Siguiendo nuestro recorrido por el hipnótico
Tarot de Crowley, llegamos al décimo Arcano, la Fortuna. Vemos una inmensa
rueda coronada por la figura de la Esfinge portando una espada, por el lado
izquierdo vemos ascendiendo a Hermanubis, el dios híbrido mezcla del Hermes
griego y el Anubis egipcio; por el derecho desciende el dios primitivo Tifón
que ya vimos en la carta anterior. Según nos dice Crowley en su obra “El libro
de Thoth”, la Esfinge sería la representación de la Sal alquímica mientras que
Hermanubis encarnaría el Mercurio y Tifón la Sal. A su alrededor observamos una
serie de relámpagos que son una fuerza creativa al mismo tiempo que
destructora.
Al llegar al Arcano número XI, nos
encontramos con una sorpresa, la Fuerza ha sido sustituida por la Lujuria. Es
una imagen realmente impactante. Vemos a una joven desnuda portando lo que
podría ser el cáliz del Santo Grial, a lomos de un león de formidables
proporciones y con la cabeza compuesta a su vez por múltiples cabezas. Parece
que ella ha logrado dominar a la bestia. Es una carta que hay que observar con
detenimiento, pues está cargada de símbolos. En la parte inferior se pueden
apreciar, entre las patas del león, unas manos en actitud de oración y una
cabeza. En la parte superior, se ven alrededor de esa energía luminosa que
desprende el cáliz, múltiples tentáculos, o tal vez sean serpientes.
Esta figura femenina es la Mujer
Escarlata (¿la prostituta de Babilonia?), leamos dos fragmentos del libro de
Crowley “La visión y la voz”:
“Que mire a la
copa donde está mezclada su sangre, pues el vino de la copa es la sangre de los
santos. Glorifiquemos a la Mujer Escarlata, Babilonia, la Madre de
Abominaciones que cabalga sobre la Bestia, pues ella ha derramado la sangre de
los santos por todos los confines de la tierra y he aquí que la ha mezclado en
su copa de prostitución”.
“¡Qué bella y
deseable eres, oh Babilonia!, pues te has abandonado a todo lo que tiene vida,
y tu debilidad ha subyugado a su fuerza. Pues en esa unión tú sí que entendiste.
Por ello se te llama Entendimiento, ¡oh Babilonia, Señora de la Noche!”
El Arcano XII, el Colgado, es una
figura masculina cuyo pie izquierdo pende de una Cruz Ansata con una serpiente
enroscada. En sus manos y pie derecho vemos los clavos que nos recuerdan la
Crucifixión del Maestro Jesús. Bajo su cabeza, el agua esconde otra serpiente
enrollada de tal forma que parece una espiral, da la sensacion de encontrarse
en un estado aletargado, o tal vez esté engañosamente quieta, preparada para
actuar en cualquier momento. Es muy interesante constatar que Crowley no
asociaba a esta carta con conceptos de redención o sacrificio, sino más bien
con una idea de renovación, el morir para renacer.
La Muerte tiene una figura central
impresionante, es un esqueleto portando una guadaña de grandes dimensiones que
está bailando la danza de la muerte. Con los movimientos de su guadaña, va
creando burbujas y dentro de ellas vemos figuras que a su vez danzan. La letra
Hebrea asociada a este Arcano es Nun, el pez, que vemos junto con el símbolo
representativo del signo de la clave, Escorpio, de nuevo la serpiente. En la
parte superior de la carta se ve un águila. La parte inferior de la carta es la
representación del proceso alquímico de la putrefacción, el paso imprescindible
para el renacer que está representado por el esqueleto danzarín.
La siguiente carta sería la Templanza
pero Crowley quiso rebautizarla como El Arte. Es una bellísima imagen que
representa la consumación del Matrimonio Real de las figuras centrales del
Arcano VI. La figura andrógina resultante, está mezclando en un caldero el
fuego de una antorcha y el líquido de una copa. De esta mezcla surge un arco
iris que se bifurca en dos al llegar al cuello, para caer por los hombros de la
figura; y por el centro vemos dispararse una flecha. Además podemos comprobar que
el león que en el Arcano VI era rojo, ahora es blanco, del mismo modo que el
águila antes blanca ahora es roja, en un intercambio de colores equilibrado.
Esta carta es la representación gráfica de la Gran Obra. En el fondo un inmenso
círculo en el que aparece la leyenda del V.I.T.R.I.O.L.
El Arcano XV nos muestra a Pan con un
ojo en la frente, recuerdo que Ayin (ojo), es la letra Hebrea que se relaciona
con esta carta, ante el tronco de un inmenso árbol cuya copa no podemos ver,
pues parece perderse en los cielos. Bajo sus raíces hay dos esferas en una de
ellas vemos cuatro figuras humanas que parecen buscar una salida; la otra
esfera contiene otras tres figuras también luchando por salir pero una figura
con una cabeza que recuerda la de un chacal, lo impide. Me llama la atención
especialmente el rostro apacible, yo diría que amable, del macho cabrío tan
distante de las terribles interpretaciones de otros mazos.
La carta de la Torre es altamente
apocalíptica. Un inmenso Ojo de Horus preside el cielo, a un lado la paloma con
la rama de olivo, la serpiente al otro. En “El libro de Thoth”, Crowley nos
remite a otra de sus obras, “El libro de la Ley” para explicar estas figuras en
boca de la Diosa Nuith:
¡Invócame bajo
las estrellas! Amor es la ley, amor bajo voluntad. Que ni los tontos equivoquen
el amor; pues hay amor y amor. Hay el palomo y hay la serpiente. ¡Escoja usted bien!
El, mi profeta ha escogido, conociendo la ley de la fortaleza y el gran
misterio de la Casa de Dios”.
Terroríficas lenguas de fuego han
derribado la construcción, de la que son arrojadas unas figuras negras,
absolutamente geométricas, como si hubieran sido despojadas de cualquier forma
humana.
El Arcano de la Estrella me parece
una bellísima carta. Ante un inmenso cuerpo celeste, una figura femenina, la
diosa Nuith, es representada en una torsión increíble, con la mano derecha
elevada derramando el líquido de una copa dorada sobre su cabeza; por el
contrario, con la mano izquierda vierte el líquido justo sobre el lugar en el
que se unen la tierra y el agua. Podría pensarse que es la energía cósmica o
universal, vertiéndose generosamente sobre la tierra. En el ángulo superior
izquierdo brilla una estrella de siete puntas que es, según nos explica
Crowley, la estrella de Babalon, de la que surgen rayos que van progresando en
espirales.
En la Luna se puede encontrar una clara influencia egipcia. Vemos la
luna de la parte superior de la carta reflejada en el estanque inferior. Sobre
dos mínimos montículos se elevan dos torres negras y ante ellas dos figuras
vigilan el camino, son un par de representaciones de Anubis, el temible dios
que, entre otros cometidos, se encargaba de guiar a los fallecidos por el Más
Allá iluminando su trayecto con la luna. A sus pies vemos unos chacales de
tamaño bolsillo. Tras las torres, dos grandes montañas en las que se pierde el
camino a recorrer. ¿Y qué es lo que cae de la luna superior? Pues nueve Yods
que, según su autor: “nueve gotas de sangre impura en forma de Yod caen desde la Luna sobre
el sendero” (“El libro de Thoth”).
La carta del Sol es alegre y luminosa. El Sol es una rosa que emite
rayos que configuran la rueda zodiacal, viéndose en cada segmento la
representación pictórica de cada uno de los signos zodiacales. En la parte baja
vemos una montaña verde, es la fertilidad elevándose hacia lo alto, pero
¡cuidado! Una especie de cinturón de contención retiene su expansión. Y ante
ese muro controlador, flotan gozosamente los gemelos, el par
masculino-femenino, con unas curiosas alas que parecen de mariposa.
Y tras el Sol, una de las cartas que más me fascinan de este mazo, el
Aeon, que se correspondería con el Juicio, el Arcano XX. Es una carta compleja
pues está impregnada del cuerpo ideológico de Crowley. En la parte superior de
la carta vemos a la estelar diosa Nuith, bajo ella la representación entronada de
su complemento, Hadit. De la unión de estos dos personajes surge Heru-Ra-Ha un
dios que tiene una doble vertiente: la externa Ra-Hoor-Khuit, y la interna Hoor-Pa-Kraat.
En la parte inferior de la carta vemos tres figuras humanas dentro de sus respectivos
Yods, son el equivalente a las personas emergiendo de sus sepulcros que
aparecen en las representaciones tradicionales de la carta del Juicio.
Cerrando la
serie de Arcanos Mayores, llegamos al Universo, en sustitución del Mundo. Encontramos,
dentro de una rueda luminosa, a la figura danzarina que pisa la cabeza de la
serpiente, celebrando la consecución de la Gran Obra; con sus manos manipula los
rayos que emergen del Gran Ojo. Vemos en los ángulos de la carta los cuatro
representantes de los elementos. En la parte inferior de la carta yo veía, en
mi ignorancia, el esquema de una construcción, eso me parecía a mí; mi
apreciación no era tan errada, aunque era bastante simplista, Crowley lo define
como: “el plano esquemático de la construcción de la casa de la Materia.
Muestra los noventa y dos elementos químicos conocidos, ordenados según su
rango en la jerarquía” (“El libro de Thoth”).
Te recomiendo ver las demás entregas del Tarot de Aleister Crowley en estos enlaces:
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