Tras las imágenes tan hipnópticas del
Tarot de Aleister Crowley, hoy propongo un pequeño salto en el tiempo hacia el
pasado, en concreto al año 1.830 aproximadamente, para conocer una hermosa
baraja heredera de la tradición del Tarot de Marsella y con influencias tanto
del JJ1 de Suiza como del Besançon. Es obra de la casa Imagerie Pellerin (Épinal,
Francia) dirigida entonces por Nicholas Pellerin, nieto del fundador, que más
tarde pasaría a llamarse Imagerie d’Épinal. Está basada en los grabados de
madera originales que diseñó el grabador francés Fracois Georgin (1.801 –
1.863). En la década de los setenta se comercializó una edición, que más tarde,
en 1-990, la casa Grimaud reeditaría.
La baraja presenta una novedad que a
mi me resulta muy interesante, la inclusión de una carta adicional que
representa al consultante. Realmente es algo novedoso y me parece muy práctico
para resolver uno de los temas que con frecuencia están sometidos a debate: la
utilización o no de una carta como significante. Y es un asunto que daría para
una entrada por si mismo, tal vez un día la haga. Al hacer una lectura, hay
mucha gente que dota a una serie de cartas fijas el valor de consultante, de
tal forma que, según sean su edad y sexo, una de esas cartas representarán al
consultante, por ejemplo: Papisa y Papa serán mujer y hombre respectivamente,
de edad avanzada, etc. La posición de esta carta dentro de la tirada será clave
para el desarrollo de la interpretación.