El ser humano es una especie esponja que a su vez lleva incorporada una caja de resonancia, absorbe lo que hay a su alrededor y luego lo amplifica y proyecta hacia el exterior. Lo queramos o no, estamos constantemente abiertos a influencias externas, de todo tipo. Lo mismo estamos expuestos a las radiaciones solares que a la contaminación ambiental o al mal humor de las personas con las que nos encontramos en nuestro camino. No somos seres aislados en una burbuja, estamos todos interconectados y, de un modo u otro, todos participamos de lo de todos.
Del mismo modo que un ambiente de diversión y alegría, nos anima y empuja a participar, una atmósfera de dolor y angustia, nos deprime y entristece. Las Leyes Herméticas son muy claras al respecto: “Todo es mente”; eso quiere decir que somos el resultado de nuestros estados mentales, los pensamientos positivos nos polarizan en un estado optimista y confiado, los negativos nos llevan a la tristeza y el pesimismo. Como anteriormente he dicho, no vivimos solos en el mundo, así que nos vamos a encontrar constantemente con estímulos que nos inducirán a una u otra situación.





