La señora Pearl Lenore Curran no tenía especial interés en el espiritismo. Era un ama de casa con escasos estudios que vivía en Saint Louis (Missouri) en los primeros años del siglo XX, su mayor inquietud cultural era el canto, e incluso durante un tiempo, hizo sus pinitos como cantante de coro con unos resultados más bien discretos. Por aquel entonces las sesiones mediúmnicas estaban de moda y, si se quería estar al tanto de las corrientes de moda, era imprescindible participar en alguna.
Así que nuestra protagonista, no sin ciertas reticencias, se dejó convencer y en julio del 1.913 participó en una sesión de ouija. Ante su asombro y casi desde el primer momento, se produjo una supuesta conexión con un ente que se presentó como una joven de origen inglés llamada Patience Worth.