Y llegamos a una
carta que se podría definir irónicamente como “La alegría de la huerta”. La
imagen es sombría, inquietante. Pero no nos alarmemos antes de tiempo, las
cosas nunca son radicalmente blancas o negras, como todo en esta vida, el Tarot
tiene un amplio abanico de gamas de colores con sus respectivos tonos, y muchas
veces, ante cartas como esta, debemos respirar hondo, y penetrar en lo más profundo
de los matices que nos presenta su simbología. A pesar de que al Diez de
Espadas se le conoce con el nombre cabalístico de “El señor de la ruina”, no
todo en él es tan malo. Lo iremos viendo al analizar la carta.
Lo primero
que atrae la atención es el cuerpo de un hombre yaciendo boca abajo sobre la
arena de una playa, o tal vez la orilla de un lago o un río. A lo largo de su espalda,
siguiendo la línea de la columna vertebral, salvo una que parece alojada en su
oreja izquierda, están clavadas 10 espadas de considerables dimensiones. Probablemente
esté muerto, quién no lo estaría si se convierte en una especie de alfiletero
humano, pero fijémonos en los detalles. Lo que más llama la atención es la
ausencia de sangre, se supone que con tanta espada incrustada, la sangre
debería manar a borbotones, pero no es el caso. Entonces, la primera cuestión
que nos podemos plantear es ¿está muerto o no?