Hace unos días recibí un correo de una amiga del blog en el que me planteaba una de las preguntas más habituales que, en relación con la Magia, nos solemos hacer ¿por qué no siempre funciona? Aunque he contestado de forma personal a esta amiga, no me puedo resistir a dedicar una entrada en la que daré mi visión personal sobre este tema. He de aclarar, antes de seguir, que no poseo la verdad absoluta, ni mucho menos, así que lo único que puedo hacer es tratar de explicar la opinión que me he formado al respecto, según mi experiencia y lo que he ido conociendo a través de los años. Que quizás sea otra dentro de unos años. Si alguien puede aportar datos y argumentos para aclarar esta cuestión, espero que tenga la generosidad de compartirlo con el resto. De todo y de todos se puede aprender.
Dicho esto, creo que es primordial saber qué entendemos por Magia. Muchas personas creen que simplemente con agitar una varita y decir unas palabras misteriosas, se producirán fenómenos increíbles, verdaderos portentos. Eso pasa en las películas de Disney o en la saga de Harry Potter, pero la realidad no funciona así, al menos para la inmensa mayoría de los simples mortales. Para mí la Magia es el conocimiento y aplicación de leyes espirituales para conseguir efectos en el mundo material. Es decir, que hay una serie de normas que, si se siguen, tienen consecuencias afines a nuestros deseos.





