Siguiendo con el repaso de este
fascinante mazo, una vez revisados los Arcanos Mayores, entramos de lleno en
los Menores. Si me permitís un consejo, antes de hacer un breve repaso de las
cartas, si tenéis verdadero interés en profundizar en esta baraja, es
conveniente conseguir alguno de los libros de Aleister Crowley, por lo menos
“Adivinación por el Tarot” (Ed. Humanitas) y/o “El Libro de Thoth” (Ed. Luís Cárcamo),
ya que no se trata de una simple recreación artística del Tarot, sino que el
autor vertió en su obra parte de sus vastos conocimientos esotéricos y
cabalísticos; por eso, nadie mejor que el propio creador para servir de guía en
este alucinante viaje por un sistema de intrincadas correlaciones y simbolismo.
Los Arcanos Menores en el Tarot de
Crowley son, como en las demás barajas, 56 cartas subdivididas en los cuatro
palos que ya conocemos y con las correspondencias habituales con los cuatro elementos:
Pentáculos: Tierra. Copas: Agua. Espadas:
Aire. Bastos: Fuego
También vemos que se dan algunas
variantes. Quizás, lo más llamativo es la alteración que encontramos en las figuras
de la Corte: Los Reyes aquí equivalen a los Caballeros, las Reinas siguen
conservando este título, el Caballero o Caballo habitual pasa a ser Príncipe y
la Sota es Princesa. Pero esto tiene su razón de ser, no es mero capricho.
No queda más remedio que recurrir a
su obra “Adivinación por el Tarot” (Ed. Humanitas) para entender por qué
Crowley asigna estos títulos a las cartas.
“Los Cuatro reyes o “Figuras montadas
en corceles” representan las Fuerzas de Yodh del Nombre en cada uno de los
palos: el Radix, Padre y comienzo de las Fuerzas Materiales son eldesarrollo y
el acabamiento. Una fuerza de acción veloz y violenta, pero cuyo efecto pasa
deprisa y, por tanto, su símbolo es una Figura que cabalga rápidamente en un
Corcel y vestida de una Armadura completa.
Por tanto, constituye el conocimiento
de las escala de Rey, tan necesario para el comienzo de toda actividad mágica.
Las Cuatro Reinas: Se sientan en
Tronos; representan las Fuerzas del He del Nombre de cada uno de los palos, la
Madre del productor de las Fuerzas Materiales: una fuerza contínua e
inamovible, pero no rápida, aunque persistente. La simboliza, por tanto, una
Figura sentada en un Trono, pero también cubierta de Armadura.
Los Cuatro Príncipes: Estos príncipes
son Figuras sentadas en Carro y, por tanto, llevadas hacia delante. Representan
las Fuerzas de la Vau del nombre en cada uno de los palos: el Hijo Poderoso del
Rey y la Reina que porta la influencia de ambas escalas de Fuerza. Un Príncipe,
el hijo de un Rey y una Reina y, sin embargo, un Príncipe de Príncipes y un Rey
de Reyes: un Emperador cuyo efecto es a la vez rápido (aunque no tan veloz como
el de la Reina) y persistente. Lo simboliza, por tanto, una Figura transportada
en Carro y vestida de Armadura. No obstante su poder es vano e ilusorio, a no
ser que sea puesto en movimiento por su Padre y su Madre.
Las Cuatro Princesas: Son las Sotas
de la Baraja del Tarot. Las Cuatro Princesas o figuras de Amazonas, se
mantienen firmes de por sí: ni cabalgan Caballos, ni se sientan en Tronos, ni
son transportadas en Carros. Representan las fuerzas del He final del Nombre en
cada uno de los palos, completando las Influencias de las otras escalas: la
poderosa hija de un Rey y una Reina: una Princesa poderosa y terrible: una
Reina de Reinas –una Emperatriz- cuyo efecto combina los del Rey, la Reina y el
Príncipe, a la vez violenta y permanenete; sin embargo su poder no existe,
salvo en razón de los otros; y entonces, por cierto es intenso y terrible
materialmente, y es el Trono de las Fuerzas del Espíritu.
¡Ay de quien le declare guerra una
vez así preparada!”
Los Ases, para Cowley, representan
las raíces de los Cuatro Elementos y son “el eslabón entre las cartas menores y
las Princesas”. Hay un punto muy interesante en su concepto de los Ases y es
que no son la representación de los elementos en sí, sino la raíz de los
elementos, un matiz que hay que precisar porque son cosas muy distintas;
imaginaros que son las semillas, que luego, a lo largo del desarrollo de los
demás Arcanos Menores, esas semillas irán creciendo y fortaleciéndose. Estas
cuatro cartas estarían en la esfera de Kether en el Árbol de la Vida
Cabalístico.
Los Doses, por otra parte, estarían
en la siguiente esfera, Chokmah, que en pablabras de Crowley “Chokmah es
realmente el número 1 y no el 2, ya que es la primera manifestación; Kether
está completamente oculto, de modo que nadie sabe nada de él. Por consiguiente
sólo al llegar a los Doses se manifiesta el elemento como elemento en sí.
Chomah no está contaminado por influencia alguna, de modo que los elementos se
revelan aquí en su armoniosa condición original”.
Los Treses estarían en Binah. Estas
cuatro cartas son la representación del triángulo de la creación. Mientras que
los Cuatros están en Chesed, el cuatro es la materialización y como diría
Crowley: “el Cuatro expresa el Imperio de la Ley”; ¿no recuerda esto sospechosamente
a la carta del Emperador?
Evidentemente, según vamos
descendiendo por el Árbol de la Vida, al llegar a la esfera de Gevurah,
encontramos a los cuatro Cincos. Y aquí podemos establecer un paralelismo entre
la esfera de la Severidad con las cartas que representan tensión y lucha.
Por su parte, los cuatro Seises se
asignan a Tiphareth, cuyos atributos son la belleza, la armonía y el
equilibrio, que tienen directa relación con los Seises de este Tarot. Los
cuatro Sietes se encuentran en Netzach, para Crowley cada uno de estos Arcanos
representan la degeneración del elemento al que pertenece. Los cuatro Ochos
están en Hod, según nos dice Crowley, están afectados por los mismos defectos
de los Sietes, pero: “los Ochos llegan (en cierto sentido) como un remedio para
el error de los Sietes. Los Nueves habitan en Yesod, y representarían un alivio
de la presión de los Sietes y los Ochos, serían la fuerza elemental en lo más
material y mundano. Por último los cuatro Dieces los asigna a Malkuth, sería el
fin de toda energía.
Como ya he comentado al principio, la baraja de Crowley es complicada de entender sin la guía de su autor, ya que fue creada basándose en correspondencias cabalísticas, astrológicas, numerológicas... es fácil perderse en el laberinto mental que supone. Eso no quiere decir que no se pueda utilizar para adivinación o para meditación, especialmente este último uso puede ser muy enriquecedor debido a la inmensa carga simbólica que albergan sus imágenes. Pero aún así, será más fácil la inmersión en la baraja de la mano de Crowley.
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