En el
Tres de Bastos nos encontramos una figura que nos da la espalda mirando hacia
el horizonte. Esta carta, en su sencillez, me parece muy ilustrativa, como se
suele decir: “menos es más” y no se necesitan enrevesadas simbologías cuando el
dibujo es esquemático pero directo. No vemos la expresión de nuestro
protagonista, pero la posición del cuerpo me transmite calma y seguridad,
quizás sea por la espalda tan derecha, los hombros rectos, los pies posados en
la tierra de forma equilibrada, sin balancear el peso hacia un lado u otro.
Su
túnica, que al ser roja nos habla de actividad y energía, está cruzada por una
banda ajedrezada que recuerda los pares de opuestos. Sobre su hombro se aprecia
un pañuelo, o algo por el estilo, color
verde, de un tono muy similar a la hierba que pisa; es la fertilidad, la
creatividad. Le flanquean tres altas varas, en representación del palo y el
número que encarna. Como en la carta anterior, las varas tienen brotes verdes,
no son simples palos secos y estériles. Las tres varas me hacen pensar en el
triángulo de la creación; con su mano derecha sostiene una de ellas, pero no en
el aire, pues las tres están firmemente arraigadas en el suelo.
El
hombre contempla desde lo alto el panorama que se abre ante sí. El suelo a sus
pies combina la tierra con la hierba, es una mezcla de lo fértil y lo estéril,
y él, con un pie en cada uno de los dos tipos de terreno, muestra el equilibrio
de quien sabe moverse en diversas circunstancias. Realmente, al comparar esta
carta con el Dos de Bastos resulta difícil no establecer algunos paralelismos.
Durante mucho tiempo pensé si no sería la misma persona en momentos distintos.
Pero luego deseché tal idea.
Y
¿qué es lo que abarca su visión? Para contestar esta pregunta, detengámonos en
el panorama. Un cielo luminoso amarillo, quizás podría ser un amanecer aunque
no se ve el sol surgiendo por el horizonte. El amarillo es el color del
intelecto, el elemento Aire. A lo lejos vemos unas montañas delimitando la
línea divisoria entre ese cielo amarillo y un agua, tal vez un río, tal vez un
mar que, sorprendentemente, es del mismo color. ¿Se reflejan en el agua (las
emociones) el intelecto? Pensemos por un momento en las implicaciones que podrían
derivarse de esta idea.
Esas
aguas, que más que amarillas parecen doradas, provocan una sensación de
tranquilidad, de bonanza, pues es muy fácil establecer la asociación de ideas
entre el color dorado y la riqueza. Podemos ver como unos diminutos barquitos surcan
las serenas aguas. Los barcos implican movimiento, me hacen evocar las antiguas
hazañas de aquellos personajes que se lanzaban a la aventura para conquistar
terrenos hasta entonces desconocidos, que ampliaban las fronteras de las
naciones poniendo en no pocas ocasiones en riesgo su vida, pero movidos por el
deseo de aventura. Gracias a ellos, el mundo antiguo realizaba intercambios
comerciales con países lejanos. Tal vez, nuestro hombre del Tres de Bastos está
observando como sus barcos inician un viaje para llevar sus mercancías, o tal
vez vienen de regreso con las ganancias obtenidas.
Significados
generales: Muy positiva en lo material. Proyectos que se ponen en marcha. Representa
a una persona muy creativa que sabe poner en marcha sus ideas. Suerte en lo que
se hace. Estar en el sitio oportuno, en el momento oportuno. Carta muy activa
en lo profesional y en lo comercial. Relaciones sólidas, tranquilas. Abrir
nuevos mercados. Puede representar asociaciones comerciales, relaciones de
negocios.
Invertida: Has perdido el tren. Oportunidades que se pierden por indecisión. Buenas ideas que se acaban frustrando. Rechazo de ayuda por orgullo. Relaciones tensas. Ayudas con motivos oscuros.
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