martes, 10 de julio de 2018

SOY LEYENDA. 2.007


Reconozco que me cuesta ver una película de Will Smith, no porque no me guste como actor o me caiga mal, todo lo contrario, simplemente es que soy incapaz de desligar su imagen del personaje que interpretó durante tanto tiempo en la serie “El Príncipe de Bel Air”; eso hace que no me acabe de tomar en serio una actuación suya y menos aún cuando tiene ciertos tintes dramáticos como es el caso. Pero la historia de “Soy leyenda” me atrae tanto que no dudé en ver la nueva revisión de la novela original del mismo nombre, “I am a legend”, de Richard Matheson (1.954).




Si sigues este blog desde sus inicios y, sobre todo, si formas parte de esa minoría irredenta fiel a esta sección de terrores cinéfilos, tal vez recuerdes el artículo que dediqué, hace ya tiempo, a la segunda versión cinematográfica de la novela de Matheson, “El último hombre vivo” protagonizada por Charlton Heston en 1.971. Si no es el caso, puedes visitarla en el siguiente enlace:


En cualquier caso, en unas breves líneas te pongo en antecedentes sobre la novela original. Nos situamos en la ciudad de Los Ángeles, entre 1.976 y 1.979. El mundo ha sido literalmente arrasado por una pandemia provocada por una bacteria letal, fruto de la guerra bacteriológica. La población que logró sobrevivir se ha dividido en dos bandos irreconciliables, por un lado una parte que no se vio afectada, por otro, quienes no murieron pero sufrieron las terribles secuelas de una enfermedad que les convirtió en una especie de vampiros, con un espíritu muy vengativo y totalmente agresivos con la otra mitad de los supervivientes. Robert Neville es el único ser vivo no mutado, o eso cree, en la ciudad. Por el día se dedica a asegurar su supervivencia y a dar caza al mayor número posible de “vampiros”, por la noche se dedica a beber, estudiar a sus rivales y repeler sus ataques.

Aunque la base argumental es la misma, La película de 2.007, lógicamente es una revisión actualizada de la misma, con notorias diferencias argumentales y de contexto.

En el año 2.009, la viróloga Alice Kripin (Emma Thompson), anuncia al mundo de forma triunfal que ha logrado una cura para el cáncer modificando el virus del sarampión. Pero lo que parece un hito en la ciencia médica, se convierte en una pandemia de dimensiones bíblicas, al mutar el virus en una enfermedad absolutamente desconocida y de efectos letales. La acción se situa tres años después, en una ciudad de Nueva York completamente arrasada, en la que los animales campan a sus anchas. El teniente coronel y virólogo Robert Neville (Will Smith) es el único superviviente humano, o al menos así lo cree, de toda la ciudad, y quién sabe si del mundo entero.

Neville ha atrincherado su casa en la que tiene su propio laboratorio donde trabaja a diario intentando encontrar una cura para la enfermedad. Vive atormentado por los recuerdos de su mujer, Zoe (Salli Richardson) y su hija Marley (Willow Smith), de quienes tuvo que separarse cuando empezó la pandemia y cuyo trágico final presenció. Ahora, su única compañía es una simpática perrita, Sam, y un grupo de maniquíes, a los que ha “bautizado” y con los que sostiene conversaciones de carácter superficial, para preservar la cordura. Aprovecha las horas de sol para recorrer la ciudad buscando indicios de supervivientes.

Cuando va a caer la noche regresa a su casa, puesto que la ciudad está plagada de las terroríficas criaturas que en su día fueron personas que contrajeron la enfermedad y mutaron en una especie de vampiros.
Un día, Neville logra hacerse con una de esas criaturas, para probar en ella las vacunas con las que está experimentando. Pero el resto de las criaturas, a pesar de su aparente estado primitivo, son capaces de sentir emociones y planificar una venganza.


Ahora que estamos aquí, en familia, voy a hacer una confesión al hilo de esta película. Uno de mis deseos recurrentes cuando iba al colegio era algo parecido. Bueno, en realidad no se trataba de que fuera yo la única superviviente, mi deseo era tener una especie de súper poder que pudiera parar el tiempo y a todas las personas a mi voluntad, que todo se quedara congelado y así podría hacer lo que quisiera durante ese período de congelación, por supuesto luego volviendo todo a la normalidad. Evidentemente eso tiene su origen en mi expediente escolar, que era bastante mediocre, y la idea surgió pensando lo maravilloso que sería poder parar el tiempo en medio de un examen y poder copiar las respuestas de alguna de mis compañeras más iluminadas. Y ya, de paso, podría aprovechar para hacer exploraciones con absoluta libertad. Tengo la sensación de que no he sido la única que ha tenido fantasías similares ¿verdad?

Pienso que esta temática me atrae tanto porque muchas veces he pensado qué haría yo si me viese en una situación similar, siendo la única persona que quedase viva en la tierra. Y la verdad, da un poco de vértigo pensarlo. Y ya no digo ser la única superviviente rodeada de seres espantosos como los vampiros de “Soy leyenda”, me refiero a que no hubiera ninguna persona más, en ninguna situación, ni vampírica ni normal. Además de cuestiones técnicas como: qué pasaría cuando la corriente eléctrica fallara, porque si no hay quien se ocupe de su mantenimiento, irremediablemente eso iba a pasar, otro tanto para el agua corriente o el gas, todos esos suministros que han hecho nuestra vida mucho más cómoda y agradable. También hay que tener en cuenta qué pasaría si enfermo, no me refiero a algo común y manejable, como un resfriado o un dolor de cabeza puntual. Hablo de cosas más serias como una infección importante, una intoxicación alimentaria, una fractura…

Me refiero a cuestiones más trascendentes aún. El ser humano es básicamente social. Necesita la interacción con otras personas para tener un equilibrio tanto mental como emocional. ¿a quién le contaría mis proyectos o ideas? ¿con quién compartiría mis momentos de alegría o de desánimo? O simplemente ¿con quién mantendría una conversación trivial? El intercambio de ideas, la vía de escape para las presiones, el saber que importas a alguien, el necesitar y sentir que te necesitan, todas esas cosas que nos hacen una especie única dentro del reino animal, que nos distinguen y caracterizan, desaparecerían estando en la más absoluta soledad.

En la película vemos como Neville suple estas necesidades viendo películas y programas de televisión grabados, conversando con su fiel compañera de cuatro patas o incluso relacionándose y hasta tonteando con maniquies a los que ha dotado de nombre e incluso personalidad. Pero, según va avanzando la historia, y sucede algo que no voy a desvelar por no fastidiar la sorpresa a quien no hay visto la película, se ve que sucedáneos de las verdaderas relaciones humanas, no bastan al protagonista para mantener el equilibrio. Primero porque son relaciones unidireccionales, no recibe ninguna contestación a suu conversación, segundo porque en todo momento es consciente de que, aún cuando trate de simular esa camaradería, está solo y que lo que hace es un triste remedo de una relación verdadera.


Otro problema importante que se me plantearía en el hipotético caso de ser la única habitante del planeta es la motivación. ¿qué sentido tendría levantarme cada mañana sabiendo que mi único objetivo es subsistir? Una persona necesita tener una meta en el horizonte, encontrar un sentido a seguir viva. En el caso de Neville vemos que, aparte del tema de la supervivencia, tiene una finalidad clara: encontrar una cura para la enfermedad. Esto podría carecer de sentido si realmente pensara que él es el único ser vivo, pero este objetivo le proporciona dos motivaciones más, por un lado tiene la esperanza de encontrar a gente que siga viva, en cualquier lugar, que tal vez esté infectada pero sin haber desarrollado la enfermedad, y por otro lado podría ser la salvación de esos seres vampíricos que constituyen una seria amenaza tras la puesta del sol. Y esa motivación de doble vertiente es el clavo ardiendo al que se agarra para no caer en la desesperación y dejarse llevar por la locura.

Como podéis ver, de una película se pueden extraer muchas ideas, incluso cuando en apariencia no sea más que un espectáculo de impresionantes efectos especiales adornando una historia interesante. Todo está en los ojos y en la percepción de quien la ve y propongo que, aunque es entretenido ver una película como un simple método de evasión, de vez en cuando, veáis alguna con ojo crítico, no de temas técnicos o interpretativos (que puede ser muy productivo), sino como objeto de reflexión.

Se me ocurren algunos temas más para tener en consideración, que no desarrollo por no hacer una entrada eterna, pero que merece la pena tener en cuenta. Por ejemplo la pasmosa falsa modestia con la que la doctora anuncia, al principio de la película, la cura del cáncer con las consecuencias que se desencadenan después. O también la desesperación del protagonista cuando ve en peligro la vida de Sam, temiendo que uno de los pocos asideros a la cordura que le quedan desaparezca. O la interesante reacción del grupo vampírico cuando Neville secuestra a uno de sus miembros para experimentar, como si fuese un conejillo de indias.

Como despedida, la película en sí es entretenida. La recreación de una Nueva York apocalíptica es estremecedora. Y tiene la dosis justa de emoción y suspense. Me gustan las interpretaciones, sobre todo teniendo en cuenta que el mayor peso interpretativo recae en Will Smith, que se muestra increíblemente moderado, aunque alguna Willsmithada se le escapa. Las caracterizaciones vampíricas están bastante logradas, a mi me recuerdan bastante al Lord Voldemort de la saga “Harry Potter”. Y como curiosidad, la actriz que interpreta a la hija de Neville es la hija de Will Smith en la vida real. Ah, y si seguiste fielmente, como yo, la serie “Eureka”, habrás reconocido a la esposa de Neville como la protagonista femenina, Allison Blake.

Un último apunte. Existe un final alternativo, más “flower power”; es fácil encontrarlo en youtube. No sé por qué se decantaron por el otro, tal vez porque es más fiel a la novela, tal vez porque es más coherente con el desarrollo de la historia y da sentido al título. Es interesante ver los dos y decidir cuál de ellos es más conveniente.

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