El limón es verdaderamente maravilloso; sin duda creo que si no existiera, habría que inventarlo. Además de constituir una fuente de vitamina C para el organismo, tiene aplicaciones múltiples. En la cocina es un aliado de primer orden, no sólo sirve para realizar refrescos, como la limonada o el limón granizado, también es un potenciador de sabores, o incluso enmascarador de algunos alimentos cuyo sabor no resulta agradable, yo suelo disfrazar el pescado (que no me gusta nada) con un buen chorro de limón. Es un astringente natural, ayuda a limpiar determinadas manchas (los dedos manchados de tabaco quedan impecables frotando limón).
Pero, independientemente de estos usos, existe también el mágico. El limón se utiliza en distintos tipos de rituales, algunos más blancos, otros bastante oscuros, tirando a negros. Existe un trabajo que se realiza para eliminar la negatividad que siempre me ha llamado la atención. Teóricamente, el limón absorbe la energía negativa y, del mismo modo que, en sus usos más domésticos es una buena ayuda en la limpieza del hogar, también puede ayudar a limpiar aquello que está molestándonos en nuestra vida.