Tras la impactante baraja de Crowley,
se abre un período de poca actividad creativa en lo concerniente al mundo del
Tarot. Alguien me comentó una vez que creía que el interés de la gente que, por
decirlo de algún modo, quiere ver más allá de lo aparente y cotidiano, se
dirigió hacia el mundo de la ufología. Puede ser, lo cierto es que, salvo
alguna creación artística que remitía al Tarot, no se editó ningún mazo que
destacase, que marcase un hito en la larga y prolífica historia de este bello
arte. Pero algo cambió en la década de los sesenta, una época de redescubrimiento
de creencias milenarias, de acercamiento a la naturaleza, de búsqueda de formas
distintas de entender el mundo y la vida.
Son los años del movimiento hippy,
con sus luces y sus sombras, que, entre otras cosas, trajo un renovado interés
por todo lo referente a la Magia y el Ocultismo, y de forma muy relevante por el
Tarot, una tendencia que sobrevivió al hippismo y que ha llegado hasta nuestros
días. La baraja que hoy presento es una maravillosa rareza llamada The New
Tarot for the Aquarian Age (que podríamos traducir como El Nuevo Tarot para la
Era de Acuario) y fue el producto de numerosas sesiones de Ouija por parte de
su autor, John Cooke (1920 – 1976) y cuatro compañeros de viaje más. Estas
sesiones se realizaron a principios de la década, aproximadamente entre 1.962 y
1.963, pero las cartas no verían la luz hasta unos años después, en 1.969, con
la colaboración de Rosalind Sharpe.
John Cooke explicó que esas sesiones
de Ouija no se realizaron con la intención de crear una nueva baraja de Tarot.
Simplemente, la información surgió de una supuesta entidad que se hacía llamar
“We” y también “One”, curiosa esta doble denominación en plural y en singular.
Las instrucciones sobre el diseño de cada carta eran sumamente precisas y John
Cooke las siguió a rajatabla. Según su autor, estas directrices estaban
destinadas a dar un nuevo aire al Tarot, otra vuelta de tuerca, su objetivo era
marcar una nueva era dentro de este antiguo arte, que él creía firmemente que
tenía su origen en el Antiguo Egipcio (de nuevo la teoría del Libro de Thot) y
que las originales cartas de Tarot habrías sido inspiradas de una forma similar
a cómo él la estaba recibiendo en ese momento.
Esa evolución, o quizás habría que
decir revolución, del Tarot, John Cooke la definía como “Inversión”, porque el
Tarot dejaba de ser algo que definía y explicaba las influencias de lo externo
en la vida de la persona, como algo del destino, para pasar a ser algo interno.
Veremos en estos Arcanos grandes diferencias con los tradicionales, la simbología
se despoja de arquetipos más antiguos: coronas, cetros, túnicas, tronos…, se trataba
del inicio de una nueva era y todos esos elementos ya no resultaban necesarios,
habían quedado obsoletos.
Vamos pues a hacer el repaso de sus
Arcanos Mayores, que son absolutamente fascinantes. No tienen numeración y, en
gran parte de los casos, resulta complicado asociar cada carta con su
correspondiente dentro de los mazos más tradicionales. Afortunadamente, el
autor nos dejó delineada esa correspondencia en una serie de libros sobre las
cartas, para que no nos perdamos en el camino: “Book of T: The New Tarot”,
“Book of G: The Royal Maze” y Book of I: Instructions Sypnosis”. Desconozco si
existe una edición traducida al español, pero no he encontrado ninguna
referencia al respecto. Tampoco es fácil encontrarla en la versión original,
porque está descatalogada, la única posibilidad de hacerse con ella es
encontrarla por internet a la venta de segunda mano. Por esta razón, reseñaré
cada Arcano con su nombre original, haciendo la traducción más aproximada que
pueda y, para que tengamos una referencia clara, iré asociándolo con la carta
“tradicional”.
Como norma general, en esta baraja
destaca su intento de ruptura con todo lo anterior. Las figuras suelen aparecer
desnudas, remarcando la idea de mostrarse tal cuál son, es el símbolo despojado
de cualquier artificio que pueda imponer la estructura social más convencional.
Quizás los Arcanos Menores pueden resultar un poco insípidos al lado de los
Mayores, ya que estos últimos son muy barrocos, lucen repletos de simbología,
por lo que aconsejo contemplarlos de forma serena y tomándose un tiempo para la
contemplación de cada uno de ellos, puesto que es mucho lo que nos pueden
contar.
Empiezo el repaso por el Loco que
sería Nameless-One (Sin nombre): Su imagen dista mucho de la tradicional. Se ha
deshecho de toda vestimenta y camina desnudo portando un papiro entre sus manos,
junto a él vemos un pequeño animal que parece compartir la cabeza de un gato y un
perro. Me llama especialmente la atención la araña de importantes dimensiones
que se descuelga sobre la cabeza del personaje, quizás sea una representación
simbólica que teje la red del destino. Curiosamente, el precipicio que
habitualmente se abre ante el Loco, en este caso ha quedado detrás de él,
parece una pequeña poza llena de huesos. Merece la pena meditar sobre toda la
carta en general, pero muy especialmente en lo que nos puede querer decir esa T
que parece surgir de la tierra.
El Mago aquí se llama The Changer
(Cambiador, o mejor, Transformador). Es fascinante. Un hombre joven, con una
pequeña túnica, se alza sobre una esfera, abriendo sus brazos en cruz, y sobre
su hombro izquierdo se posa un águila con la cabeza tapada por una caperuza;
puede parecer que está domesticada, pero no es así, pues con sus garras le ha
hecho tres heridas. En esta carta podemos ver los elementos que representan los
cuatro palos de esta baraja: Serpientes, Peras, Espadas y Piedras.
La Papisa es en este mazo The Mother
(La Madre). Cuando ví por primera vez esta carta, lo primero que me llamó
poderosamente la atención es que la figura está embarazada. Pensé que tendría
que ser un error, pues ese embarazo es un atributo propio de la Emperatriz
tradicional. Pues no, se trata de aquel Arcano que conocemos como la Papisa.
Vemos que se sostiene en equilibrio entre las dos columnas, portando en sus
manos una flor y sendos rayos. Su frente está coronada por dos serpientes,
formando un dibujo que puede recordar vagamente a aquellos cuernos lunares que
vemos en muchas barajas de Tarot. Junto a cada una de las columnas encontramos
un animal mítico, lo que parecen el ibis y el fénix (al menos esa es mi
percepción). Echo en falta un elemento en esta carta que a mí me parece vital
para este Arcano, el velo.
La Emperatriz es The Feeler (La
Sensible). La figura principal, es una mujer con una larga falda y cuyos largos
cabellos se enredan en sus pechos desnudos, abre sus brazos como si estuviese
preparada para fundirse en un abrazo con cualquiera que lo necesite, ahí
conserva ese instinto maternal propio de la carta que representa. Su cabeza se
adorna con una Cruz Ansata, que podría representar el signo femenino de Venus. Hallamos
a esta revisión de la Emperatriz en un paisaje nocturno, entre dos cipreses:
Arriba en el cielo vemos un símbolo de Cáncer, cuya constelación forman siete
estrellas resplandecientes.
El Emperador es The Actor (El Actor).
Esta visión del Emperador es absolutamente fascinante. Es literalmente un actor
(el que hace), que esconde su cara tras una máscara como esas que vemos en el teatro
tradicional japonés. Sostiene en su mano la esfera dorada que simboliza su
dignidad. Ha abandonado su trono para realizar su actuación, mientras su lugar
lo ocupa una figura animal, que puede representar a Anubis. A sus pies un león
dormita. Rodeado de estrellas luminosas. Dos pájaros azules flanquean a este
Actor. Es una lámina abigarrada, algo sofocante, llena de imágenes.
El Papa es The Speaker (El Orador).
Un hombre joven sostiene es sus manos un círculo y una llave. Me hace gracia
como remata su vestimenta, o mejor dicho, su ausencia de vestimenta, con unas
botas. Pero los ojos inmediatamente se centran en esos rayos que salen por su
boca. ¡Qué interesante esta versión del consejero del Tarot! Un corazón dorado
irradia sobre su pecho. Tras él se desencadena la erupción de un volcán,
mientras unos pájaros revolotean en lo alto. El agua a ambos lados de este
Speaker fluye de forma violenta. ¡Es tan distinta esta imagen de la de los
Papas tradicionales que cuesta reconocerla!
Los Amantes se denominan The Unity
(La Unidad). Otra carta sorprendente. Vemos varios símbolos que representan la
dualidad. Las figuras femenina y masculina reposan sobre una esfera que
contiene dos peces en el agua junto a dos montañas; ella está en la parte
superior boca arriba, él en la inferior, boca abajo. En la parte superior se
nos muestra la representación de las fases lunares, en los laterales dos
escaleras, en la inferior distintos elementos con un interesante simbolismo
mágico: una espada, un pentáculo, una mazorca de maiz, una tortuga portando un
pájaro sobre su caparazón y un árbol con frutos. Quiero llamar la atención
sobre un detalle que tal vez haya pasado desapercibido, y es la ausencia de un
mediador entre las potencias masculina y femenina, figura que tradicionalmente
se ha representado en esta carta con un Ángel.
El Carro es The Victorious-One (El
Uno Victorioso). El emblemático carro del Arcano VII ha quedado atrás, un poco
abandonado a su suerte, como si su conductor ya no lo necesitase más, puesto
que ahora camina llevando las correas de los dos leones que antes llevaban el
carro. Curiosamente el personaje, que camina desnudo, como la mayor parte de
las figuras de este Tarot, lleva en sus extremidades derechas un guante morado
en la mano y una sandalia en el pie. Y ¡Ojo a esas alas en su tobillo
izquierdo! ¿Alusión a Mercurio? Es llamativo ese velo que sostienen unos
pájaros en su pico y que deja entrever en su transparencia, una múltiple pelea
de parejas de animales, parecen lobos. Y también es imposible no fijarse en
esos dados que muestran los números 2 y 5.
La Fuerza se llama The Deliverer
(Entregador y también Libertador). Esta carta es impresionante. El León parece
dominar a la mujer a quien mantiene sujeta en un caldero mágico, las llamas
ardientes representan el Fuego Espiritual. Un hombre bebe de un cáliz, el tono
rojizo que está adquiriendo y las pequeñas llamas que rodean sus pies, podrían
sugerir que él adquiere a pequeños sorbos parte del Fuego en el que la mujer está
inmersa por completo. Al otro lado, una serpiente surge de una piedra cúbica.
Dominando la escena, en la parte superior, vemos una gigantesca Lemniscata en
llamas.
El Ermitaño es The Seeker (El
Buscador). La representación del Arcano IX es increíblemente descriptiva de sus
significados más profundo. Vemos al Eremita desnudo con los ojos vendados, no
necesita sus sentidos externos para dirigirse a su meta final, esa montaña en
cuya cima arde el fuego eterno; con su conocimiento y la intuición que nacen de
la sabiduría interna, es más que suficiente. Es más, tal es su confianza que
posee, que se ha desprendido de su báculo, ya no necesita apoyos. Las
distracciones externas representadas por la mujer, la ciudad, las flores, etc.,
no existen para él.
La Rueda de la Fortuna se conoce aquí
con el nombre tan sugerente de The Royal Maze (El Laberinto Real). Dos leones
rampantes, uno blanco y el otro negro, sostienen con sus patas delanteras una
enorme rueda, sus colas se entrelazan formando un símbolo del infinito.
Quisiera llamar la atención sobre la expresión de estos dos animales: es
furiosa, casi diabólica. La rueda es un círculo que contiene siete círculos de
diferentes colores (los Chakras y también los estadios de conciencia).
Superpuesto a estos círculos concéntricos, apreciamos un cuadrado. Sobre los
radios de la rueda se ven cuatro figuras simbólicas que representan los cuatro
elementos. En el eje central encontramos una corona.
En una siguiente entrada, seguiremos
el repaso de este Tarot tan impresionante. En el siguiente enlace, podéis
encontrar las 22 láminas de los Arcanos Mayores, merece la pena hacer una
inmersión en cada una de ellas y analizar su rica simbología de la que yo no he
hecho más que una pequeña aproximación.
https://www.tarot.one/
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