Con
esta carta completamos el repaso del palo de Bastos y, por consiguiente, de toda
la baraja. Ha sido un largo camino, pero hoy, por fin, se cierra el círculo de
los 78 Arcanos. Y despedimos este trayecto con un Rey de Bastos potente y
poderoso.
Centrémonos
en la figura central, que se encuentra sentada en un trono y sosteniendo una
vara larga con su mano derecha. No es un anciano; como en todas las cartas de
los Reyes del Tarot Rider-Waite-Colman, se trata de un hombre maduro, pero aún
joven, distinto al caso del Tarot de Marsella en el que algunos de sus Reyes
(Oros y Copas) son mucho más mayores y su edad se refleja en la barba blanca.
Su
postura no es relajada, pero tampoco tensa, está alerta, yo diría que
vigilante, preparado para actuar en cualquier momento. Casi se podría pensar
que está esperando que lleguen retos y desafíos para afrontarlos de forma
contundente y sin dilaciones. Toma decisiones y las ejecuta sin
contemplaciones. Recordemos que los Bastos son Fuego, por tanto, acción y
energía. Su cabeza está adornada con una corona cuya forma me lleva a pensar en
unas llamas flameantes. Es uno de los muchos símbolos que evocan el elemento Fuego,
como el color de la túnica que viste y así como el velo bajo la corona que
cubre su cabeza.