Hoy me gustaría recordar la misteriosa y
triste historia del joven Kaspar (o Gaspar) Hauser. Su vida y su muerte siguen
siendo un enigma a día de hoy. Viajemos mentalmente a la ciudad alemana de
Nuremberg, al año 1.828, porque es allí donde arranca este auténtico
rompecabezas con tintes de intriga de las altas esferas sociales de El lunes de
Pascua de aquel año, los habitantes de la ciudad vieron como un muchacho, vestido
pobremente y con aspecto descuidado, deambulaba por las calles de forma
errática. Portaba un sobre cerrado cuyo destinatario era el “Capitán del 4º
Escuadrón del 6º Regimiento de Caballería en Nuremberg”. Alguien se apiadó de
él y le acompañó a la comisaría.
Los intentos por extraer de él algo de
información sobre su origen o familia fueron infructuosos, lo más que
consiguieron escuchar fue un débil hilo de voz diciendo: “Quiero ser soldado,
como mi padre” intercalado con unos cuantos: “no sé”. Por su aspecto parecía un
muchacho de unos 16 años, pero por su capacidad de comprensión la edad se
rebajaría, como mucho, a los 4 o 5. Tampoco se mostró muy ducho con la
escritura, lo único que logró garabatear fue un nombre: “Kaspar Hauser”.