A principios del siglo XVIII, unos exploradores franceses que remontaban el río Lumber, en Carolina del Norte (U.S.A.) se encontraron con una tribu de indios de lo más sorprendente. Sus ojos eran claros y hablaban una lengua muy parecida al inglés. ¿Cómo era posible? Era un terreno no explorado aún por el hombre blanco. Pero estos indios aseguraban que sus antepasados podían “hablar en un libro”. Evidentemente, querían decir que sabían leer.
Durante mucho tiempo esta tribu, que recibió el nombre de indios Lumbee (en español ojizarcos), fue un misterio inexplicado. Muchos de ellos eran rubios y de tez blanca. Desde hace unos años, se ha ido perfilando una teoría que tiene muchos visos de ser cierta, o al menos aporta coherencia a este intrigante caso. Como en casi todos los misterios históricos, no hay nada seguro, sólo hipótesis.
La explicación más plausible, nos hace remontarnos a finales del siglo XVI. La reina Isabel I de Inglaterra, hacía cedido a Sir Walter Raleigh una isla en el “Nuevo Mundo”, Roanoke. A una distancia aproximada de 325 kilómetros del río Lumber. El pirata reciclado como Sir, quiso colonizar inmediatamente la isla. El primer intento se produjo en 1.586, pero no fructificó por los constantes ataques de los indios y la dificultad para hacer acopio de provisiones.