por el que pasaría a la posteridad: Eliphas Leví (Zahed) que no es más que la traducción literal al hebreo de su propio nombre. En esa época, abandonado por su mujer, se volcó en sus escritos y en el esoterismo. Conoció a Bulwer-Lytton (autor de “Zanoni”) y entró en contacto con el mundo ocultista de la época, vía Rosacruz principalmente.
La publicación de “Dogma y Ritual de la Alta Magia” se produjo en 1.854 y tuvo una gran repercusión, aunque no significó un reconocimiento económico para su autor, si que tuvo un efecto inmediato en su prestigio, que sufrió un importante impulso. A partir de ese momento, prácticamente todos sus esfuerzos se encaminaron al estudio y divulgación del ocultismo.
Hay una anécdota que circula sobre él y es que, en una estancia en Londres, consiguió conjurar con éxito a Apolonio de Tiana. En 1.859 publicó “La Historia de la Magia”. Esta obra fue la que consiguió su consagración como ocultista; tanto en el aspecto económico como en su prestigio en los círculos esotéricos. Por fin Alphonse era tomado en serio.
En el año 1.861 recibió su elevación a Maestro Masón en la logia Rosa del Perfecto Silencio. Pero las desavenencias hicieron que acabara abandonando la Masonería, aunque nunca renunció del todo a sus fundamentos, como sucede en muchas ocasiones, siguió practicando y creyendo en los principios, pero renegaba de la asociación en sí. También ese año publicó otra de sus grandes obras: “La Llave de los Verdaderos Misterios”. Desde entonces se multiplicaron sus escritos sobre ocultismo, Magia ritual y Cábala.
Su vida fue una constante montaña rusa en la que, según los acontecimientos, Eliphas estaba unas veces arriba para luego caer en picado, nunca logró una estabilidad en el ámbito profesional y mucho menos en el personal. Esa ley no escrita, pero que es común a muchos estudiosos del ocultismo, los constantes vaivenes y la inestabilidad crónica, se cumplió en el caso de Eliphas Leví con creces. En 1.875, tras meses de sufrimientos causados por una bronquitis crónica e incluso elefantiasis, murió en París el 31 de mayo.
Es imposible resumir el legado de Eliphas Leví para el ocultismo. Sñolo leyendo sus obras se puede comprender la magnitud de sus investigaciones mágicas y conclusiones. Su cultura esotérica era sorprendentemente variada aunque, sin lugar a dudas, su mayor fuente estaba en los autores clásicos como Jacobo Boheme, Saint-Martin o Swedenborg y, en especial, la Cábala hebrea. Según Werner F. Bonn dijo en su “Diccionario de Parapsicología” (Alianza Editorial 1.983), para Eliphas Leví la Magia se basaba en tres principios básicos, que él postuló como las tres leyes fundamentales de la Magia:
Hay una anécdota que circula sobre él y es que, en una estancia en Londres, consiguió conjurar con éxito a Apolonio de Tiana. En 1.859 publicó “La Historia de la Magia”. Esta obra fue la que consiguió su consagración como ocultista; tanto en el aspecto económico como en su prestigio en los círculos esotéricos. Por fin Alphonse era tomado en serio.
En el año 1.861 recibió su elevación a Maestro Masón en la logia Rosa del Perfecto Silencio. Pero las desavenencias hicieron que acabara abandonando la Masonería, aunque nunca renunció del todo a sus fundamentos, como sucede en muchas ocasiones, siguió practicando y creyendo en los principios, pero renegaba de la asociación en sí. También ese año publicó otra de sus grandes obras: “La Llave de los Verdaderos Misterios”. Desde entonces se multiplicaron sus escritos sobre ocultismo, Magia ritual y Cábala.
Su vida fue una constante montaña rusa en la que, según los acontecimientos, Eliphas estaba unas veces arriba para luego caer en picado, nunca logró una estabilidad en el ámbito profesional y mucho menos en el personal. Esa ley no escrita, pero que es común a muchos estudiosos del ocultismo, los constantes vaivenes y la inestabilidad crónica, se cumplió en el caso de Eliphas Leví con creces. En 1.875, tras meses de sufrimientos causados por una bronquitis crónica e incluso elefantiasis, murió en París el 31 de mayo.
Es imposible resumir el legado de Eliphas Leví para el ocultismo. Sñolo leyendo sus obras se puede comprender la magnitud de sus investigaciones mágicas y conclusiones. Su cultura esotérica era sorprendentemente variada aunque, sin lugar a dudas, su mayor fuente estaba en los autores clásicos como Jacobo Boheme, Saint-Martin o Swedenborg y, en especial, la Cábala hebrea. Según Werner F. Bonn dijo en su “Diccionario de Parapsicología” (Alianza Editorial 1.983), para Eliphas Leví la Magia se basaba en tres principios básicos, que él postuló como las tres leyes fundamentales de la Magia:
- La ley de la Fuerza de Voluntad. Hay un hecho material, una emanación del hombre, que origina circunstancias: la voluntad (concepto influido por la filosofía de los fluidos mesmeristas) los signos y ritos de la Magia son recursos para acrecentar esta voluntad.
-La ley de la Luz Astral, sería comparable con el éter universal, es una sustancia de materia fina, que llena el universo y que transmite efectos motores de esta manera explica Eliphas Leví el fenómeno de la Psicocinesis.
- La ley de la Correspondencia. En ella se recogen antiguas especulaciones sobre el macrocosmos y microcosmos: el ser humano es un espejo mágico del universo, cada objeto, cada factor en el universo, tiene su representación o correspondencia en el hombre. Por esto, en la Magia Ritual existe la posibilidad de llamar a estos representantes exteriores mediante la invocación; en cambio, en la evocación se hacen surgir los representantes interiores. Si existe una base material (por ejemplo la sangre), es posible que la representación evocada, que procede de lo más profundo del Mago, se manifieste físicamente.
Uno de los muchos dibujos sobre Magia que realizó Eliphas Leví, recreando la figura del Baphomet de los Templarios, es, sin duda, la representación del Macho Cabrío más conocida y utilizada desde su creación. El dibujo aparecía en el libro “Dogma y Ritual de la Alta Magia”. Seguro que en alguna ocasión habéis visto esta imagen, bueno pues, para quien no lo sepa, su autor es nuestro personaje de hoy Eliphas Leví.
Aquí podéis encontrar las sus principales obras:
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