miércoles, 6 de marzo de 2019

WINCHESTER: LA CASA QUE CONSTRUYERON LOS ESPÍRITUS. 2018


Por qué en España se empeñan en hacer traducciones libres de los títulos de las películas, y en ocasiones, como es el caso que nos ocupa, alargándolos sin ton ni son, es uno de tantos misterios sin resolver que sería digno de ser analizado. Esto es lo que sucede con la película que comentaré hoy, que ha pasado de llamarse simplemente “Winchester” en su versión original a “Winchester: La casa que construyeron los espíritus”.






La historia es una recreación libre basada en un hecho real que ya comenté hace unas semanas en El Baúl, La Mansión Winchester y que aconsejo leer para ponerse en antecedentes y entender mejor el contexto. En concreto, la película se centra en la época del terremoto de San Francisco de 1.906. Es una obra reciente, del año 2.018, que no obtuvo buenas críticas, más bien lo contrario, dirigida por los hermanos Michael y Peter Sierig.

Sarah Winchester (Helen Mirren) heredó tras la muerte de su esposo el 51% de las acciones de la compañía Winchester Repeating Arms, que comercializa los famosos rifles Winchester. La junta directiva quiere evaluar su estado mental, ya que se ha vuelto una mujer huraña y solitaria, cuya única obsesión es la construcción permanente de una mansión laberíntica y carente de sentido. Se ha llegado al acuerdo de contratar al doctor Eric Price (Jason Clarke) quien pasará una temporada conviviendo con Sarah en la mansión en obras para realizar la valoración de su comportamiento y posterior diagnóstico.

Desde el primer minuto en la casa, Price es testigo de fenómenos inexplicables de los que duda, ya que tiene cierta querencia por el láudano, con fines no precisamente terapéuticos. Su labor no es fácil puesto que tiene que enfrentarse con sus propios fantasmas (la pérdida de su mujer) y la hostilidad inicial de la sobrina de Sarah, Marian Marriott (Sarah Snook) que vive con ella desde que enviudó, junto con su hijo Henry (Finn Scicluna-O’Prey). Sarah le confiesa que los espíritus de aquellas personas que murieron por culpa de los rifles Winchester la acosan y el único remedio para apaciguar sus ansias de venganza es ampliar la casa ininterrumpidamente.

Especialmente uno de ellos parece que ha conseguido dominar al pequeño Henry, poniendo en serio riesgo su vida. Price en un principio cree que tanto Sarah como Henry tienen algún tipo de enajenación mental producto de traumas familiares que no han podido superar, y esa es la línea de investigación que decide seguir. Pero los hechos anómalos se suceden y el sentido crítico del médico comienza a tambalearse ante las evidencias.

Y ahora llega el momento de dar mi opinión sobre la película, por supuesto, totalmente subjetiva, como siempre. Sinceramente creo que es para verla cuando no tienes nada, absolutamente nada mejor que hacer. La historia es de lo más descafeinado, y mira que está basada en un hecho real que da para mucho, como mínimo una serie. En cuanto a las interpretaciones, reconozco que me resultaron francamente insípidas; he visto más expresividad en cualquier sala del Museo de Cera. Haciendo un esfuerzo por ser generosa, salvaría al actor que interpreta al Dr. Price, Jason Clarke y poco más. En cuanto a Helen Mirren, es una actriz que no me gusta demasiado, veo en ella lo que se suele decir de Steven Seagal, solo tiene dos registros expresivos: ojos cerrados y ojos abiertos.

El argumento lo veo como un batiburrillo de maldiciones, espíritus vengativos, fenómenos poltergeist, posesiones…Por eso es muy difícil de clasificar en alguno de los géneros del cine de terror. Dentro del caos en el que suelo estar inmersa, siempre hay una chispita de influencia capricorniana que me hace obsesionarme por clasificar de forma meticulosa algunas (pocas) cosas. Entre esas escasas paranoias de orden que tengo, está la de crear carpetas y más carpetas en las que de forma concienzuda distribuyo por géneros y subgéneros las películas grabadas que poseo. Cuando grabé “Winchester”, no supe en cuál de las subdivisiones incluirla. Cada vez me pasa con más películas. La mezcla de varios géneros me hace dudar, así que he creado dos carpetas a modo de cajón de sastre: una se llama miedo y la otra miedo asqueroso. En la primera guardo aquellas películas, como la que hoy nos ocupa, que es inclasificable, pero se puede ver comiendo un bocadillo tranquilamente, en la segunda están todas las que también son inclasificables, pero que están principalmente basadas en vísceras, miembros desgarrados y sangre a borbotones y su visionado puede llegar a ser muy desagradable para el estómago.

Y todo este rollo que acabo de contar, viene al caso por la imposibilidad de saber qué tipo de película es. Cuando me desparramo en el sofá para pasar un rato fantástico viendo una película o serie (la televisión solo la uso como pantalla), disfruto del momento de elegir qué género me apetece ver: una de zombies, una de fantasmas, una de casas malditas, una de vampiros etc. Pero con “Winchester” no sé qué es lo que voy a ver, creo que ese es uno de sus grandes fallos: que por querer abarcar varios géneros, la historia carece de una identidad propia. Una vez dicho esto, tal vez alguien se pregunte por qué la veo si no encuentro en ella más que fallos. Bueno, la respuesta es muy sencilla: mi listón de calidad es tan bajo que prácticamente puedo ver cualquier cosa, por infumable que sea.

Una vez que he dejado mi opinión sobre la película en sí, me gustaría reseñar un tema que me interesa comentar al hilo del argumento, que no es otro que la idea de los espíritus como entes vengativos capaces de provocar daños físicos en el mundo material. ¿Es realmente posible? En el mundo del misterio se pueden encontrar muchas referencias a este tipo de hechos, pero como suele ocurrir, no hay ninguna prueba tangible de que esto sea cierto. En este asunto no queda más remedio que recurrir a hipótesis y teorías difícilmente demostrables. Tendríamos que partir de la base de la existencia de los espíritus, cosa que hasta hoy no se ha conseguido constatar de forma fehaciente. Además, en el caso de su existencia, lo fundamental sería que pudieran interactuar con el mundo físico siendo seres que habitan en otro tipo de mundo, sea astral, espiritual o como queramos llamarlo.

Como he dicho, aquí tenemos que basarnos en hipótesis. Yo creo en la supervivencia tras la muerte y por lo tanto doy por hecho que seguimos viviendo en otro tipo de “envoltura” en otra dimensión; ahora bien, el problema es que el contacto entre dimensiones me parece complicado, tanto desde esta material con la espiritual como en la dirección inversa. Pienso que si fuera más fácil la comunicación en cualquiera de los dos sentidos, se produciría de forma más habitual y a estas alturas ya tendríamos una cantidad de pruebas más que de sobra. Pero me temo que no es así. Hay personas que aseguran tener contacto con seres de otras dimensiones. Yo misma he tenido, o creído tener alguno, pero no se puede asegurar que no sea más que una proyección mental. Y, desde luego, sin ningún efecto físico, solo imágenes, sensaciones o palabras.

Cuesta creer que en los tiempos que corren, con una tecnología tan sofisticada como la que existe a día de hoy, no se haya podido conseguir ni tan siquiera una grabación clara e inequívoca que demuestre efectos físicos de fuerzas desconocidas. Y si dicha grabación existe, desde luego no se ha hecho pública (una posibilidad que resulta muy atractiva). Esto hace que existan dudas bastante razonables sobre la existencia de esos contactos con seres de otra dimensión. Por la red circulan muchos vídeos de supuestos fenómenos paranormales que se achacan a espíritus, la inmensa mayoría son montajes más o menos afortunados; los pocos que parecen ser reales son leves movimientos, en muchos casos casi imperceptibles

Hace tiempo me enviaron un “meme” que tenía verdadera gracia, decía algo así como: “Ahora que todos llevamos móviles con cámara, se aparece menos la virgen”. Pues yo pienso lo mismo sobre los fantasmas y los fenómenos paranormales; pero parece que ni aun contando con tantos avances asequibles a cualquier bolsillo, se ha conseguido una grabación o foto que pueda considerarse como prueba irrefutable. Pero en la película, los espíritus vengativos lo mismo abren y cierran puertas que arrojan objetos, golpean o arrastran a personas como si fueran peleles… y, lo más inquietante, poseen a alguien para anular su voluntad y convertirle en el brazo ejecutor de sus sangrientas venganzas. Aunque no entiendo para qué necesitan poseer a alguien si pueden afectar a los objetos físicamente sin necesidad de intermediarios humanos. Un poco contradictorio ¿no?

¿Cuál es vuestra opinión? ¿Puede ser esto posible? Os dejo estas ideas para la reflexión y el enlace para ver la película.

https://verpeliculasultra.com/biografico/459-winchester_la-casa-que-construyeron-los_espiritus.html

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