La palabra Ooparts es el acrónimo en inglés de: “out of place artefact”, es decir artefactos fuera de lugar. Es un término que se refiere a una serie de objetos que se han ido encontrando en excavaciones arqueológicas y que están fuera de tiempo, son anacrónicos. Es decir, objetos modernos cuya datación se remonta a épocas muy antiguas en las que, al menos que hasta la fecha sepamos, el ser humano carecía de los conocimientos necesarios para fabricarlos. Uno de estos Ooparts es la pila de Bagdad.
En el año 1.936, en Rabua, una colina próxima a Bagdad (Irak), unos trabajadores que realizaban excavaciones en la zona, encontraron una tumba protegida por una pesada losa de piedra, claramente era muy antigua. En su interior se hallaron muchas piezas que fueron datadas en un período comprendido entre los años 250 a.C: y 225 d.C., aproximadamente la época de los Partos. Entre las muchas figurillas y objetos decorativos, apareció una especie de vasija de barro de pequeñas dimensiones. No parecía ser nada del otro mundo, aunque resultaba llamativo el tapón de asfalto que la sellaba.
Una vez abierto el tapón, se encontró dentro de la vasija algo sorprendente: un cilindro de cobre de unos 19 cm de largo por 2,6 cm de ancho y en su interior había una varilla de hierro revestida de plomo. El extraño objeto fue a parar al Museo Estatal de Bagdad. El ingeniero alemán Wilhem Köning estudió el curioso objerto llegando a una conclusión asombrosa: era una pila, aunque bastante rudimentaria. Pero cuando rellenó la vasija con un electrolito y la conectó a una lámpara, consiguió una débil iluminación.
Cuatro años después se publicó el informe con las conclusiones de la investigación y en este se decía que la vasija encontrada funcionaba como una pila eléctrica. Años después, aparecería en escena otro ingeniero, en este caso un estadounidense que trabajaba en el Laboratorio de Alto Voltaje, de la General Electric Company, de Pittsfield, Massachussets, Willard F.M. Gray, que estaba fascinado por la vasija. Para comprobar si realmente era una pila antigua, decidió construir una igual, o lo más parecida posible. Para ello tendría que utilizar los mismos materiales y en las mismas proporciones y dimensiones que se habían empleado en la fabricación de la vasija original.
Una última cuestión era cuál sería el electrolito (sustancia, salina o alcalina, que contiene iones libres y que hace las funciones de conductor eléctrico) a utilizar, evidentemente tendría que tratarse de un material que fuera conocido y que estuviera disponible en la época y en la zona geográfica en la que se había encontrado la vasija, si no, la réplica de la misma no tendría validez. Se le ocurrió utilizar el zumo de la uva; ya que era un producto que se sabía era habitualmente consumido en la antigua Mesopotamia.
Cuatro años después se publicó el informe con las conclusiones de la investigación y en este se decía que la vasija encontrada funcionaba como una pila eléctrica. Años después, aparecería en escena otro ingeniero, en este caso un estadounidense que trabajaba en el Laboratorio de Alto Voltaje, de la General Electric Company, de Pittsfield, Massachussets, Willard F.M. Gray, que estaba fascinado por la vasija. Para comprobar si realmente era una pila antigua, decidió construir una igual, o lo más parecida posible. Para ello tendría que utilizar los mismos materiales y en las mismas proporciones y dimensiones que se habían empleado en la fabricación de la vasija original.
Supuesta composición de la pila |
Pero al final optó por ir a lo seguro y utilizó sulfato de cobre. El resultado fue positivo. La pila llegó a funcionar generando entre uno y dos voltios. Según afirmó Gray, metió una estatuilla de plata, que en dos horas se volvió dorada. Este cambio de color sólo podría producirse si la vasija lograba generar corriente eléctrica. Según él, la vasija era ciertamente una pila y su función sería proporcionar la electricidad necesaria para realizar galvanización con oro y plata.
Con esta teoría, se dio uso a una serie de vasijas que se habían encontrado en la zona, en diferentes momentos y que no estaban en un estado de conservación tan bueno. De este modo, la pila de Bagdad tuvo unas diez compañeras más, lo que demostraba que no era un objeto curioso y aislado, era algo que se fabricaba en épocas remotas y que tenía una utilidad concreta. En la década de los setenta, el egiptólogo alemán, Arne Eggebrecht hizo otra recreación de la pila de Bagdad y en esta ocasión sí que utilizó zumo de uva. Consiguió generar 0.87V.
Desgraciadamente, el ser humano es como es y durante la invasión de Irak, en el año 2.003, su Museo Nacional que albergaba las pilas, fue saqueado y expoliado. Entre tanto robo y destrucción, la pilas desaparecieron. Se dice que el gobierno iraquí había puesto estas y otras piezas valiosas a buen recaudo en prevención de alguna catástrofe similar a la que ocurrió. De momento nada se sabe sobre las pilas, así que no habrá que tomar demasiado en serio esta información.
Ahora es cuando viene el problema ¿es realmente una pila? Si bien hay muchos defensores de esta teoría, no está tan claro. Reconozco que mis conocimientos sobre electroquímica son escasos, por no decir nulos, así que no tengo capacidad para argumentar ni a favor ni en contra. Así que prefiero mantenerme al margen y os animo a leer dos páginas que se posicionan claramente en cada una de las posturas.
El primer enlace pertenece a una página bastante escéptica; lo interesante del artículo, escrito por Luis Ruíz Noguez, (periodista y químico) es que argumenta sin insultar ni faltar al respeto a las personas que sí creen que la vasija es una pila. En el segundo enlace encontramos las argumentaciones a favor de la autenticidad de la pila, que hace el periodista especializado en el misterio y las conspiraciones, Bruno Cardeñosa en un archivo de audio. Se trata de una página en la que se pueden encontrar varios fragmentos de distintos reportajes de Cardeñosa para la radio.
http://www.dios.com.ar/notas1/enigmas/misterios/pilas/pilas_bagdad.htm
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