Tarot Lewellyn |
Tras
pasar por dos Arcanos de extremada dureza, como son el Diablo y la Torre, nos
encontramos con el oasis que representa la Estrella. Así pues, si hemos
descorrido el velo de la apariencia, tomado consciencia de nuestras
limitaciones y adicciones, y si hemos despertado del adormecimiento que
proporciona la satisfacción de los sentidos y todo lo externo; llega el momento
de preguntarnos: ¿y ahora qué? Bueno, pues era indispensable pasar por la
sacudida existencial que suponen las cartas anteriores para llegar al punto que
nos transmite la carta con la que trabajaremos hoy. Ya eres tú, sin disfraces
ni falsos conceptos, te has despojado de todo lo superfluo y eres la figura
central de la Estrella, que no tiene nada que esconder y se muestra tal cómo
es, con todo el candor y la pureza, dispuesta a emprender la tarea de la
construcción de su nuevo Yo.
Al
zambullirnos en el estudio y trabajo meditativo de la Estrella, es inevitable establecer
una comparativa con la carta de la Templanza. Es un fantástico ejercicio de
reflexión buscar los paralelismos así como las diferencias que encontraremos en
la confrontación de ambos Arcanos. Por ejemplo, las figuras centrales, en una
un Ángel (o Arcángel) de pie frente a la otra en la que se nos muestra a una
bella joven con una rodilla en tierra.
El
Ángel ya conoce y controla el conocimiento, por eso se nos muestra erguido, mezclando
con seguridad el líquido entre las dos copas que sostiene con sus manos, sabe
cuál es la justa medida, por eso es un trasvase perfecto y equilibrado entre lo
material y lo espiritual.