domingo, 20 de marzo de 2011

LIMPIA DE JAKE T. SHINE

Hace tiempo cayó en mis manos el libro de un chamán americano, Jake T. Shine, titulado: “Invocaciones, limpias y rituales”, si bien no comparto su forma de entender determinados aspectos de la Magia, lo cierto es que explicaba su forma de realizar una “limpia” (limpieza) para las personas que me pareció fascinante, así que hoy, me gustaría dar a conocer este método tan curioso; en él se utilizan elementos muy sencillos, nada de complicados rituales.

Shine entiende una limpia como la muerte de lo negativo para provocar el renacimiento de lo positivo, es decir, entiende esta limpia exactamente con el sentido del Arcano XIII del Tarot, es decir, la Muerte, para que podamos renovarnos, tenemos que morir a lo antiguo, a lo dañino, al limpiar lo malo, hacemos espacio para que venga lo bueno. Este es uno de los aspectos que más me gustan de la limpieza y por eso es que la quiero compartir con vosotros, el sentido que tiene de renovación. Por esto es que el autor propone hacer esta limpia sólo una vez al año y concretamente entre los días 1 y 13 de noviembre (ambos inclusive). Según explica en su libro, esos días es cuando:


“Mejor se mata a la mala suerte, los malos designios, el mal de ojo, la envidia, la revancha, la codicia, los celos, la venganza, los vicios, las debilidades, los malos fantasmas, el llanto, las lágrimas, la pesadez del espíritu, las penas y, en suma, a todo aquello que se pone en nuestra espalda o en nuestra alma, y nos hace daño o nos pesa demasiado. Se matan y se limpian los pecados, se matan y se limpian las malas acciones, se matan y se limpian los demonios, se matan y se limpian los temores, se limpia y se mata la mala suerte. ”.

Conozcamos esta limpieza paso a paso en las palabras de su autor:

“Procuro “limpiarme” a mí mismo antes de iniciar el ritual, ir vestido de blanco o de negro, no llevar joyas ni reloj, sólo unas pulseras de hueso o de madera. Consigo cinco velas, sal marina, un vaso de agua, un jarro de agua “bendita”, incienso o mirra en piedra, un huevo, una escoba vieja, y un atado de ramas secas. Enciendo 4 velas, y pongo una al Norte, otra al Sur, otra al Este y la última al Oeste, punto cardinal por dónde viene y va la muerte.

Pongo a quemar el incienso o la mirra en un plato de arcilla, de bronce o sobre una piedra. Apago las luces y dejo encendida sólo una de color azul o lila, el color de la muerte. Hago pasar a la persona, la pongo de cara a la pared, que debe estar pintada de negro o de blanco, y le miro el aura, es decir, el resplandor o calor que desprende su cuerpo para ve los colores que me sugiere. Le pido que cierre los ojos y que respire siendo consciente de su respiración, y después de pido que respire en inspiraciones cortas como si quisiese llenarse de oxígeno el cerebro.

Le paso las manos por todo el cuerpo; primero por la espalda, luego por los hombros, la nuca, la coronilla. Entonces le pido que se vuelva y paso las manos por su frente, su cuello, su torso y así hasta los pies, siguiendo la línea del cuerpo. Después le paso la escoba, primero por los pies y después por todo el cuerpo. Le pido que abra los ojos, poco a poco y que se tienda en la camilla. Le vuelvo a pedir que cierre los ojos y que se relaje. Si tiene ganas de hablar, le dejo hablar un poco, para que se desahogue, y le digo, amablemente, que todo lo que me quiera decir que se lo diga a sí misma y que ella misma se cuestione, y que no se de la razón a sí misma fácilmente.

Entonces le pido que cierre los ojos, y que vuelva a respirar suave y profundamente, y cuando ya está relajada, le conduzco con mis palaras por los senderos de la muerte, para que vaya a dejar al otro lado sus dolores, pesares, mala suerte, etcétera. Mientras hablo, le unto agua, haciendo una cruz en las muñecas, en el cuello, en los ojos y en el entrecejo. Luego le tiro unas gotas de agua encima. Enciendo la quinta vela y paso la llama por encima de su cuerpo, para quemar las malas influencias. Veo si del pábilo de la vela emana un humo negro

Dejo la vela, echo sal al vaso de agua y se lo paso por encima del cuerpo, para ver, si rebosa la sal del agua, si hay algún fantasma pegado a su ser, a su lado o encima de ella. Dejo el vaso, y paso el huevo por su cuerpo, sobre todo por la boca, por las orejas, por el pecho, por la cabeza, por los hombros, por la cadera…, por donde quiera ir el huevo, para que se lleve consigo todo lo que haya de mal en su ser, en su alma, en su mente, en su cuerpo.

Rompo el huevo, símbolo de la vida perfecta en embrión, y lo vierto en el vaso de agua con sal, para destruir el mal que pueda llevar dentro. Si sale negro, sabré que la persona está muy mal. Si sale gris, que está enferma. Si huele mal, que tiene infección. Si se rompe la yema, que algo o alguien le está obstruyendo el paso a la felicidad. Si sale normal, es la misma persona quien se está castigando. Si hace forma de embrión, que tendrá un buen renacer. Si hace forma de viejo, que sus problemas le sirven de muleta y que los prefiere a la soledad o a la indiferencia, y que aunque ahora mejore, no tardará en buscarse un nuevo mal.

Dejo el huevo y cojo el atado de ramas secas (el laurel, el espino o el romero van muy bien, pero con que sean ramas secas naturales, es suficiente). Llamo a la persona y le hablo de su ser interno, de su propio espíritu, y le digo lo grande y poderoso que es, lo elevado que está, y la exhorto a que se ponga de acuerdo con él.
Entonces le pido que busque a su tona, su espíritu guardián (hay 22 en el panteón mexicano) y si no lo ve por sí misma le ayudo a encontrarlo. Una vez que lo ha encontrado en su interior, le paso las ramas secas por encima para que se vaya lo malo y venga lo bueno, sacudiendo con firmeza en los puntos sensibles del cuerpo, para que encuentre el punto de encaje con su tona anual, y se haga fuerte con ella. Dejo las ramas, me empapo las manos con agua “bendita” y voy llamando a la persona a la realidad (en este momento le digo que se traiga del más allá su propia vida, su nacimiento, y si ve algo que le gusta, que también se lo traiga, pero que no olvide dejar en su lugar alguna pena o algún sufrimiento), al tiempo que le doy una pequeña friega de agua bendita en brazos, manos, frente y cuello.

Le pido que se ponga de pie, poco a poco, le doy un papel con el nombre de su tona escrito, y le digo que cada vez que se vea en un momento de necesidad, que abra el papel y que llame a su tona para que le ayude a solucionar el problema. Por último la despido, mientras mentalmente digo mis oraciones y pido compensación por lo que acabo de hacer”.


Esta es la limpia de Jake T. Shine tal y como aparece en su libro, sin quitar ni poner una coma. Mi intención al dar a conocer este y otros rituales es dar ideas y sugerencias, no creo que sea imprescindible seguir al pie de la letra lo que se dice, lo importante es entender la base, la esencia de cualquier ritual y luego adaptarlo a las necesidades y la forma de ser de cada uno. Por ejemplo, yo no utilizo Tonas, pero tengo mis seres espirituales equivalentes… Como siempre digo, para mí la Magia es un acto mental que se acompaña de una parafernalia externa, pero lo realmente importante son los procesos internos que se desencadenan.

La idea es tomar aquello que nos sirva de los rituales que vayamos conociendo y crear nuestro propio sistema mágico (aquí es muy útil crear nuestro propio Libro de Sombras). Por lo tanto me parece importante estudiar un ritual y luego reescribirlo adaptándolo a nosotros mismos. Os animo a que lo intentéis y nos contéis la experiencia. Para quien se sienta interesado por este libro, estos son los datos: “Invocaciones, limpias y rituales” Jake T. Shine ediciones Abraxas.

2 comentarios:

  1. Me pareció un ritual muy interesante, pero al leer lo del agua bendita me he quedado parada :O
    ¿es agua bendita de la iglesia? por favor, me podrias explicar esto?
    muchas gracias Helena

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  2. Hola Helena, no necesariamente. Cuando en algunos rituales, especialmente los que están destinados a purificar y limpiar, se requiere agua bendita, en realidad se trata de agua consagrada a las fuerzas superiores, a las que cada persona es capaz de concebir, basta una simple oración, y la intención dirigida a tal fin.
    Por supuesto hay personas que prefieren utilizar agua de alguna fuente o manantial que tiene tradición de santidad. En algunas ocasiones, sobre todo en los pueblos pequeños, al menos antes, el sacerdote podía consagrar agua, para llevársela a un enfermo o bendecir una casa. En algún momento apuntaré alguna oración como ejemplo para consagrar agua, tal vez el término bendita que utiliza el autor pueda llevar a confusión, pero he preferido reproducir al pie de la letra el texto tal como estaba escrito.
    Te agradezco que me hayas dado pie para la aclaración.

    Saludos

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