Todo en el Universo se encuentra en constante movimiento,
aunque nos pueda parecer que el caos rodea la existencia, no es así, cada cosa
está en su lugar, las Leyes Naturales rigen y ordenan la vida. Otra cosa es que
seamos capaces de sentirlo y de entenderlo. Todo lo manifestado está sometido a
una serie de ciclos (algo que vemos magistralmente representado por la carta de
la Rueda de la Fortuna) y, como no podía ser de otro modo, el ser humano también
tiene sus propios ciclos, unos más cortos y otros más largos.
No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para descubrir
algunos de estos ciclos. Por ejemplo, la Naturaleza cumple de forma inexorable
sus propios ciclos, uno de ellos es denominado por el hombre ciclo estacional. Se
trata de un ciclo compuesto por cuatro fases llamadas estaciones que se repiten
de forma constante y por el mismo orden una y otra vez: primavera, verano,
otoño e invierno; cada una con sus características básicas y distintivas
siguiendo escrupulosamente el orden de la línea vital: germinación, nacimiento,
desarrollo, reproducción, apogeo, recogida de frutos, decadencia y muerte.