Siguiendo con este breve repaso de los Ciclos, es
imprescindible hablar del ciclo Anual, veremos cómo se divide el año y las
energías que predominan en cada una de esas divisiones
El Ciclo Anual
Este ciclo comprende un año entero, pero no se empieza a
contar desde el primer día del año, el 1 de enero (a no ser que hayas nacido
ese día, claro), sino que empezaremos a contar desde el día de tu cumpleaños.
Retomamos aquí un número mágico, el 7, para dividir el año en siete etapas que
aproximadamente constan de 52 días. Al final del artículo explicaré como
hacerlo poniendo un ejemplo práctico.
Son muchas las versiones que existen sobre el ciclo anual.
Yo voy a explicar, aunque sea muy brevemente, la versión que más me convence,
debido a la influencia de mis años de estudios Rosacruces, esta es la que más
he seguido, pero eso no quiere decir que sea la versión más adecuada para ti.
Investiga, compara y llega a tus propias conclusiones.
El primer período: abarca los primeros 52 días después del
cumpleaños. Este es un período para reconcentrarse, aunque se sienta una
energía arrolladora, no conviene malgastarla porque ahora es cuando almacenamos
todo el potencial que luego iremos empleando a lo largo del ciclo, por lo tanto
es bueno dosificarse. Estos días son idóneos para trabajar la intuición, la
meditación, para el trabajo espiritual que nos ayude a germinar nuevas ideas,
nuevas metas y proyectos.
Es un periodo de alta creatividad, por lo que resulta
también muy propicio para todo lo que tenga que ver con la creación artística.
Además, es muy adecuado para relacionarnos con personas y
entidades que puedan, más adelante favorecernos para desarrollar nuestros
proyectos. Resultará muy útil ampliar y reforzar nuestra red de contactos con
tal fin.
El segundo período: abarca los siguientes 52 días. En estos
días se ve favorecido todo lo relacionado con el trabajo a nivel intelectual.
Es un buen momento para racionalizar, ordenar, descartar, valorar y estudiar
todas esas ideas que surgen en el primer período, ha llegado el momento de que
empiecen a tomar una forma más concreta aquellas que valoremos como viables y
óptimas, también de descartar aquellas que sintamos que son demasiado
fantasiosas o que superan nuestras capacidades, al menos de momento.
Al ser un período de gran actividad mental, conviene estar
vigilantes puesto que los vaivenes mentales excesivamente entusiastas pueden
derivar en una dirección no deseada.
Tradicionalmente este es el momento más adecuado para
realizar viajes por mar o por tierra de corta duración, no solo de ocio, sino
para cuestiones vitales tales como una mudanza, traslados de negocios, cambios
de trabajo, etc.
El tercer periodo, los siguientes 52 días, es un momento muy
favorable para ponernos en acción y empezar a poner en marcha las bases de
aquellos proyectos que hemos estado planificando en los dos períodos
anteriores. Todas aquellas gestiones burocráticas y cuestiones legales que sean
precisas, se verán favorecidas en estos días. También este es el momento de
hacer uso de esa red de contactos que hemos estado “incubando”.
En esta época la energía está en un punto elevado y aquellas
personas que en su vida diaria tengan que utilizar la palabra como su principal
herramienta, ya sea que se dediquen a las ventas, la docencia, las
conferencias, la escritura, o cualquier campo que tenga que ver con la
expresión hablada o escrita, se verán muy inspiradas y motivadas. Un aviso,
como en todo en esta vida, la moderación es un grado, y el exceso de
vehemencia, el entusiasmo desmedido, pueden ejercer un efecto contraproducente
El cuarto período, los siguientes 52 días, sigue siendo un
momento de alta energía, por lo que es una época muy adecuada para materializar
nuestros proyectos. Una vez que en el período anterior hemos sentado las bases
más prácticas: papeleo, licencias y todo lo que tenga que ver con el ámbito
administrativo y burocrático, aquí ya podemos entregarnos al trabajo
propiamente dicho. Si se canaliza de forma adecuada todo ese caudal de energía,
podremos crecer en el campo que nos propongamos.
Nuestra capacidad para la oratoria, como en el período
anterior, sigue viéndose favorecida, y nuestra creatividad también, por lo que
cualquier modificación sobre el plan original puede introducirse, siempre que
sea mínimamente estudiada y veamos que lo mejora.
Se dice que este es el período idóneo para los viajes
largos, sobre todo de placer, es una época aventurera y pletórica de energía.
Aprovéchala.
En el quinto período, los siguientes 52 días, entramos en
una época que yo definiría como kármica, es decir, aquí empezamos a recoger el
fruto de nuestro trabajo de los períodos anteriores. Las consecuencias de
nuestras acciones empiezan a mostrarse, sea para bien o para mal, así que aún
estamos a tiempo, en la medida de nuestras posibilidades, de rectificar el
rumbo si vemos que estamos dirigiendo mal nuestros esfuerzos o de persistir y
mejorar si las cosas están saliendo como habíamos planificado.
Por eso es muy importante en estos días que nuestra atención
esté totalmente enfocada en nuestros asuntos, para detectar la más mínima señal
de aviso en el desarrollo de los acontecimientos.
El sexto período, los siguientes 52 días, es ya el momento
de la cosecha. Ahora ya sí que podemos ver claramente el fruto de lo que
sembrado y trabajado. Podemos hacer un balance de lo logros y fracasos,
preguntarnos en qué hemos acertado y en qué hemos fracasado, reflexionar sobre
los motivos y las posibles soluciones de cara al futuro.
También es una época de disfrutar, no solo de lo conseguido,
sino también de lo que nos ofrece la vida. Alternar, relacionarse con gente, no
tanto de cara a posibles intereses laborales, sino más bien como ocio, reunirse
con personas con aficiones e intereses similares a los nuestros resultará muy
enriquecedor. Será muy positivo realizar actividades de entretenimiento,
disfrutar de la música, paseos por la naturaleza, teatro, literatura, arte, deporte
o aquellas cosas que nos hagan relajarnos y nos entretengan.
El séptimo y último período, los últimos 52 días (o 53),
marcan una etapa de involución, de introspección. Una vez que hemos
planificado, trabajado y disfrutado, llega el momento de descansar, de reponer
fuerzas, de renovarse en todos los aspectos. Del mismo modo que una planta
después de llegar al punto de máximo esplendor, necesita su período de muerte
aparente para volver a renacer más fortalecida, así el ser humano necesita de
ese período de pasividad e introspección para volver a iniciar su ciclo anual
con fuerzas renovadas.
Puede suceder que en estos días el estado de ánimo esté un
tanto bajo por el agotamiento de la actividad anterior. Es lógico y
perfectamente normal. Incluso la salud puede resentirse un poco, no es
infrecuente estar pesimista y con un talante negativo y algo hosco. Por eso, no
es el momento de embarcarse en nuevos proyectos o actividades. Tampoco es buena
idea tomar decisiones importantes, a no ser que sea absolutamente necesario, si
es así, conviene meditar muy bien sobre lo que se va a hacer y, siempre que sea
posible, pedir consejo y asesoría de alguien que nos merezca plena confianza.
Una vez que ya conocemos las características principales de
cada uno de estos siete períodos, llega el momento de hacer la división. Como
consejo práctico, sería estupendo que en un calendario o almanaque, hicieras
previamente la división de los 52 días de cada período, siendo el día 1 el
mismo día que cumples años. Quien tenga una mente muy matemática, habrá
observado que haciendo esta división, nos queda un día de más, dos si estamos
en un año bisiesto, ya que 52x7 = 364. Evidentemente no es una división
estricta, en realidad serían períodos de 52 días y poco más de 3 horas cada
uno, pero el cálculo es aproximado, y de todas formas no se trata de que
pasados los 52 días de un período se producan cambios radicales, el tránsito de
un ciclo a otro es suave, se entremezclan características de los dos, por lo
tanto ajusta las fechas como creas conveniente, yo lo que hago es alargar el
séptimo ciclo un día más, no me complico demasiado la existencia.
De nuevo me pongo como ejemplo para mostrar cómo se
realizaría este cálculo:
Yo nací un 10 de enero, por lo tanto, mis cálculos los haré
siempre empezando ese día, es decir, el día 10 de enero es el día uno de mi
primer período y a partir de ahí es desde donde debo empezar a contar los 52
días para dividir esos 7 períodos a lo largo del año.
Estamos en 2018, no es un año bisiesto, por lo tanto he de
dividir 365 días en 7, como ya hemos visto, el cálculo no es exacto, me sobra
un día que yo añado al último período. Es muy fácil hacer las cuentas con un
calendario en la mano
Mi primer período comienza el 10 de enero, por lo tanto
cuento 52 días incluyendo el 10 de enero, de tal forma que el día 2 de marzo
termina ese período.
Mi segundo período comienza el día después de terminar el
primer período, por lo tanto comienzo a contar desde el 3 de marzo, el día 23
de abril es el día 52, de tal modo que ese es el último día de mi segundo
período.
Mi tercer período comienza al día siguiente, es decir, el 24
de abril y terminará el 14 de junio.
Mi cuarto período comienza entonces el 15 de junio y
terminará el 5 de agosto.
Mi quinto período comienza el 6 de agosto y terminará el 26
de septiembre.
Mi sexto período comenzará el 27 de septiembre y acabará el
17 de noviembre.
Mi séptimo período comenzará el 18 de noviembre. Si cuento
los 52 días exactos, este período acabaría el 8 de enero del año siguiente,
teniendo en cuenta que mi cumpleaños es el 10 de enero y ese es el día que
tendría que empezar otra vez la cuenta, el día 9 de enero se quedaría fuera.
Así que lo que hago es que al último período le añado ese día extra y serían 53
días en vez de 52 como en los otros períodos.
¿Y qué pasa con los años bisiestos? No hay problema, lo
único que sucede es que si un año convencional tiene un día extra, el año
bisiesto tiene dos días extras, puesto que consta de 366 días. Dejo a tu
criterio como quieras repartirlo. Lo que yo hago es añadir uno de esos días
extra al sexto período y el otro al séptimo, me parece excesivo añadir dos días
de más al último período, así que los reparto entre el sexto y el séptimo.
Otra pregunta que se puede plantear alguien que haya nacido
el día 29 de febrero. Lógicamente es un día que solo “existe” cada cuatro años,
así que en un año bisiesto podrá empezar su ciclo el día 29, y los demás años
el día 28 de febrero o el 1 de marzo, según cuando celebre su cumpleaños los
años no bisiestos, repartiendo los días extra como crea conveniente, por
ejemplo en el primer y último período, o en el sexto y el séptimo como hago yo,
o como quiera. La otra posibilidad sería que, independientemente de que sea año
bisiesto o no, empezar siempre su ciclo en el día que celebre habitualmente su
cumpleaños. Este es un caso excepcional, por lo tanto, se pueden tomar medidas
excepcionales.
Te animo a que calcules tus ciclos anuales y vayas comprobando si te identificas con las energías predominantes de cada uno de esos períodos.
Te animo a que calcules tus ciclos anuales y vayas comprobando si te identificas con las energías predominantes de cada uno de esos períodos.
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