Algunas cartas muestran unos dibujos tan sumamente explícitos, que casi no necesitan explicación. Es el caso del Arcano que analizaré hoy. Nos encontramos a un hombre con una corona, así que suponemos que es un rey, en épocas pasadas era lo más alto a lo que se podía aspirar. La realeza entroncaba directamente con la divinidad. Nuestro rey está sentado en un asiento cuadrado; hay quien ha visto en él la figura de un jorobado, podría ser, pues a su espalda se adivina un abultamiento sospechoso.
Estamos en el número cuatro y por lo tanto, no ha de sorprendernos la aparición de la piedra cúbica como trono. Lo que si nos sorprende es la forma en que aferra los cuatro pentáculos que se corresponden a esta carta. Parece indicarnos que toda su vida se centra en esas monedas.