Gérard Encausse, más conocido como Papus, era un apasionado del esoterismo que no se especializó en ningún tema en concreto, todas las áreas le interesaban y estudió las correlaciones entre unas y otras. Fruto de sus estudios sobre el Tarot fue su libro “El Tarot de los bohemios” (1.889), en el que se ven claramente las influencias que sobre él tuvieron los trabajos de Eliphas Leví y también, en menor medida,de Gébelin y Christian.
Para Papus, el Tarot era el auténtico libro de Thot que los bohemios, es decir, los gitanos cíngaros, introdujeron en la Europa occidental. Eran, por decirlo de algún modo, los portadores de una tradición milenaria y, seguramente, no eran conscientes de tan alto honor. Esta teoría tuvo muchos seguidores en aquella época. Leamos lo que al respecto escribe en el primer capítulo “Introducción al estudio del Tarot”:
“Sí, ese juego de cartas denominado Tarot, que poseen los bohemios, es la biblia de las biblias. Es el libro de Thot-Hermes-Trismegisto, es el libro de Adán, es el libro de la revelación primitiva de las antiguas civilizaciones.
Cuando el Masón, hombre inteligente y virtuoso, ha perdido la tradición; cuando el sacerdote, hombre igualmente inteligente y virtuoso, ha perdido su esoterismo; los Bohemios, hombres ignorantes y viciosos, nos dan la clave que nos permitirá explicar todos los simbolismos.
¿Cómo no admirar la sabiduría de estos iniciados que han utilizado el vicio y le han hecho producir, desde el punto de vista del bien, mejores resultados que a la virtud? Este juego de cartas de los bohemios es un libro maravilloso, como acertadamente lo ha observado Court de Gébelin y sobre todo Vaillant. Este juego, con el nombre de Tarot, Torá, Rota, ha formado sucesivamente la base de la enseñanza sintética de todos los pueblos antiguos”.
Mi particular opinión sobre este libro es que no es muy adecuado para principiantes, puesto que es bastante denso y muchas de sus hipótesis se basan en especulaciones poco fundamentadas de otros ocultistas, todo ello puede conducir a la confusión. En cualquier caso, es sumamente interesante la descripción que hace de los Arcanos Mayores, a los que va relacionando con las 22 letras hebreas: Mago con Aleph, Papisa con Beth, y así sucesivamente.
Del mismo modo establece también correlaciones astrológicas y cabalísticas. Estudia las cartas del Tarot desde varios ángulos de vista. Una de las agrupaciones de Arcanos que propone Papus, resume los Arcanos Mayores en tres grandes grupos, cada uno de los cuáles representaría uno de los principios de la creación:
El Principio Creador: al que corresponden los Arcanos 1, 4, 7, 10, 13, 16, 19.
El Principio Conservador: al que corresponden los Arcanos 2, 5, 8, 11, 14, 17, 20.
El Principio Realizador: 3, 6, 9, 12, 15, 18, 0.
El Arcano 21, es decir, el Mundo es, por decirlo de algún modo el resumen y resultado de la aplicación de los tres principios.
Para quien esté interesado, en la parte inferior adjunto un enlace para descargarse este libro. Las imágenes están basadas en el Tarot Falconier, con fuertes influencias egipcias, puesto que se supone que ese es su origen. Bastantes años después, en 1.909, publicó su libro “El Tarot adivinatorio” en el que Papus concede tanta importancia a los Arcanos Menores como a los Mayores.
En este caso ya no se trataba de un estudio sesudo y altamente teórico, por el contrario era mucho más práctico. De hecho, encargó al artista Gabriel Goulinat la creación de su propia baraja, que podríamos encuadrarla en las cartas de diseño egipcio. Originalmente se introdujo una interesante información en cada carta; el diseño estaba enmarcado en una lámina que constaba, en su lateral izquierdo (según se mira), de un listado de relaciones del Arcano en cuestión con una letra hebrea, una latina, un ideograma sanscrito, otro egipcio y otro símbolo que derivaría de la obra “L’Archeométre” de J.A. Saint-Yves que contiene un supuesto idioma mágico, el Watan, del que algún día hablaré puesto que es una auténtica curiosidad.
También, en la parte superior de algunas de las cartas, junto al número arábigo, aparece una figura geométrica que hace referencia al valor numérico y por último, en el lateral derecho, la correlación con el símbolo del signo astrológico que se corresponde. En la parte inferior, se leía el nombre tradicional de cada carta, acompañado de sus significados principales.
A día de hoy, lo que podemos encontrar es la versión ilustrada y coloreada, que prescinde de los datos anteriormente mencionados, lo que es una auténtica lástima. Daré un breve repaso a algunas cartas que me han llamado la atención, aunque en el fondo, la baraja es una mezcla entre Eteilla y Falconier.
Me llama, por ejemplo, la atención la Papisa, con una especie de velo que cubre su cabeza tapando hasta los ojos. Como llamativa me resulta también la Emperatriz alada y pisando una media luna, algo que es más habitual de la Papisa. Curiosa me resulta la imagen del Diablo, que es la tradicional del macho cabrío, muy cercana a la iconografía medieval europea, algo similar a lo que sucede con el Loco.
En cuanto a los Arcanos Menores, están por un lado las cartas numerales, que quedan divididas en dos mitades algo desiguales, en la parte superior aparecen los implementos del palo correspondiente: las siete copas, las tres espadas, etc. y en la inferior, van desfilando distintos elementos simbólicos en los que no faltan, entre otros elementos, letras hebreas. Especialmente llamativo resulta el palo de Oros, puesto que en las monedas podemos encontrar símbolos astrológicos. En cuanto a las Cartas de la Corte, encontramos a las figuras ya conocidas: Sota o Paje, Caballo, Reina y Rey, eso sí, con indumentaria egipcia.
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