San Malaquías |
Soy una auténtica entusiasta de las profecías,
por lo que no podía faltar en esta sección un repaso a una de las más famosas
recopilaciones de vaticinios que nos llegan de tiempos bastante lejanos. Me
refiero a las profecías de San Malaquías, aunque, para ser más precisa, tendría
que hacer uso del término “supuestas”, ya que, como más adelante veremos, no es
seguro que la autoría sea del santo irlandés. Y, adelantándome a aquellas
personas que puedan pensar que ni siquiera existió tal personaje, debo aclarar
que no es una figura imaginaria, hay constancia documentada de la existencia de
San Malaquías. Pero comencemos conociendo algo más del protagonista de la
entrada de hoy para ponernos en contexto.
San Malaquías nació en Armagh (Irlanda) en
1.094, según se cree, dentro de una familia noble. Su carrera eclesiástica fue
meteórica. En el año 1.119 fue ordenado sacerdote; en 1.123 abad de Bangor y al
año siguiente, nada menos que obispo de Connor. En 1.132 asciende al cargo de
arzobispo de Armagh. Realizó dos viajes a lo largo de su vida a Roma (algo
meritorio teniendo en cuenta que estamos hablando del siglo XII). En el
primero, en 1.139, conoció a su paso por Clairvaux (o Claraval) a San Bernardo,
con quien estableció una estrecha amistad. Este viaje fue muy esclarecedor para
él, ya que recibió una impresión muy negativa de lo que vio en la sede del
papado: intrigas políticas, corrupción, decadentes comportamientos… algo que,
para un hombre de tan estricta moral, debió resultar muy impactante.