Lo prometido es deuda, así que, a petición de mi querida Azul Tarot o Ivana, hoy voy a dar a conocer la versión que sobre el Arcano de los Enamorados, los Amantes o el Enamorado, como se prefiera, podemos encontrar en el libro que comenté recientemente en la sección de Fuentes y Biografías: “El Tarot esotérico o el Libro de Toth” de Julio Peradejordi, ed. Obelisco. Esta es una buena manera de, por un lado conocer algo más de este libro y de la forma que tiene de entender su autor el Tarot, por otro, es una estupenda ocasión para aproximarnos a este Arcano desde un punto de vista novedoso.
Antes de pasar al texto, he de hacer un apunte interesante: el autor analiza el Tarot de Marsella, por eso incluyo la breve descripción que de la ilustración hace Peradejordi para que, de este modo, quienes no estén muy familiarizados con esta baraja entiendan las correspondencias simbólicas que se establecen. Como los significados adivinatorios son similares a los que tradicionalmente se asignan a esta carta, no los incluyo pues me parece una redundancia, lo realmente interesante es el concepto arquetípico y simbólico del Arcano.
A la hora de elegir el Arcano, no he tardado demasiado en decidirme, puesto que esta carta, en el Marsella siempre me ha parecido interesantísima al ser muy distinta a la versión del Rider-Waite-Coleman y sus derivadas, que es la que yo utilizo habitualmente. En muy pocas ocasiones he oído, o leído, la interesante teoría que señala la posibilidad de que la figura de la mujer mayor sea en realidad un hombre, más concretamente un sacerdote, y eso es algo que me resulta sumamente interesante. En cualquier caso, merece la pena leer sobre cualquier Arcano interpretado por Peradejordi, su forma de enlazar ideas y su erudición hace que su lectura sea una gran experiencia. Veamos, pues sus impresiones sobre el Enamorado:
Descripción: Este Arcano representa a un joven imberbe de rubios cabellos, con la cabeza descubierta, situado en el centro de la carta. A su izquierda está una bella muchacha rubia y a su derecha aparece un personaje que podría ser un sacerdote de mediana edad que tiene su mano sobre el hombro del joven. Este personaje es también imberbe, por lo que podría representar a una mujer hombruna y fea. Un ángel de cabello rubio y de alas azules, probablemente Cupido, está encima de los tres personajes, con un arco y una flecha dirigidos hacia el joven o quizás hacia la mano izquierda de la muchacha.
“Simbolismo: El simbolismo de este naipe puede considerarse desde varios puntos de vista. Si lo interpretamos como el sacerdote (a la izquierda) que está casando al joven y a la muchacha, como han hecho varios autores, no vemos qué papel juega aquí Cupido. Si, al contrario, vemos en esta carta a un joven indeciso (en el centro) que no sabe si escoger por mujer a una vieja fea y viciosa (a la izquierda) que no deja ver el color de sus mangas, o a la muchacha que se le ofrece a la derecha del naipe, cuyas mangas blancas indican pureza. Un curioso detalle nos permite adivinar quién ha de ser objeto de su elección: Cupido está apuntando con su flecha blanca a la mano de la muchacha. La flecha blanca indica amor puro. Notemos que Cupido no es aquí ciego ni lleva ninguna banda que le cubra los ojos, como ocurre en algunas representaciones tradicionales de este ángel; esto parece indicarnos que sabe muy bien hacia dónde apunta. Su carácter celeste viene indicado por el color azul de sus alas.
Para algunos autores, el personaje de la izquierda representa al Vicio y el de la derecha a la Virtud; para otros se trataría del amor profano y del amor sagrado. Por otra parte, se podría asociar esta lámina a la parábola de Hércules que nos ha transmitido Filóstrato en su Vida de Apolonio de Tiana, de donde extraemos el párrafo siguiente:
“Tú has visto en descripciones de pinturas el Heracles de Pródico, cómo Heracles es un joven, aún en el momento de elegir su forma de vida, y cómo la maldad y la virtud, disputando entre ellas, tratan de arrastrarlo: la una ataviada con oro y collares, con un vestido teñido de púrpura, con color en las mejillas, bucles en su cabellera y pintura en los ojos, tiene incluso sandalias de oro, pues está representada también caminando orgullosamente sobre ellas. La otra, en cambio, la virtud, se asemeja a una mujer muy trabajada, de mirada seca, que usa de sus arrugas como adorno. Descalza, es modesta en su vestimenta, incluso aparcería desnuda si no conociera lo que es en las mujeres decoroso”
Según los Pitagóricos, la vida humana puede representarse por una letra Y. El trazo central correspondería a la infancia, donde no hay ni vicios ni virtudes, mientras que el de la izquierda correspondería al Vicio y el de la derecha a la Virtud. También según los Pitagóricos, después de la muerte el alma ha de elegir entre dos caminos: uno a la izquierda, más solícito, que en realidad conduce a los Infiernos; y otro a la derecha, más discreto, que lleva a los Campos de los Bienaventurados.
El tema de las dos vías no aparece sólo en el esoterismo griego; lo encontramos también entre los judíos y los primeros cristianos. En el Salmo I podemos leer: “Bienaventurado el hombre que no obra según el consejo de los malvados y no se detiene en el camino de los pecadores”.
El libro de Jeremías ( XXI-8) nos habla también de estad dos vías: “Así habla YHWH (Yahvé): Mirad, os doy a elegir entre el camino de la vida y el de la muerte”:
San Bernabé, en su famosa Epístola (XVIII) nos habla de este modo: “Dos caminos hay de doctrina y de potestad, el camino de la luz y el camino de las tinieblas. Ahora bien, grande es la diferencia que hay entre estos caminos. Porque sobre el uno están apostados los ángeles de Dios, portadores de luz; sobre el otro, los ángeles de Satanás. Y uno es Señor desde los siglos y hasta los siglos; el otro es el príncipe del presente siglo de la iniquidad.”
En un pequeño tratadillo cristiano titulado “Didaché” o “Doctrina de los Doce Apóstoles” vuelve a encontrarse: “Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte, pero grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos”.
El tema de las dos vías no aparece sólo en el esoterismo griego; lo encontramos también entre los judíos y los primeros cristianos. En el Salmo I podemos leer: “Bienaventurado el hombre que no obra según el consejo de los malvados y no se detiene en el camino de los pecadores”.
El libro de Jeremías ( XXI-8) nos habla también de estad dos vías: “Así habla YHWH (Yahvé): Mirad, os doy a elegir entre el camino de la vida y el de la muerte”:
San Bernabé, en su famosa Epístola (XVIII) nos habla de este modo: “Dos caminos hay de doctrina y de potestad, el camino de la luz y el camino de las tinieblas. Ahora bien, grande es la diferencia que hay entre estos caminos. Porque sobre el uno están apostados los ángeles de Dios, portadores de luz; sobre el otro, los ángeles de Satanás. Y uno es Señor desde los siglos y hasta los siglos; el otro es el príncipe del presente siglo de la iniquidad.”
En un pequeño tratadillo cristiano titulado “Didaché” o “Doctrina de los Doce Apóstoles” vuelve a encontrarse: “Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte, pero grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos”.
Muchas gracias por este espléndido comentario. Escribí este libro hace más de 30 años y aún me sorprende (el simbolismo del Tarot es inagotable). Hace poco he publicado EL TAROT DE RENNES LE CHATEAU, con 22 naipes de Eduard Duran, que va más o menos en la misma línea.
ResponderEliminarJULI PERADEJORDI
Hola ¡qué grata sorpresa!
EliminarEfectivamente el Tarot no deja de sorprender, y cuanto más se investiga, más se aprende, es una fuente inagotable de sabiduría. Es lo mágico y misterioso del Tarot.
Espero que tengas mucho éxito con tu nuevo libro, ¡tendré que adquirirlo! y tal vez, más adelante incluya en el blog un comentario sobre él.
Saludos y gracias a ti por tus escritos