lunes, 13 de mayo de 2019

LOS ELEMENTOS SEGÚN FRANZ BARDON I

Uno de mis libros de cabecera, desde hace bastantes años, es “Iniciación al Hermetismo” de Franz Bardon. Se trata de una obra muy práctica, no es un sesudo tratado ocultista escrito con un lenguaje de difícil comprensión. Por el contrario, está compuesto de una parte teórica, imprescindible para entender los principios sobre los que se basa, pero la mayor parte es práctica.
Quiero compartir algunos de los conceptos teóricos que podemos encontrar en este libro, con la intención de despertar en quien tenga cierta inclinación hacia el hermetismo el interés por conocer más.

En esta ocasión cedo este espacio para que el gran Franz Bardon nos explique, con sus propias palabras, qué son los elementos. Quiero hacer una pequeña aclaración, la correlación que se establece en esta obra entre los elementos y los palos del Tarot no es la habitual, aunque no es tampoco excepcional; para Bardon el Aire se corresponde con los Bastos y el Fuego con las Espadas, cuando por lo general es al contrario. Pero no se me ocurriría bajo ningún concepto rectificar este punto, respeto totalmente el texto del libro y quien se anime a leer “Iniciación al Hermetismo” o, mejor aún, quien se atreva a poner en práctica el entrenamiento sistemático que en él se encuentra, tendrá que decidir según su propio criterio si le convence esa relación o no.


Sin más, os invito a leer con calma cada párrafo, las veces que sean necesarias para asimilar los conceptos y reflexionar sobre lo que allí se nos muestra.

Acerca de los Elementos

“Todo lo que ha sido creado, tanto el macrocosmos como el microcosmos y, en consecuencia, el gran mundo y el pequeño mundo, se ha conseguido por el efecto de los elementos. Por esta razón, desde el mismo comienzo de la iniciación, estaré pendiente de estos poderes y destacaré de un modo especial su profunda y múltiple significación. En la literatura oculta, se ha dicho muy poco hasta ahora de los poderes de los elementos, por lo que me adjudiqué la labor de tatar este campo de conocimiento, todavía desconocido, y levantar el velo que cubre sus reglas. No es nada fácil instruir al no iniciado para que no sólo esté plenamente informado de la existencia y actividad de los elementos, sino que también sea capaz de trabajar en la práctica con estos poderes en el futuro.

El universo entero es como una maquinaria de relojería, con todas sus ruedas engranadas y dependiendo unas de otras. Incluso la idea de la Divinidad, como entidad más elevada comprensible, puede dividirse en aspectos análogos a los elementos. En el apartado que trata la idea de Dios pueden encontrarse detalles que lo justifiquen.
En las más antiguas escrituras orientales, se conocen los elementos con el apelativo de Tattwas. En nuestra literatura europea, están considerados sólo tomando como base sus buenos efectos y en la medida en que estemos prevenidos contra su influencia desfavorable, lo que quiere decir que algunas acciones pueden llevarse a cabo bajo la influencia de los Tattwas o, de no ser así, vale más no llevarlas a cabo Lo acertado de este consejo no tiene lugar a duda; pero todo lo que se ha publicado hasta la fecha apunta solamente a un ligero aspecto de los efectos de los elementos. Con los libros de Astrología se puede aprender lo suficiente sobre el modo de descubrir los efectos de los elementos (Tattwas) para uso personal.

Estoy profundizando aún más en el secreto de los elementos y he escogido por tanto una clave diferente que, aunque parecida a la astrológica, en realidad no tiene nada que ver con ella. Al lector, para quien esta clave es completamente desconocida, se le enseñará a usarla de diversos modos. En cuanto a las tareas, analogías y efectos propios de cada elemento, trataré de ellos por turno y en detalle en los apartados siguientes, que no sólo desvelarán su parte teórica, sino que abordarán directamente su uso práctico, pues es aquí donde ha de encontrarse el arcanum más grande.


En el libro más antiguo de la sabiduría, el Tarot, ya se ha escrito algo sobre este gran misterio de los elementos. La primera carta de esta obra representa al mago apuntando al conocimiento y dominio de los elementos. En esta primera carta, los símbolos son: la espada, como elemento del fuego; la vara, como elemento del aire; la copa, como el del agua, y las monedas, como el elemento de la Tierra. Esto demuestra, sin lugar a dudas, que, ya en los misterios de antaño, el mago estaba destinado para la primera carta del Tarot, habiéndose escogido el dominio de los elemento como el primer acto de iniciación. En honor a esta tradición, pondré mi atención, por encima de todo, en los elementos, pues, como veréis, la llave de los elementos es la panacea con cuya ayuda pueden solucionarse todos los problemas que surjan.

Según la sucesión india, los Tattwas son como sigue:
Akasha – principio del éter
Tejas – principio del fuego
Waju – principio del aire
Apas – principio del agua
Prithivi – principio de la tierra.

En la doctrina india se dice que los cuatro Tattwas que, de algún modo, son más vulgares, han descendido del quinto Tattwa, el principio del Akasha. En consecuencia, el Akasha es la causa última y debe considerarse como el quinto poder, la llamada quintaesencia. En uno de los apartados siguientes informaré al lector con detalle sobre este elemento sumamente sutil.
En los apartados siguientes veremos las cualidades específicas de cada elemento, empezando por los planos más elevados para bajar hasta el nivel material. Por ahora, el lector habrá comprendido ya, sin duda, que no es una tarea fácil analizar el gran misterio de la creación y expresarlo en palabras para que cualquiera tenga la oportunidad de penetrar en la materia y formarse una imagen plástica de todo ello.

También se hará un análisis de los elementos y se estudiará su gran valor práctico, para que todo científico, (químico, médico, magnetizador, ocultista, mago, místico, cabalista, yogui, etc.) pueda sacar beneficios prácticos. Si lograse instruir al lector, hasta tal punto que sea capaz de tratar el tema correctamente y encontrar la clave práctica de la rama de conocimiento más adecuada para él, estaría contento al ver cumplido el propósito de mi obra.

Tejas - Fuego
El Principio del Fuego

Como ya se ha dicho antes, el Akasha, el principio etérico, es la causa del origen de los elementos. Según las escrituras orientales, el primer elemento nacido del Akasha se cree que es Tejas, el principio del fuego. Este elemento, como todos los demás, manifiesta su influencia no sólo en nuestro plano material, sino en todo lo creado. Las cualidades básicas del principio del fuego son el calor y la expansión. Por tanto, en el principio de todas las cosas creadas han debido estar el fuego y la luz y en la Biblia leemos: “Fiat lux. Hágase la Luz”. El origen de la luz hay que buscarlo, desde luego, en el fuego. Cada elemento y, por consiguiente, el del fuego también, tiene dos polaridades: la activa y la pasiva, que significan positivo (+) y negativo (-) respectivamente. Más representará siempre las fuentes constructivas, creativas, productivas, mientras que menos representa todo lo que es destructivo o separador. En cada elemento hay que distinguir siempre claramente dos cualidades básicas. Las religiones han imputado siempre el bien al lado activo y el mal, al pasivo; pero, en buena lógica, no se puede hablar de bueno ni de malo: no son más que concepciones humanas. En el universo no hay ni bien ni mal, pues todo ha sido creado de acuerdo con reglas inmutables, en las que está reflejado el principio divino, y sólo conociendo estas reglas seremos capaces de acercarnos a la Divinidad.

Como ya hemos dicho, al principio del fuego le pertenece la expansión, a la que llamaré fluido eléctrico para entenderlo mejor. Esta definición no se refiere solamente a la electricidad material, a pesar de tener cierta analogía con ella. Sin duda alguna, cualquiera comprenderá inmediatamente que la cualidad de expansión es idéntica a la de extensión. Este principio elemental del fuego está latente y activo en todo lo creado y, por consiguiente, en todo el universo, desde el más diminuto grano de arena hasta la más sublime substancia visible o invisible".

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