San Malaquías |
Soy una auténtica entusiasta de las profecías,
por lo que no podía faltar en esta sección un repaso a una de las más famosas
recopilaciones de vaticinios que nos llegan de tiempos bastante lejanos. Me
refiero a las profecías de San Malaquías, aunque, para ser más precisa, tendría
que hacer uso del término “supuestas”, ya que, como más adelante veremos, no es
seguro que la autoría sea del santo irlandés. Y, adelantándome a aquellas
personas que puedan pensar que ni siquiera existió tal personaje, debo aclarar
que no es una figura imaginaria, hay constancia documentada de la existencia de
San Malaquías. Pero comencemos conociendo algo más del protagonista de la
entrada de hoy para ponernos en contexto.
San Malaquías nació en Armagh (Irlanda) en
1.094, según se cree, dentro de una familia noble. Su carrera eclesiástica fue
meteórica. En el año 1.119 fue ordenado sacerdote; en 1.123 abad de Bangor y al
año siguiente, nada menos que obispo de Connor. En 1.132 asciende al cargo de
arzobispo de Armagh. Realizó dos viajes a lo largo de su vida a Roma (algo
meritorio teniendo en cuenta que estamos hablando del siglo XII). En el
primero, en 1.139, conoció a su paso por Clairvaux (o Claraval) a San Bernardo,
con quien estableció una estrecha amistad. Este viaje fue muy esclarecedor para
él, ya que recibió una impresión muy negativa de lo que vio en la sede del
papado: intrigas políticas, corrupción, decadentes comportamientos… algo que,
para un hombre de tan estricta moral, debió resultar muy impactante.
Su segundo viaje a Roma comenzó en 1.148, pero
no pudo terminarlo pues, precisamente en una parada en Clairvaux, enfermó gravemente,
falleciendo el 2 de noviembre, siendo asistido por su gran amigo San Bernardo.
Unos años después, en 1.199 fue canonizado por el Papa Clemente III. Sería San
Bernardo quien escribiera su biografía.
Ahora que hemos conocido algo más de la
persona, podemos sumergirnos de lleno en las profecías del santo irlandés.
Estas profecías papales ven la luz por primera
vez, al menos que se sepa, muchos años después de la muerte de San Malaquías,
concretamente en Venecia, el año 1.595. Fueron publicadas por un monje
benedictino llamado Arnoldo Wyon, quien las incluyó en el “Lignum vitae,
ornamentum et decus Ecclesiae” (El árbol de la vida, el ornamento y la gloria
de la Iglesia). Se trataba de una compilación biográfica de distintos
benedictinos que habían alcanzado cierta notoriedad, y San Malaquías tenía su
propio capítulo dentro de la obra. Aparte de una reseña sobre su figura,
Arnoldo Wyon incluye las profecías que, según sus propias palabras, escribió
San Malaquías pero no fueron hechas públicas.
La estructura de las profecías es de lo más
simple. Se trata de un listado de 112 frases cortas escritas en latín que hacen
referencia a cada uno de los Papas que irían sucediéndose a lo largo del tiempo,
partiendo de su contemporáneo Clemente II (1.143-1.144). Veamos algunos
ejemplos, tomados al azar, de varios de estos nombres uniéndolos al Papa que
por orden numeral le corresponde:
Escudo papal de Celestino IV |
Nº 18 Celestino IV (1.241 – su papado fue solo
de 17 días): “Leo Sabinus” (León Sabino). En su escudo de armas aparecía un
león. Fue Cardenal-Obispo de la Sabina (provincia Italiana).
Nº 73 Sixto V (1.585-1.590) “Axis in Medietate
Signi” (Hacha en medio del signo). En su escudo de armas aparecía un hacha
cruzada con un león (símbolo del signo astrológico de Leo).
Nº 88 Inocencio XII (1.691-1.700): “Rastrum in
Porta” (Rastrillo en la puerta). Provenía de la casa de Pignatelli del Rastello
(Rastrillo) y nació a las puertas de Nápoles.
Estos tres son solamente un ejemplo, para que
se pueda entender cómo es la estructura de estas profecías. Ahora, resulta
inevitable apuntar lo referente a los últimos Papas, más cercanos en el tiempo
y de los que podemos saber algo más por conocimiento directo.
108 Pablo VI (1.963 -1.978) “Flos Florum (Flor
de flores). En su escudo de armas aparecen tres flores de lis.
109 Juan Pablo I (1.978- su papado fue de 33
días) “De Medietate Lunae” (De la media luna). Nació cerca de Belluno (Bella
Luna) y su verdadero nombre era Albino Luciani (Luz Blanca).
110 Juan Pablo II (1.978-2.005) “De Labore
Solis” (Del trabajo del sol). Provenía de la Europa Oriental, de Polonia en
concreto, el Oriente es por donde sale el sol. Fue conocido como el Papa
viajero, por la cantidad de viajes que realizó a lo largo de su papado, incluso
estando ya muy deteriorado físicamente. Durante su funeral se produjo un
eclipse solar.
111 Benedicto XVI (2.005-2.013) “De Gloria
Olivae” (De la gloria del olivo). Durante muchos años, como Cardenal, fue el
director de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo escudo representa
una rama de olivo. Nació un Sábado de Gloria y además pertenece a la orden de
los benedictinos conocidos también como los “olivetanos”.
Y ahora llegamos al momento más inquietante,
el que hace referencia al último Papa, que sería el número 112 en la lista. No
se trata de una breve frase, sino de un texto más largo que constituye un
sombrío augurio y en el que se denomina al Sumo Pontífice como Pedro el Romano.
El texto es el siguiente:
“In extrema S.R.E, sedebit Petrus Romanus qui
pascet oves in multis tribulationibus, quibus transactis civitas septicollis
diruetur, et Iudex tremendus iudicabit populum suum. Finis.”
“En persecución final, en la Santa Iglesia
Romana reinará Pedro el Romano quien cuidará a su rebaño entre muchas
tribulaciones, tras lo cual la ciudad de las siete colinas será destruida y el
Juez Terrible juzgará a su pueblo. Fin”.
Suena apocalíptico ¿verdad? Evidentemente, el
Papa a quien se hace referencia en el texto, por el orden cronológico, es
Francisco I, el actual Pontífice. De modo que interesa especialmente saber qué
nos quiso decir, supuestamente, San Malaquías con estas palabras, pues surgen
muchas preguntas a leerlas, en cambio, las respuestas son más bien escasas. En
primer lugar, se trata de la última revelación profética, culminada con un
rotundo Fin. ¿Quiere esto decir que ya no habrá más Papas? ¿Es Francisco el
último?
Repasando el texto detenidamente podemos ver
que comienza con una frase inquietante “En la persecución final” por un lado
esto nos habla de una persecución, lo cual es ya algo amenazador, pero aún más
lo es leer que es la persecución final. ¿Van a ser perseguidos los creyentes
católicos? Nos dice además que Pedro el Romano (entiendo que es el nombre
genérico de quien ostenta el título como sucesor de San Pedro), cuidará a su
rebaño (el Papa como gran Pastor o líder de sus seguidores) entre muchas
tribulaciones. La palabra tribulación es sinónimo de desgracia, infortunio,
adversidad, aflicción, etc., eso quiere decir que el “rebaño” de este Papa va
sufrir muchos tormentos, o bien que será pastoreado a través de muchos tormentos
y tal vez salga indemne, es decir el sufrimiento sería generalizado y ese
“rebaño” saldría adelante esquivándolo gracias a la guía de su Pastor. Esta
frase se presta a varias interpretaciones.
Avanzando por el texto, llegamos a otra frase
terrible: “tras lo cual la ciudad de las siete colinas será destruida”. Se ha
dado por sentado que la ciudad de las siete colinas haría referencia a Roma,
pero esto podría prestarse a varias interpretaciones, una más literal, hablaría
de la destrucción física de dicha ciudad, pero también podría entenderse como
la destrucción espiritual de Roma, es decir, la aniquilación del Vaticano como
sede papal y centro de la fe católica. Es más, hay quien interpreta esta frase
como el fin de esta religión.
Pero hay interpretaciones que apuntan hacia
Jerusalén, asentada, al igual que Roma, sobre siete colinas. ¿Se refiere a esta
ciudad la profecía? Para sus creyentes, la religión católica otorga un gran
significado espiritual a esta ciudad. Si estamos hablando de Jerusalén, podríamos
volver a plantearnos las mismas preguntas para entender esta frase:
¿destrucción física o espiritual?
Y centrándonos más aún en una sola palabra;
“destrucción”, sea cuál sea su significado concreto, el término ya es terrible.
Si hablamos literalmente de la destrucción de una ciudad, solo un evento
dramático podría producir una aniquilación total: una guerra, una catástrofe
natural de importantes dimensiones… Pero si se trata de la destrucción con una
connotación más espiritual, como sería la desaparición de una religión,
hablaríamos de un hecho de gran relevancia que podría ser provocado por un
agente externo, tal vez la persecución física contra quienes procesen dicha
creencia, o bien la demolición desde el interior de la religión católica, como
una suerte de, si se me permite la expresión, auto fagocitación desde dentro.
Pero la frase más terrorífica de todas es la
rotunda: “el Juez Terrible juzgará a su pueblo”. ¿Es el mismísimo Dios ese Juez
Terrible? ¿Se refiere solo a los creyentes católicos con el término “su
pueblo”, o puede hacerse extensible a toda la humanidad? ¿De qué clase de
juicio estamos hablando, quizás el Juicio Final? ¿Y este juicio conlleva algún
tipo de castigo?
Por último, he de resaltar el remate final,
con un críptico y rotundo: “Fin” dotando a todo el párrafo de un tinte aún más
dramático y apocalíptico. ¿El fin de las profecías, el fin de la iglesia
católica, el fin de la ciudad a la que hace referencia, el fin de…todo?
Papa Francisco |
En cualquier caso, puede ser un ejercicio
interesante, que os aventuréis a encontrar una interpretación propia a esta
última profecía, y sobre todo, más interesante resultaría analizar el papado
actual con relación a la misma puesto que el Papa Francisco, según el listado,
es Pedro el Romano, después de él no habrá más Papas, al menos eso parece
indicar San Malaquías (presuntamente). Analizando a día de hoy el estado del
mundo en general, y de la iglesia católica en particular, ¿creéis que esta
profecía podría cumplirse? ¿Reconocéis en algún hecho o circunstancia de estos
momentos, algún punto en concreto de la frase profética? ¿Podrían, por ejemplo,
los casos que están saliendo a la luz de prácticas pederastas o los rumores
sobre sospechosos movimientos financieros bastante oscuros, ser los agentes
promotores de esa destrucción anunciada?
No quisiera terminar este artículo sin hacer
una mención, aunque sea de forma somera, a la cuestión de la autoría real de
estas profecías. Como reseñé más arriba, la primera publicación de la que hay
constancia se sitúa en el año 1.595, siglos después del fallecimiento de San
Malaquías. Hay un dato que resulta francamente sospechoso y se encuentra en la
biografía que San Bernardo hizo de su gran amigo San Malaquías. Lo lógico sería
que, dada la estrecha relación que se estableció entre ellos, San Bernardo
estuviese al tanto de algo tan importante para la institución eclesial como
unas profecías obtenidas por revelación y que afectaban al futuro del
catolicismo. Pero no hizo ninguna mención al respecto. Me parece, como mínimo,
muy raro.
Si leemos con detenimiento cada una de las
profecías, vemos como la precisión de las primeras, curiosamente hasta el año
1.595, se va difuminando volviéndose cada vez más vagas y difusas, hasta el
punto que, para encajarlas con el Papa correspondiente, hay que hacer un
verdadero ejercicio de imaginación, algunas resultan tan forzadas que hacen sospechar
del benedictino Arnoldo Wyon. Si fue él quien las escribió, se explicaría por qué
las primeras coincidían con bastante detalle y las de los Papas posteriores al
año 1.595 no.
Os recomiendo, si os interesa este asunto de
la autoría, investigar un poco más, adjunto el enlace a un artículo muy
interesante en el que, de paso, se hace referencia a otra profecía papal, la de
Catalina Emmerick, aunque lo verdaderamente interesante está en la página 2:
En el enlace de más abajo podéis encontrar el
listado completo de los 112 lemas con los correspondientes nombres de los papas
a los que supuestamente se atribuirían.
Quiero resaltar un hecho vital que rápidamente
captaréis: cuando se redactó este listado, aún no había sido elegido el actual
pontífice, por lo tanto la cuenta se para en el número 111 y el 112, Petrus
Romanus, era aún una incógnita. En esta página especulan con quién podría ser
el siguiente Papa, con poco acierto como se podrá comprobar, pero lo importante
es que aquí encontraréis lo que realmente interesa: los 112 lemas de la
profecía.
Y un último apunte, veréis que algún nombre se
repite, como es por ejemplo el caso de Benedicto XIII, no se trata de una
errata, simplemente algunos Papas accedieron de una forma irregular al papado,
por lo que son considerados anti-papas, y por eso sus nombres, en determinados
casos, fueron reutilizados más adelante, pero esto es algo que en el comentario
de cada profecía veréis especificado.
Muchas gracias por toda la información que aportáis y tan continuada, menuda alegría me he llevado con este blog, seguid así! :D
ResponderEliminarGracias por tu visita y por tus palabras. Un saludo
EliminarSoy una "loca de las profecías", especialmente de la de San Malaquías, me ha encantado tu artículo, un gusto leerte.
ResponderEliminarHola, TuGuiaTarot. A mi también me parecen interesantes, aunque es difícil encontrar profecías que sean claras y directas; casi siempre, al ser tan imprecisas, se prestan a distintas explicaciones. Las de San Malaquías son especialmente inquietantes.
EliminarSaludos y gracias por tu visita y tu comentario