viernes, 30 de marzo de 2018

EL DIABLO. MEDITACION

Tarot Universal R. de Angelis

Si hay dos cartas que suelen causar inquietud, aún desconociéndolo todo sobre el Tarot, son sin duda La Muerte y El Diablo. Sus imágenes son la representación arquetípica de dos de los grandes miedos del ser humano: la Muerte y el Mal, fuerzas de las que desconocemos casi todo, pero que han acompañado a la humanidad desde sus orígenes.
La imagen del Diablo en el Tarot es imponente. Representa al macho cabrío sobre un pedestal cúbico al que están encadenadas dos figuras humanas, hombre y mujer.

Esta escena nos lleva irremediablemente a recordar las figuras del jardín del Edén representado en la carta de Los Enamorados en buena parte de mazos de Tarot. En el fondo, la carta del Diablo se podría tomar como una especie de parodia del Arcano VI, siendo sustituido el Ángel por el Diablo y degradando a Adán y Eva del paraíso terrenal a la más absoluta negrura del infierno, encadenándolos a su pedestal cúbico.
Y, ¿no es acaso parodia esta escena, de la carta de El Papa? Desde el signo de su mano derecha, a la posición de superioridad física por encima de sus acólitos.
Es más, hablando de parodias, ¿te recuerda vagamente la postura de este Diablo al Mago? ¿Será que los poderes y el conocimiento que recibe y transmite el Mago, reflejan aquí su contrapunto oscuro?

En muchas barajas, el Diablo aparece portando una antorcha que apunta hacia el suelo, como si nos dijera “Yo soy la falsa luz”. Y esa falsa luz es la que nos hace creer que podemos vislumbrar la verdad en el mundo de la dualidad, de la separación entre objeto y sujeto.

En el fondo, el Diablo es una burla, un juego de sombras, en el que todo es apariencia. Nos quiere hacer creer que lo que ven nuestros ojos físicos es la única realidad.
Representa las ilusiones que provocan las apariencias externas; y esta es precisamente una de las aplicaciones que podemos encontrar en el trabajo meditativo con este Arcano, aprender a desprendernos de las falsas creaciones mentales para ver las cosas tal y como son.
Y el Diablo te propone que lo hagas como un juego, te invita a que te tomes menos en serio y aceptes la parte lúdica y divertida de las cosas.

En el Arcano XV, la noción de Maya (Ilusión) está muy presente. Este concepto, actualizado hoy en día con el término Mátrix o Matriz, es muy antiguo. Creencias como la hinduista o la budista ya manejaban la idea que establecía que el mundo físico, tal como lo conocemos y percibimos, es una gran ilusión, una creación de nuestra propia mente y nuestras creencias más arraigadas. Según esta idea, lo que vemos es real, mientras creamos que es real, es decir que solo sería “real” aquello que observamos. Esto, hoy en día, está explicado por la física cuántica. El investigador Dean Radin lo expone mejor que yo:

“La observación no sólo perturba lo que hay que medir, lo produce. Nosotros obligamos al electrón a asumir una posición definida. Nosotros mismos producimos los resultados de la medición”.
(“Psychophysical interactions with a double-slit interference pattern” 2.013)

La ilusión es un velo invisible (el que vemos en la carta de la Suma Sacerdotisa) que esconde la realidad, proyectándonos la visión irreal en la que nos vemos inmersos. Cuando logramos descorrer ese velo, es cuando realmente nos damos cuenta de que vivimos en la ilusión, en Maya, y que el mayor impedimento para percibir la realidad es la identificación con el mundo material, que a su vez, crea toda una serie de falsas necesidades producidas por el ego.

Y esas necesidades del ego son las que crean las limitaciones y adicciones que están representadas en este Arcano por las dos figuras, masculina y femenina, encadenadas al cubo del Diablo. Al igual que esos dos personajes, encontramos que nuestro ser está encadenado a una serie patrones de conducta que a su vez están basados en todo un cuerpo de creencias, que aprendimos de nuestra familia, en la escuela, en el vecindario, en la sociedad y cultura en la que crecimos. Mas a esto, hemos de añadir el condicionamiento genético que se ha ido perpetuando de generación en generación.

Esos condicionamientos impuestos dirigen nuestra vida y nos dicen cómo tenemos que vestir, lo que nos que nos tiene que gustar, que ideas tenemos que tener, cómo nos tenemos que comportar, incluso, cómo debemos hablar, etc. Y a esto, habría que añadir que el concepto del Mal como tal, es cambiante e impreciso, puesto que lo que hace dos siglos era visto como malo, ahora está normalizado y aceptado, según el pensamiento predominante, y lo que ahora vemos como malo, probablemente, dentro de otros dos siglos, esté mayoritariamente aceptado, y sea lo bueno, lo correcto. Desde esta perspectiva, el concepto del Mal se diluye porque no es un principio inamovible, sino que va cambiando y evolucionando según los patrones impuestos por la sociedad del momento.

Y precisamente, ese comportamiento gregario, teledirigido y estacional (por lo cambiante en función de la moda y las corrientes de pensamiento que predominen), es el que provoca la sensación de diferenciación que rompe la unidad original (no dualidad) entre Dios (o el Ser Superior, Energía Primaria o como lo quieras llamar) y la persona, entre lo que es real y lo que es irreal, porque nos dice que hemos de separar lo que es bueno de lo que es malo, lo correcto de lo incorrecto, lo aceptable de lo inaceptable…
Por tanto, esta dualidad, este concepto establecido y aceptado de la separación, es lo que mantiene el alma cautiva de lo que se conoce como Samsara, que es la eterna rueda cíclica de la reencarnación. En tanto continuemos instalados en el concepto de la separación y creamos en el poder real del Diablo en contraposición a Dios (o como quieras llamarlo), sin entender que no es más que una creación humana auspiciada por nuestro propio ego, seguiremos manteniendo y fortaleciendo esas cadenas que nos atan a lo material, a las cosas.

En algunas barajas, la figura de el Diablo tiene grabadas la leyenda: “Solve et Coagula” disolver y coagular, o separar y unir, que sintetizan toda la Gran Obra, y que nos hablan de la disolución y muerte del “Hombre Viejo” que debe dar paso al nacimiento de un “Hombre Nuevo”. Nos dice que no se puede construir algo nuevo si no derrumbas lo anterior
Gracias a “Solve et Coagula” los opuestos son equilibrados y es posible acabar con el antagonismo entre espíritu y materia.

Y aquí hay un escollo a salvar que debemos tener en cuenta. Cuando empezamos a descorrer ese velo y tomamos consciencia de ese mundo de apariencia y mentira en el que vivimos, es muy frecuente que sintamos incomodidad, un extraño sentimiento de culpabilidad por no hacer lo “correcto”, de transgredir lo establecido que puede llegar a incomodarnos, y mucho. Aquí entra en juego la parte lúdica del Diablo, que se ríe de todo y te invita a saltarte las normas sin ningún complejo, sin ninguna culpa.

Tarot B.O.T.A.
En su libro “Jung y el Tarot”, Sally Nichols nos dice:
“Los sentimientos de transgresión, culpa y castigo son inherentes a la búsqueda de la consciencia. Cada vez que rompemos con la imagen preconcebida de cómo “deben” ser o se “deben” hacer las cosas, nos sentimos culpables. Estos sentimientos se encarnan en el inconsciente de forma tan profunda que acciones que no tienen consecuencia moral despiertan con frecuencia sentimientos de culpa si estas acciones ofenden la propiedad de ese inconsciente “padre interior”, criatura cuyos vestigios pueden permanecer intactos a lo largo de toda una vida. De manera similar, cualquier ruptura con las costumbres establecidas en el orden social, aunque no tenga consecuencia alguna, puede ser experimentada como una ofensa contra la totalidad y se ve acompañada a menudo por sentimientos de culpa. Si “todo el mundo lo hace” uno puede hacer, decir o llevar las cosas más extrañas, incluso realizar actos ilegales o criminales sin sentirse culpable”.

Leyendo este interesante párrafo de Sally Nichols, cabe preguntarse ¿Realmente te sientes culpable por salirte del rebaño, del pensamiento predominante? ¿Sientes que encarnas al mal si no haces lo que dices los demás, no piensas lo que piensan los demás, no sientes como sienten los demás? ¿Es malo salirse del rebaño y ser realmente TÚ? ¿Te sentarás a esperar a que tus ídolos de Hollywood o de la discográfica que sea o del partido político X te digan lo que tienes que opinar, cómo tienes que actuar, sentir, pensar, hablar o ser? ¿O serás capaz de, con un acto de valentía, atreverte a ser como realmente quieres ser?
Solo con meditar estas cuestiones que te planteo, tienes entretenimiento para semanas.
  
En resumen, meditar con el Arcano de el Diablo nos ayudará a empezar a ver a través del velo de la apariencia. También nos servirá para romper las limitaciones y las adicciones a determinadas cosas, comportamientos, personas y situaciones. No es un efecto instantáneo, requiere tiempo y constancia, pero si desde el primer momento tomas consciencia del engaño de la separación, el trabajo posterior será más fluido. Se trata de derribar nuestros viejos conceptos erróneos, para poder construir una personalidad más acorde y en armonía con los principios universales.


El Diablo se asocia con la letra hebrea Ayin que significa ojo. Para algunos la asociación es con la letra Samekh.
En Alquimia, se relaciona con la operación de Disolución y solidificación (Solve et Coagula).
En el Árbol de la Vida se sitúa en el sendero entre Tipheret y Hod.
La relación astrológica es con el signo de Capricornio
Color: Azul-violeta.

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