Para mí, el Tarot de Aleister Crowley o Tarot
de Thoth es una de las barajas más
hermosas e impactantes que he conocido. Cada carta es una sinfonía de
simbolismo oculto de una gran belleza y las imágenes me resultan sumamente
evocadoras, me predisponen a meditar, a sumergirme en ellas. Reconozco que
provocan tantas simpatías como rechazo, y esa es una constante en la vida y en
la obra de Crowley, rara vez deja indiferente, tanto para bien como para mal.
Sería muy largo hacer aquí una reseña de su
biografía, porque es extensa y llena de sombras pero también de luces, por
supuesto, en su momento le dedicaré una o dos entradas (o más) en el apartado
de Fuentes y Biografías e incluso algunas de sus aventuras merecen ser contadas
en El Baúl. Pero, para entender su baraja, al menos he de dar aunque solo sea
unas breves pinceladas.
Aleister Crowley, cuyo verdadero nombre era
Edward Alexander, nació en Leamington, Gran Bretaña, en 1.875, en el seno de
una familia tremendamente puritana, pero su estancia en la Universidad de
Cambridge despertó en él un interés inusitado por el ocultismo. Inició una
búsqueda de respuestas que le llevó a la Golden Dawn, pero su carácter extremo
y sus mútliples inquietudes hicieron que su paso por la Orden fuera
conflictivo.
Durante años se dedicó a viajar por todo el
mundo, decidido a empaparse de la Magia de distintas tradiciones. Además tuvo
tiempo de crear una orden a su medida, la Astrum Argentum. En el Cairo entró,
supuestamente, en contacto con un demonio milenario llamado Aiwass.