Un
caballero con la armadura parcialmente cubierta por una túnica amarilla, con
dibujos de salamandras, cabalga a galope sobre un rollizo caballo anaranjado.
Esta carta es un fiel reflejo del elemento que representa: el Fuego. Su imagen
nos muestra acción, impulso, fogosidad, temperamento vivo.
Se
dice que los Caballos (de cualquier palo), o mejor dicho, los Caballeros que
aparecen esas cartas, son el embrión de lo que luego será el Rey del palo
correspondiente. En este caso concreto de los Bastos, el caballero tiene la
impetuosidad y el entusiasmo propio de la edad, es un hombre de acción, actúa
antes de pensar, con el tiempo, su carácter se irá atemperando, hasta llegar a
dominar ese impulso interno y, con la sabiduría adquirida, lo utilizará de una
forma más práctica e inteligente, convirtiéndose así en un verdadero Rey.