Por
qué en España se empeñan en hacer traducciones libres de los títulos de las
películas, y en ocasiones, como es el caso que nos ocupa, alargándolos sin ton
ni son, es uno de tantos misterios sin resolver que sería digno de ser
analizado. Esto es lo que sucede con la película que comentaré hoy, que ha
pasado de llamarse simplemente “Winchester” en su versión original a “Winchester:
La casa que construyeron los espíritus”.
La
historia es una recreación libre basada en un hecho real que ya comenté hace
unas semanas en El Baúl, La Mansión Winchester y que aconsejo leer para ponerse en antecedentes y entender mejor el contexto. En
concreto, la película se centra en la época del terremoto de San Francisco de
1.906. Es una obra reciente, del año 2.018, que no obtuvo buenas críticas, más
bien lo contrario, dirigida por los hermanos Michael y Peter Sierig.
Sarah
Winchester (Helen Mirren) heredó tras la muerte de su esposo el 51% de las
acciones de la compañía Winchester Repeating Arms, que comercializa los famosos
rifles Winchester. La junta directiva quiere evaluar su estado mental, ya que
se ha vuelto una mujer huraña y solitaria, cuya única obsesión es la
construcción permanente de una mansión laberíntica y carente de sentido. Se ha
llegado al acuerdo de contratar al doctor Eric Price (Jason Clarke) quien
pasará una temporada conviviendo con Sarah en la mansión en obras para realizar
la valoración de su comportamiento y posterior diagnóstico.
Desde
el primer minuto en la casa, Price es testigo de fenómenos inexplicables de los
que duda, ya que tiene cierta querencia por el láudano, con fines no
precisamente terapéuticos. Su labor no es fácil puesto que tiene que
enfrentarse con sus propios fantasmas (la pérdida de su mujer) y la hostilidad inicial
de la sobrina de Sarah, Marian Marriott (Sarah Snook) que vive con ella desde
que enviudó, junto con su hijo Henry (Finn Scicluna-O’Prey). Sarah le confiesa
que los espíritus de aquellas personas que murieron por culpa de los rifles
Winchester la acosan y el único remedio para apaciguar sus ansias de venganza
es ampliar la casa ininterrumpidamente.
Especialmente
uno de ellos parece que ha conseguido dominar al pequeño Henry, poniendo en
serio riesgo su vida. Price en un principio cree que tanto Sarah como Henry
tienen algún tipo de enajenación mental producto de traumas familiares que no
han podido superar, y esa es la línea de investigación que decide seguir. Pero
los hechos anómalos se suceden y el sentido crítico del médico comienza a
tambalearse ante las evidencias.
Y
ahora llega el momento de dar mi opinión sobre la película, por supuesto,
totalmente subjetiva, como siempre. Sinceramente creo que es para verla cuando
no tienes nada, absolutamente nada mejor que hacer. La historia es de lo más
descafeinado, y mira que está basada en un hecho real que da para mucho, como mínimo
una serie. En cuanto a las interpretaciones, reconozco que me resultaron
francamente insípidas; he visto más expresividad en cualquier sala del Museo de
Cera. Haciendo un esfuerzo por ser generosa, salvaría al actor que interpreta
al Dr. Price, Jason Clarke y poco más. En cuanto a Helen Mirren, es una actriz
que no me gusta demasiado, veo en ella lo que se suele decir de Steven Seagal,
solo tiene dos registros expresivos: ojos cerrados y ojos abiertos.
El
argumento lo veo como un batiburrillo de maldiciones, espíritus vengativos,
fenómenos poltergeist, posesiones…Por eso es muy difícil de clasificar en
alguno de los géneros del cine de terror. Dentro del caos en el que suelo estar
inmersa, siempre hay una chispita de influencia capricorniana que me hace
obsesionarme por clasificar de forma meticulosa algunas (pocas) cosas. Entre
esas escasas paranoias de orden que tengo, está la de crear carpetas y más
carpetas en las que de forma concienzuda distribuyo por géneros y subgéneros
las películas grabadas que poseo. Cuando grabé “Winchester”, no supe en cuál de
las subdivisiones incluirla. Cada vez me pasa con más películas. La mezcla de
varios géneros me hace dudar, así que he creado dos carpetas a modo de cajón de
sastre: una se llama miedo y la otra miedo asqueroso. En la primera guardo
aquellas películas, como la que hoy nos ocupa, que es inclasificable, pero se
puede ver comiendo un bocadillo tranquilamente, en la segunda están todas las
que también son inclasificables, pero que están principalmente basadas en
vísceras, miembros desgarrados y sangre a borbotones y su visionado puede
llegar a ser muy desagradable para el estómago.
Y
todo este rollo que acabo de contar, viene al caso por la imposibilidad de
saber qué tipo de película es. Cuando me desparramo en el sofá para pasar un
rato fantástico viendo una película o serie (la televisión solo la uso como
pantalla), disfruto del momento de elegir qué género me apetece ver: una de
zombies, una de fantasmas, una de casas malditas, una de vampiros etc. Pero con
“Winchester” no sé qué es lo que voy a ver, creo que ese es uno de sus grandes
fallos: que por querer abarcar varios géneros, la historia carece de una
identidad propia. Una vez dicho esto, tal vez alguien se pregunte por qué la
veo si no encuentro en ella más que fallos. Bueno, la respuesta es muy
sencilla: mi listón de calidad es tan bajo que prácticamente puedo ver
cualquier cosa, por infumable que sea.
Una
vez que he dejado mi opinión sobre la película en sí, me gustaría reseñar un tema
que me interesa comentar al hilo del argumento, que no es otro que la idea de
los espíritus como entes vengativos capaces de provocar daños físicos en el
mundo material. ¿Es realmente posible? En el mundo del misterio se pueden
encontrar muchas referencias a este tipo de hechos, pero como suele ocurrir, no
hay ninguna prueba tangible de que esto sea cierto. En este asunto no queda más
remedio que recurrir a hipótesis y teorías difícilmente demostrables.
Tendríamos que partir de la base de la existencia de los espíritus, cosa que
hasta hoy no se ha conseguido constatar de forma fehaciente. Además, en el caso
de su existencia, lo fundamental sería que pudieran interactuar con el mundo
físico siendo seres que habitan en otro tipo de mundo, sea astral, espiritual o
como queramos llamarlo.
Como
he dicho, aquí tenemos que basarnos en hipótesis. Yo creo en la supervivencia
tras la muerte y por lo tanto doy por hecho que seguimos viviendo en otro tipo
de “envoltura” en otra dimensión; ahora bien, el problema es que el contacto
entre dimensiones me parece complicado, tanto desde esta material con la
espiritual como en la dirección inversa. Pienso que si fuera más fácil la
comunicación en cualquiera de los dos sentidos, se produciría de forma más
habitual y a estas alturas ya tendríamos una cantidad de pruebas más que de
sobra. Pero me temo que no es así. Hay personas que aseguran tener contacto con
seres de otras dimensiones. Yo misma he tenido, o creído tener alguno, pero no
se puede asegurar que no sea más que una proyección mental. Y, desde luego, sin
ningún efecto físico, solo imágenes, sensaciones o palabras.
Cuesta
creer que en los tiempos que corren, con una tecnología tan sofisticada como la
que existe a día de hoy, no se haya podido conseguir ni tan siquiera una
grabación clara e inequívoca que demuestre efectos físicos de fuerzas desconocidas.
Y si dicha grabación existe, desde luego no se ha hecho pública (una posibilidad
que resulta muy atractiva). Esto hace que existan dudas bastante razonables
sobre la existencia de esos contactos con seres de otra dimensión. Por la red
circulan muchos vídeos de supuestos fenómenos paranormales que se achacan a
espíritus, la inmensa mayoría son montajes más o menos afortunados; los pocos
que parecen ser reales son leves movimientos, en muchos casos casi
imperceptibles
Hace
tiempo me enviaron un “meme” que tenía verdadera gracia, decía algo así como:
“Ahora que todos llevamos móviles con cámara, se aparece menos la virgen”. Pues
yo pienso lo mismo sobre los fantasmas y los fenómenos paranormales; pero
parece que ni aun contando con tantos avances asequibles a cualquier bolsillo,
se ha conseguido una grabación o foto que pueda considerarse como prueba
irrefutable. Pero en la película, los espíritus vengativos lo mismo abren y
cierran puertas que arrojan objetos, golpean o arrastran a personas como si
fueran peleles… y, lo más inquietante, poseen a alguien para anular su voluntad
y convertirle en el brazo ejecutor de sus sangrientas venganzas. Aunque no
entiendo para qué necesitan poseer a alguien si pueden afectar a los objetos
físicamente sin necesidad de intermediarios humanos. Un poco contradictorio
¿no?
¿Cuál es vuestra opinión? ¿Puede ser esto posible? Os dejo estas ideas para la reflexión y el enlace para ver la película.
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