Nada como un halo de malditismo para que una película se promocione el triple como mínimo. Somos humanos y el morbo nos puede, resulta casi irresistible ver una película que, se dice, está maldita: se suceden hechos extraños durante los rodajes, los actores sufren sospechosos accidentes o incluso mueren de forma incomprensible y misteriosa, ¿quién quiere perdérselo?
Sinceramente Poltergeist debe su éxito, en gran medida, a la fama de supuesta maldición que la rodea y, aún comprobándose que muchos de los hechos que refutaban su malditismo resultaron ser falsos, la fama ya la tenía y eso es algo imparable. “Crea fama y échate a dormir”.