Hay infinitos tipos de rituales, incluso podemos elaborar aquellos de nuestra propia invención que se acomoden a nuestras necesidades. Simplemente se pueden seguir una serie de normas básicas que, a través de los tiempos, se han utilizado y, según parece, con óptimos resultados. Para hacer cualquier tipo de ritual se necesita en primer lugar tiempo, no se puede hacer en un minuto, deprisa y corriendo. Requiere una preparación, tanto psíquica como física. Es aconsejable, aunque no imprescindible, si se van a realizar rituales con cierta frecuencia, destinar un lugar de la casa para dicho fin. Puede ser un rinconcito en un dormitorio, o cualquier lugar que cumpla dos sencillos requisitos: que estemos cómodos y que podamos aislarnos del resto de la casa, asegurándonos no ser interrumpidos durante nuestros trabajos.
Puede ser el lugar destinado a las meditaciones, en caso de que se hagan. Por supuesto cualquier lugar es bueno para realizar los rituales, pero aconsejo utilizar siempre que se pueda el mismo por dos sencillas razones: una porque con el tiempo nuestro subconsciente asocia el lugar con los rituales y la predisposición mental es más favorable cada vez que se haga uno nuevo y la siguiente razón es que conforme vamos haciendo trabajos mágicos, el lugar se va impregnando de la Egrégora favorable que iremos creando, es decir, impregnamos ese sitio de buenas vibraciones, consiguiendo así un beneficio extra que se va incrementando con cada nuevo ritual.