Existen rituales y trabajos mágicos para todo tipo de situaciones; cualquier cosa que imaginemos y más aún. En mi opinión, el primer trabajo que ha de realizarse es el de la limpieza personal. Somos pura energía, y estamos en constante contacto con las energías de otros. Vamos a un sitio y absorbemos las energías que se han ido acumulando, hablamos con una persona y sus energías nos afectan, viajamos en el metro o en el tren y todos los pasajeros nos sometemos, de forma inconsciente, a un intercambio ininterrumpido de energías. El problema reside en que no tenemos un filtro que nos proteja de lo negativo, rechazándolo y absorba exclusivamente lo positivo. Por supuesto, se puede crear mentalmente ese filtro, eso lo saben muy bien los estudiantes de metafísica y los mentalistas.
Pero sin filtro o con él, seguimos expuestos a una tremenda avalancha de energías de todo tipo que nos rodean, y son tantas, que se necesita tener un nivel de control mental y espiritual inmenso para poder gestionarlas de forma beneficiosa para nosotros. Por eso, no está de más hacer algún trabajo de limpieza o, mejor dicho, de autolimpieza, cada cierto tiempo. La frecuencia dependerá de lo que considere cada persona. Una idea podría ser hacer una limpieza al mes como rutina, preferentemente aprovechando las Lunas más favorables, esto es Creciente o Llena. Esa frecuencia se podría incrementar siempre que se sienta que es necesario.
Los beneficios de hacer periódicamente algún trabajo de limpieza son innumerables: mejora nuestro humor, nos ayuda a dormir bien, a sentir la mente y el cuerpo relajados, los trabajos de carácter intelectual se ven favorecidos y por supuesto los meditativos, se potencian los rituales de todo tipo, etc. No puedo imaginar a una persona haciendo un ritual de protección de una casa, por poner un ejemplo, cuando ella misma está cargada de negatividad, ese ritual está abocado al fracaso.
Voy a dar unas indicaciones para que, quien quiera, pueda elaborar sus propios rituales de limpieza personal, de forma muy sencilla, en otra ocasión daré algunos rituales para limpiezas más específicas, cuando creamos que estamos siendo víctimas de algún ataque, vivamos en un lugar en el que hay impregnaciones, etc. Estos casos requieren unos trabajos más concretos y elaborados. Hay una advertencia que debo hacer. Mi intención con este blog, en todos sus apartados, es dar unas pautas básicas para que quien las lea sea capaz de hacer las cosas de forma autónoma. Por eso, salvo una serie de rituales y hechizos que se han ido trasmitiendo durante siglos y que son, podríamos decir, patrimonio de toda la humanidad, lo que pretendo es dar ideas y sugerencias para que cada persona tome lo que le interese e introduzca nuevos elementos, creando así sus propios rituales personalizados.
Así que empezaré por dar ideas para llevar a cabo un ritual muy efectivo y del que se pueden crear múltiples variables, según los gustos y sentimientos de la persona. Es el baño purificador, perfecto para limpiarse de esas energías negativas que vamos acumulando a lo largo de los días y que no precisa de objetos difíciles de encontrar, puesto que la sofisticación de este trabajo dependerá exclusivamente del gusto personal del oficiante.
Escogeremos un momento tranquilo en el que sepamos que no vamos a ser molestados y llenaremos una bañera con agua a la temperatura que nos resulte más agradable. Se trata de crear un ambiente acogedor, por lo que es recomendable preparar el lugar con elementos que sintamos que nos ayudarán a limpiarnos de todo lo negativo que cargamos sobre nuestras espaldas. Podemos encender unas velas, preferentemente blancas, mientras mentalmente pedimos iluminación en el ritual que vamos a realizar. Se podrían utilizar velas de otros colores o incluso con aromas, si eso nos hace sentir mejor, por ejemplo, la vela del color y/o aroma correspondiente a nuestro signo zodiacal. Lo importante de este ritual es que utilicemos elementos que nos gusten y seremos nosotros quienes dotaremos a dichos elementos de sus características mágicas.
Podemos también encender una varilla de incienso para que su perfume nos purifique. Se pueden colocar unas flores frescas, o bien una planta, cerca de la bañera. Hay personas que arrancan los pétalos de unas cuantas rosas para echarlos a la bañera. Si se prefiere, se puede añadir al agua unas gotas de algún aceite esencial que nos evoque la sensación de frescor y limpieza. Hay que tener presente el carácter del baño que queremos realizar, en otra ocasión veremos otros trabajos en los que se utiliza el baño para pedir, por ejemplo, amor o éxito en los negocios, para estos fines precisaremos elementos distintos. Si sentimos que el aroma de la lavanda es purificador, utilicémoslo, si no, mirra, bergamota, laurel, pino, rosas, azahar… hoy en día hay cientos de aromas a precios asequibles, así que tenemos una amplia gama dónde elegir.
Voy a dar unas indicaciones para que, quien quiera, pueda elaborar sus propios rituales de limpieza personal, de forma muy sencilla, en otra ocasión daré algunos rituales para limpiezas más específicas, cuando creamos que estamos siendo víctimas de algún ataque, vivamos en un lugar en el que hay impregnaciones, etc. Estos casos requieren unos trabajos más concretos y elaborados. Hay una advertencia que debo hacer. Mi intención con este blog, en todos sus apartados, es dar unas pautas básicas para que quien las lea sea capaz de hacer las cosas de forma autónoma. Por eso, salvo una serie de rituales y hechizos que se han ido trasmitiendo durante siglos y que son, podríamos decir, patrimonio de toda la humanidad, lo que pretendo es dar ideas y sugerencias para que cada persona tome lo que le interese e introduzca nuevos elementos, creando así sus propios rituales personalizados.
Así que empezaré por dar ideas para llevar a cabo un ritual muy efectivo y del que se pueden crear múltiples variables, según los gustos y sentimientos de la persona. Es el baño purificador, perfecto para limpiarse de esas energías negativas que vamos acumulando a lo largo de los días y que no precisa de objetos difíciles de encontrar, puesto que la sofisticación de este trabajo dependerá exclusivamente del gusto personal del oficiante.
Escogeremos un momento tranquilo en el que sepamos que no vamos a ser molestados y llenaremos una bañera con agua a la temperatura que nos resulte más agradable. Se trata de crear un ambiente acogedor, por lo que es recomendable preparar el lugar con elementos que sintamos que nos ayudarán a limpiarnos de todo lo negativo que cargamos sobre nuestras espaldas. Podemos encender unas velas, preferentemente blancas, mientras mentalmente pedimos iluminación en el ritual que vamos a realizar. Se podrían utilizar velas de otros colores o incluso con aromas, si eso nos hace sentir mejor, por ejemplo, la vela del color y/o aroma correspondiente a nuestro signo zodiacal. Lo importante de este ritual es que utilicemos elementos que nos gusten y seremos nosotros quienes dotaremos a dichos elementos de sus características mágicas.
Podemos también encender una varilla de incienso para que su perfume nos purifique. Se pueden colocar unas flores frescas, o bien una planta, cerca de la bañera. Hay personas que arrancan los pétalos de unas cuantas rosas para echarlos a la bañera. Si se prefiere, se puede añadir al agua unas gotas de algún aceite esencial que nos evoque la sensación de frescor y limpieza. Hay que tener presente el carácter del baño que queremos realizar, en otra ocasión veremos otros trabajos en los que se utiliza el baño para pedir, por ejemplo, amor o éxito en los negocios, para estos fines precisaremos elementos distintos. Si sentimos que el aroma de la lavanda es purificador, utilicémoslo, si no, mirra, bergamota, laurel, pino, rosas, azahar… hoy en día hay cientos de aromas a precios asequibles, así que tenemos una amplia gama dónde elegir.
Tal vez una música suave de fondo nos ayude a relajarnos (creo que no hace falta decir que el equipo de música ha de quedar lo más alejado posible del agua, evidentemente). Algunos objetos que para nosotros tienen un significado mágico personal, pueden situarse cerca de la bañera. Me refiero a cristales de cuarzo, campanas tibetanas, figuras de nuestra particular devoción, amuletos, pentagramas, etc. O si se prefiere, no utilizar ninguno de esos objetos, todo está en la mente, así que sólo deberían utilizarse herramientas que tengan sentido mágico para la persona que hace el ritual. Si no es así, mejor elegir la sencillez y la sobriedad.
Lo importante es que entendamos que el ritual en sí empieza en el momento en el que comenzamos con los preparativos del mismo. Según vayamos disponiendo los elementos ya podemos empezar a visualizar en nuestra mente la función purificadora que van a realizar para nosotros cada uno de dichos elementos. Vayamos encendiendo las velas pensando, y sintiendo, que nos van a proporcionar luz y que absorberán todo lo negativo. Prendamos las varillas del incienso visualizando como su humo va a impregnar todo nuestro cuerpo y mente de vibraciones de paz y armonía. Vayamos haciendo esto con cada uno de los elementos que compongan nuestro baño purificador.
Cuando sea el momento de introducirnos en la bañera, hagamos un esfuerzo por imaginar que al despojarnos de nuestros ropajes, dejamos atrás todas las limitaciones y todas las ideas de impedimento que podamos albergar. A mí me gusta siempre pedir la protección y ayuda de los seres espirituales a los que normalmente me encomiendo, sería bueno recitar una sencilla oración con tal fin. Puede tratarse de nuestro Ángel Guardián, un santo, un maestro espiritual, la energía cósmica, Dios o lo que queramos.
Acto seguido, según sumergimos nuestro cuerpo en el agua, intentemos solamente evocar pensamientos de relajación y bienestar, disfrutemos durante un tiempo de la agradable sensación que produce el agua rodeando nuestro cuerpo. Es importante tratar de centrarse en ideas tranquilizantes, si nos cuesta trabajo conseguirlo, podemos evocar momentos de nuestra vida en los que sentimos esas sensaciones. Tratemos de recordar cómo nos sentimos cuando estamos inmersos en alguna labor que nos resulta especialmente placentera, o en una interesante conversación, o cuando recibimos un masaje relajante, o la contemplación del cielo completamente estrellado, o la inmensa paz que sentimos al estar tumbados cómodamente haciendo absolutamente nada… Recurramos a esas sensaciones de calma que tenemos archivadas en nuestra memoria. Seguro que el agua agradable y el ambiente tranquilizador que hemos creado, nos facilitarán la labor relajadora.
Una vez que hemos disfrutado de esos momentos de relax, podemos proceder a una de las partes fundamentales del ritual, y es literalmente la limpieza. No necesitamos más que una esponja o un guante de crin, como se prefiera, y el jabón o gel de nuestra elección. Por supuesto, podemos haber cargado el jabón energéticamente antes si lo preferimos. Se puede utilizar un jabón con algún componente que nos parezca adecuado para la limpieza espiritual, por ejemplo un jabón con aceite de almendras o esencia de laurel o lo que sea, hoy en día es fácil encontrar casi cualquier cosa en materia de jabones. Pero no es obligatorio, puede tratarse de un jabón de glicerina o uno completamente neutro Lo realmente importante es que, de forma mental y totalmente consciente, decidamos que al tiempo que limpiamos nuestro cuerpo físico, vamos a limpiar también los otros cuerpos.
De ese modo, empezaremos a frotar todo nuestro cuerpo con la esponja enjabonada, visualizando como nos limpiamos de todo tipo de impurezas, las visibles y las no tan visibles. Para favorecer la visualización, podemos imaginar como a medida que vamos pasando la esponja por las distintas partes de nuestro cuerpo, se empiezan a desprender capas de costra negra que caen al agua y dejan al descubierto nuestra verdadera esencia que es luminosa, esta es solo una idea, podemos recrear en nuestra mente cualquier imagen que nos resulte evocadora y convincente, lo único importantes es llegar a sentir que realmente la limpieza se está produciendo.
El último paso sería aclarar los restos de jabón que han quedado adheridos a nuestro cuerpo. Si tenemos la bañera con ducha incorporada, mejor que mejor, simplemente quitamos el tapón de la bañera y dejamos que el agua se vaya, imaginando que por el desagüe se van, junto al agua, todas las negatividades de las que nos hemos desprendido. Cuando ya se haya vaciado prácticamente la bañera, dejaremos que corra el agua de la ducha sobre nuestro cuerpo para que arrastre definitivamente todos los residuos que hayan podido quedar adheridos y pensaremos que es agua limpia y purificadora que desprende lo negativo y desaparece para siempre.
Acto seguido, nos envolveremos en una toalla limpia, pensando que la limpieza ha sido un éxito; es un momento adecuado para agradecer a los seres espirituales a los que nos hayamos encomendado su asistencia y apoyo. A mí me gusta dejar que las velas y el incienso se consuman completamente. Si por los motivos que sean, eso no puede ser, apago todo y en otra ocasión más propicia, vuelvo a encender y dejo que se consuman, pero nunca reutilizo para otro ritual con distinto propósito.
Esta es, en líneas generales una idea para un ritual purificador, se puede variar según los gustos y sentimientos de la persona que va a realizar el ritual. Hay personas que no tienen bañera en su casa, o que sienten apuro por utilizar tanta agua, al llenar la bañera, por motivos económicos o de solidaridad con los que no tienen acceso al agua. Bueno, lo mismo se puede hacer con la ducha, el momento de relajación se puede hacer en “seco” y entrar en la ducha para la limpieza. Incluso, si se quiere, basta con llenar dos barreños de agua: uno para enjabonarse y otro para aclararse. Aquí lo realmente importante es el trabajo mental realizado. Nunca me cansaré de repetir que lo externo no son más que herramientas de apoyo que psicológicamente nos ayudan a concentrarnos, pero nada de eso sirve si no visualizamos y creemos en lo que hacemos.
Las variantes son infinitas, lo dejo a la imaginación de cada cual. Sería una buena idea realizar este ritual para abandonar este año desprendiéndonos de impurezas y entrar en el próximo limpios y con sentimientos positivos. Reconozco que no soy muy dada a rituales de fin de año, puesto que cada vez me rijo más por Sabbats, Esbbats y, por supuesto, aniversarios de nacimiento para marcar los hitos del año, ya se ocupan los centros comerciales de vendernos todo tipo de artilugios y prendas de color rojo para “dar suerte”. Quizás una buena limpieza, a fondo, resulte más práctica y, si se quiere, se puede hacer una lista de deseos para el nuevo año, otra de cosas de las que nos queremos deshacer para siempre y quemarlas, dejo esta sugerencia de ritual a la imaginación de cada uno.
Lo importante es que entendamos que el ritual en sí empieza en el momento en el que comenzamos con los preparativos del mismo. Según vayamos disponiendo los elementos ya podemos empezar a visualizar en nuestra mente la función purificadora que van a realizar para nosotros cada uno de dichos elementos. Vayamos encendiendo las velas pensando, y sintiendo, que nos van a proporcionar luz y que absorberán todo lo negativo. Prendamos las varillas del incienso visualizando como su humo va a impregnar todo nuestro cuerpo y mente de vibraciones de paz y armonía. Vayamos haciendo esto con cada uno de los elementos que compongan nuestro baño purificador.
Cuando sea el momento de introducirnos en la bañera, hagamos un esfuerzo por imaginar que al despojarnos de nuestros ropajes, dejamos atrás todas las limitaciones y todas las ideas de impedimento que podamos albergar. A mí me gusta siempre pedir la protección y ayuda de los seres espirituales a los que normalmente me encomiendo, sería bueno recitar una sencilla oración con tal fin. Puede tratarse de nuestro Ángel Guardián, un santo, un maestro espiritual, la energía cósmica, Dios o lo que queramos.
Acto seguido, según sumergimos nuestro cuerpo en el agua, intentemos solamente evocar pensamientos de relajación y bienestar, disfrutemos durante un tiempo de la agradable sensación que produce el agua rodeando nuestro cuerpo. Es importante tratar de centrarse en ideas tranquilizantes, si nos cuesta trabajo conseguirlo, podemos evocar momentos de nuestra vida en los que sentimos esas sensaciones. Tratemos de recordar cómo nos sentimos cuando estamos inmersos en alguna labor que nos resulta especialmente placentera, o en una interesante conversación, o cuando recibimos un masaje relajante, o la contemplación del cielo completamente estrellado, o la inmensa paz que sentimos al estar tumbados cómodamente haciendo absolutamente nada… Recurramos a esas sensaciones de calma que tenemos archivadas en nuestra memoria. Seguro que el agua agradable y el ambiente tranquilizador que hemos creado, nos facilitarán la labor relajadora.
Una vez que hemos disfrutado de esos momentos de relax, podemos proceder a una de las partes fundamentales del ritual, y es literalmente la limpieza. No necesitamos más que una esponja o un guante de crin, como se prefiera, y el jabón o gel de nuestra elección. Por supuesto, podemos haber cargado el jabón energéticamente antes si lo preferimos. Se puede utilizar un jabón con algún componente que nos parezca adecuado para la limpieza espiritual, por ejemplo un jabón con aceite de almendras o esencia de laurel o lo que sea, hoy en día es fácil encontrar casi cualquier cosa en materia de jabones. Pero no es obligatorio, puede tratarse de un jabón de glicerina o uno completamente neutro Lo realmente importante es que, de forma mental y totalmente consciente, decidamos que al tiempo que limpiamos nuestro cuerpo físico, vamos a limpiar también los otros cuerpos.
De ese modo, empezaremos a frotar todo nuestro cuerpo con la esponja enjabonada, visualizando como nos limpiamos de todo tipo de impurezas, las visibles y las no tan visibles. Para favorecer la visualización, podemos imaginar como a medida que vamos pasando la esponja por las distintas partes de nuestro cuerpo, se empiezan a desprender capas de costra negra que caen al agua y dejan al descubierto nuestra verdadera esencia que es luminosa, esta es solo una idea, podemos recrear en nuestra mente cualquier imagen que nos resulte evocadora y convincente, lo único importantes es llegar a sentir que realmente la limpieza se está produciendo.
El último paso sería aclarar los restos de jabón que han quedado adheridos a nuestro cuerpo. Si tenemos la bañera con ducha incorporada, mejor que mejor, simplemente quitamos el tapón de la bañera y dejamos que el agua se vaya, imaginando que por el desagüe se van, junto al agua, todas las negatividades de las que nos hemos desprendido. Cuando ya se haya vaciado prácticamente la bañera, dejaremos que corra el agua de la ducha sobre nuestro cuerpo para que arrastre definitivamente todos los residuos que hayan podido quedar adheridos y pensaremos que es agua limpia y purificadora que desprende lo negativo y desaparece para siempre.
Acto seguido, nos envolveremos en una toalla limpia, pensando que la limpieza ha sido un éxito; es un momento adecuado para agradecer a los seres espirituales a los que nos hayamos encomendado su asistencia y apoyo. A mí me gusta dejar que las velas y el incienso se consuman completamente. Si por los motivos que sean, eso no puede ser, apago todo y en otra ocasión más propicia, vuelvo a encender y dejo que se consuman, pero nunca reutilizo para otro ritual con distinto propósito.
Esta es, en líneas generales una idea para un ritual purificador, se puede variar según los gustos y sentimientos de la persona que va a realizar el ritual. Hay personas que no tienen bañera en su casa, o que sienten apuro por utilizar tanta agua, al llenar la bañera, por motivos económicos o de solidaridad con los que no tienen acceso al agua. Bueno, lo mismo se puede hacer con la ducha, el momento de relajación se puede hacer en “seco” y entrar en la ducha para la limpieza. Incluso, si se quiere, basta con llenar dos barreños de agua: uno para enjabonarse y otro para aclararse. Aquí lo realmente importante es el trabajo mental realizado. Nunca me cansaré de repetir que lo externo no son más que herramientas de apoyo que psicológicamente nos ayudan a concentrarnos, pero nada de eso sirve si no visualizamos y creemos en lo que hacemos.
Las variantes son infinitas, lo dejo a la imaginación de cada cual. Sería una buena idea realizar este ritual para abandonar este año desprendiéndonos de impurezas y entrar en el próximo limpios y con sentimientos positivos. Reconozco que no soy muy dada a rituales de fin de año, puesto que cada vez me rijo más por Sabbats, Esbbats y, por supuesto, aniversarios de nacimiento para marcar los hitos del año, ya se ocupan los centros comerciales de vendernos todo tipo de artilugios y prendas de color rojo para “dar suerte”. Quizás una buena limpieza, a fondo, resulte más práctica y, si se quiere, se puede hacer una lista de deseos para el nuevo año, otra de cosas de las que nos queremos deshacer para siempre y quemarlas, dejo esta sugerencia de ritual a la imaginación de cada uno.
¡Que bonita entrada! y qué bien explicada está.
ResponderEliminarHola Aprendiz de Tarot
ResponderEliminarMe alegra que te guste y ya solo queda ¡ponerlo en práctica!
Saludos y feliz año
"Una idea podría ser hacer una limpieza al mes como rutina, preferentemente aprovechando las Lunas más favorables, esto es Creciente o Llena."
ResponderEliminarNo te lo recomiendo Cristilof, de hecho es preferible hacerlo en menguante. Verás, toda influencia decrece durante esta luna, tanto lo bueno como lo malo, por eso es buena para la limpieza y para el ataque mágico.
La luna creciente solo favorece aquello que querramos atraer y hacer crecer(no repeler, quitar o disminuir) . Y esto es una ley universal, propia de la naturaleza de la influencia lunar, es decir, más allá de nuestras creencias.
Esto no singifica que no podamos quitar algo en creciente, de hecho lo podemos hacer en cualquier momento, es solo que la luna creciente es una influencia desfavorable para una limpieza, esta es la enseñanza tradicional.